Sin datos ni control oficial, cada vez hay más hectáreas plantadas en Misiones. La depresión del precio del maíz y la mandioca y la poca ganancia que deja el tabaco hacen que los productores elijan pasarse a los granos en el Alto Uruguay.
Crece en silencio, sin control ni datos oficiales. Pese a que hace más de 45 años se cultiva en la provincia de Misiones, nadie quiere hablar de ella y pocos reconocen que la soja tiene cada vez más presencia en la provincia.
El cultivo llegó de forma oficial en 1967 y tuvo un gran impulso en la década del 70, pero por distintas circunstancias se fueron desactivando las plantaciones. Hoy en el Nordeste de la provincia se mantiene un producción que algunos calculan en unas 8.000 toneladas al año.
Esa cantidad de producción no es reconocida por el Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Nación, que no reconoce a Misiones como una provincia productora.
Tampoco el Ministerio del Agro de Misiones tienen datos de hectáreas plantadas, ni de cantidad de productores que hoy plantan soja.
En el país se producen (datos 2014) 58 millones de toneladas al año y Santa Fe, La Pampa, Córdoba y Chaco son los principales productores.
Misiones fue pionera en incentivar el cultivo (ver página 11) pero hoy no hay apoyo oficial, ni planes para incentivar su cultivo.
Sin embargo en el Nordeste de la provincia cada vez más la soja le saca tierra al maíz, la mandioca y al tabaco.
Sólo en el Paraje Piñalito Norte hay unas 400 hectáreas plantadas y toda la producción se vende de forma ilegal a Brasil, aprovechando la «porosidad» de la frontera seca.
“Acá cada vez se planta más y el año que viene se va a hacer más soja, porque el maíz cada vez vale menos, el tabaco no da ganancia y la mandioca ni siquiera te la reciben; entonces el productor se va a la soja y la vende a Brasil”, relató Sergio Heineck, quien tiene una agroveterinaria y es presidente de la Cooperativa Agrícola San Martín.
La cooperativa no acopia soja “porque no hay mercado interno y vender afuera es muy difícil”, reconoció Heineck, quien conoce la experiencia vivida en Comandante Andresito con la soja orgánica.
En Andresito tienen una mala experiencia con la soja, que quisieron vender de forma legal, pero se encontraron como muchas trabas burocráticas.
A la hora de buscar las causas de la expansión de la soja en Misiones, hay que analizar varios factores.
“Si el precio de los productos tradicionales, como el maíz, la mandioca o el tabaco, no acompaña la inflación, los colonos buscan cultivos que le de renta y acá te pagan en efectivo y no tenés que llevar nada, ellos (los brasileños) vienen a buscar a las chacras”, analizó Heineck.
En el 2010 este cronista recorrió la zona y había unos 100 productores. Hoy son más de 200 los que plantan en San Antonio.
Una cadena bien armada
La cadena de la soja está bien armada en la zona fronteriza con Brasil.
Como en el vecino país cada vez hay menos tierras para plantar, los empresarios brasileños están avanzando sobre las tierras misioneras.
Así, el pequeño productor, que es el primer eslabón, recibe del intermediario -generalmente son pequeños empresarios brasileños o misioneros que trabajan de manera ilegal en la frontera- entregan las semillas, que son transgénicas, y el químico para desarrollar el cultivo.
En 100 a 150 días el cultivo está listo para ser cosechado. El cosechero, con máquinas que ingresan desde el Brasil, realiza la cosecha y embolsa para el productor, que sólo debe esperar que llegue el intermediario con el camión para levantar la cosecha.
El intermediario es el encarga de encontrar un comprador, ya sea nacional (de Santa Fe o Córdoba) o extranjero (de Brasil y en menor medida de Paraguay).
El empresario exporta el producto misionero a Europa y Asia vía Brasil o Paraguay. Generalmente las ventas se realizan a Brasil o Paraguay. Hoy llevar un camión a la provincia de Santa Fe sale 7 pesos el kilómetro, lo que deja poca ganancia al intermediario.
Así, una bolsa de unos 50 kilos se paga 190 pesos en la chacra de San Antonio y se vende en Brasil a unos 500 pesos. De una hectárea se pueden sacar unas 60 bolsas.
Los productores misioneros siembran en chacras que tienen entre 15 y 20 hectáreas.
Según datos extraoficiales, hay entre 5.000 y 7.000 hectáreas plantadas en Misiones, aunque la Fundación Vida Silvestre ya calcula que hay 10.000 hectáreas plantadas en la provincia.
En toda la zona costera del Alto Uruguay cada vez hay más municipios con hectáreas plantadas.
“Yo planto y hago servicios de cosecha. Yo plantaba tabaco, pero no da ganancia y hace tres años me pase a la soja”, explicó Juan Motiska, quien estaba realizando la cosecha en una de las chacras que alquila, donde tiene plantadas 20 hectáreas de soja.
Ismael Radke es otro productor de la zona de Piñalito Norte y espera que pasen las lluvias para cosechar. “El tabaco no da, el maíz tampoco, la mandioca cada vez vale menos por la entrada de los productores extranjeros, y no te queda otra que plantar soja”, explicó.
“En dos semanas empezamos la cosecha y potencia para producir hay, sólo que no hay mercado interno, vos plantas y después tenés que ver cómo lo vendes”, comentó Radke.
El año pasado los productores de Piñalito llegaron a sacar 1.800 toneladas. Algunas se fueron a Santa Fe y la gran mayoría a Brasil.
“Hace cinco años que tengo soja. Yo plantaba tabaco, pero por la suba de los insumos ya no da ganancias”, contó Silvio Juan Kramer, quien tiene 6 hectáreas con soja en el paraje Azopardo, a 25 kilómetros de San Antonio.
Por su parte, Rafael Ramón, de paraje Campo Alegre, comentó: “hace unos seis años que estamos plantando y ahora vendemos a Brasil, porque nadie quiere venir a buscar nuestro producto desde Santa Fe porque sale caro el flete. Plantaba tabaco pero no da más ganancia, los insumos subieron mucho y con la soja tenemos un respiro”, indicó el productor, que explota 15 hectáreas. Junto a sus tíos y familiares llegaron a sacar 5.000 bolsas de grano.
La soja avanza en Misiones y si el precio internacional vuelve a dispararse, muchos temen que la expansión sea aún más acelerada.
El yuyo volvió a su tierra natal
POSADAS. Tiempo atrás el ingeniero agrónomo Carlos Lanari recordó que cuando llegó a Misiones (allá por 1976) el cultivo más importante era la soja. “Yo llegué a Misiones cuando Misiones y Corrientes eran para la soja. Había agricultura de por medio, Argentina tenía 350 mil hectáreas de soja de las cuales 100 mil estaban por esta zona”.
El profesional relató cómo luego de unos años el cultivo de la oleaginosa fue desapareciendo, primero por la acción de una fuerte inundación y luego por el ataque de una enfermedad que mató las plantaciones en la región. Años después, el poroto amarillo ganaría hectáreas en el Centro del país, hasta su explosión productiva en la década del 90. Pero la soja empezó su desarrollo en suelo argentino desde Misiones.
Hoy el producto estrella de la agricultura argentina vuelve a la provincia. Y cada vez su presencia se nota más, con las distorsiones cambiarias y de impuestos que diferencian la producción brasileña de la argentina. Una tentación en la que caen más colonos al comparar cómo los cultivos tradicionales como el tabaco o el té solo los endeudan.
La oferta de rentabilidad del “yuyo”, como la llamó la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner en 2008, es insuperable. Aún en la zona pampeana, atada a altos derechos de importación y demás impuestos, se la prefiere antes que la ganadería o las antiguas plantaciones de trigo. Actualmente su precio internacional está bajo, menos de U$S 360 la tonelada, pero hace apenas tres años superaba los U$S 600. Un precio muy inestable, pero la facilidad de que crezca en una tierra rica en nutrientes siempre está.
En el caso de Misiones, se podría agregar el clima húmedo y cálido, que acelera naturalmente el crecimiento de las plantas. La tonelada de soja se paga aquí (precios del primer semestre 2015) cerca de 3.800 pesos. Un valor muy atractivo, casi el triple de lo que recibe un productor que venda su soja por los circuitos formales con la aplicación de las retenciones correspondientes.
El valor de la «soja mojada» como se la podría llamar también porque va de contrabando pasando el río Uruguay, es muy superior por ejemplo a los 900 pesos por tonelada que se pagarían por las hojas de té (aunque los productores reciben aún menos). Descontando los costos de mano de obra e insumos seguramente el poroto sería superior también a los $4.100 que podría valer una tonelada de hoja de yerba (si se la vende hoy a $4,10 el kilo).
Y aún frente al valor del tabaco, el pago contado y directo que promete la oleaginosa atrae a más plantadores que no quieren esperar por pagos, ni sufrir descuentos constantes por los insumos de plantación.
“La soja que se planta para el ganado es muy poca en Misiones. La mayoría de las plantaciones se hacen para cosecharlas y venderlas directamente al Brasil. Hay más soja en municipios fronterizos y también se da por una cuestión cultural, ya que los colonos de esas zonas copian lo que hacen los productores del lado brasileño”, comentó un técnico agrónomo de la región Norte de la provincia.
Se reconoce hasta el hartazgo, es una práctica ilegal. Pero la necesidad de plantar algo y recibir un buen precio rápido también resalta la fuerte contradicción que impulsa la vuelta de la soja.
Por Pablo Lizarraga
originalmente publicada en: [email protected]
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