El 1 de octubre marca el comienzo del récord de gasto militar de los Estados Unidos: el Congreso aprobó un presupuesto de 813.000 millones de dólares para el año fiscal 2023. Exactamente el doble de lo que gastaron todos los países de Europa, desde el Atlántico al Pacífico, en 2021.
En el marco de la multiplicación de conflictos bélicos, el presupuesto para el Pentágono que propuso el presidente Joe Biden y aprobó por mayoría Republicana y ayuda Demócrata el Congreso, es dos veces y media mayor de lo que gastan China y Rusia juntas.[i]
Sin embargo, el experto William Hartung, tomando en cuenta los fondos que dispondrán otros sectores de inteligencia, el Department of Homeland Security, y la producción de armas nucleares que van por cuenta del Energy Department, adicionó al presupuesto específico del Pentágono otros 600.000 millones de dólares. En total, entonces, es más de 1 billón 400 mil millones de dólares para lo que el analista Stan Cox denomina ‘la guerra contra el planeta Tierra’.
“Mientras en el Congreso aprobaron partidas por 300.000 millones en el marco del Inflation Reduction Act, que se van distribuir en un largo período de tiempo, estamos ante un gasto militar ostensiblemente anti-humano, anti-clima y anti-Tierra, y cualquier plan de mitigación del cambio climático y de beneficios de energías renovables queda barrido por el efecto y el monto del gasto militar”.
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>>LA HUELLA DE LA BOTA MILITAR EN LA EMISIÓN DE GASES DE CARBÓN<<
Norteamérica tiene 800 bases militares y otras instalaciones conexas, en su propio territorio y 90 países del mundo[ii]. Ocupan una superficie de 110.000 kilómetros cuadrados e implican un gasto militar superior a los 150.000 millones de dólares por año.
Stan Cox, parte del The Land Institute, sostiene que “el ejército estadounidense es el mayor consumidor institucional de combustibles fósiles del mundo. Como resultado, produce emisiones de gases de efecto invernadero equivalentes a unos 60 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono al año. Si el Pentágono fuera un país, esas cifras lo situarían justo por debajo de Irlanda y Finlandia en una clasificación de emisiones nacionales de carbono. O dicho de otro modo, supera el total de las emisiones nacionales de Bulgaria, Croacia y Eslovenia juntas.
“Muchos de esos gases de efecto invernadero proceden de la construcción, el mantenimiento y el uso de sus bases militares. La mayor fuente de emisiones de las operaciones militares reales es, sin duda, la quema de combustible para aviones. Un bombardero B-2, por ejemplo, emite casi dos toneladas de dióxido de carbono para volar apenas 50 millas, mientras que el mayor derroche del Pentágono, el astronómicamente costoso avión de combate F-35, emitirá «sólo» una tonelada por cada 50 millas que vuele”.[iii]
Estas cifras surgen del grupo de estudios Perspectives Climate, de Alemania, que publicaron en junio su informe con el título ‘Military and Conflict-Related Emissions’, en el que advirtieron que en ninguna Cumbre climática, por la propia omisión de los datos de los gobiernos, se puso en consideración lo que agrega la industria militar al calentamiento global
“Generalmente, los vehículos militares y sistemas de armamentos sofisticados generan una tendencia a consumir más combustible y a mayores emisiones de gases. Pero la misma provisión y el consumo de combustible a las zonas de conflicto armado, requieren de una logística y determinan una traba para las operaciones militares. Las guerras en Irak, Afganistán y Ucrania lo demuestran.
Solo en el año 2012 la operación norteamericana en Afganistán –que precisaba abastecerse a través de Pakistán-, consumió 8 millones de litros de combustible por día, generando 20 mil toneladas de C02 diariamente. Un cambio mínimo con respecto a la Segunda Guerra Mundial. Traducido a cifras, Estados Unidos ha generado en sus operaciones militares en Irak, Afganistán, Pakistán y Siria, entre 2001 y 2018, unos 440 millones de toneladas de C02, a un promedio de 70 millones de toneladas por año”.[iv]
En marzo, el Departamento de Defensa anunció que para el año fiscal 2023 incluiría unos míseros 3.100 millones de dólares para «abordar la crisis climática». Eso equivale a menos del 0,4% del gasto, aunque dos tercios de esa ya pequeña porción no se destinarán a la mitigación del clima en sí, sino a la protección de las instalaciones y actividades militares contra el futuro impacto del cambio climático, aclara Cox.
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>>LAS MIGRACIONES COMO UN OBJETIVO MILITAR<<
En su Plan de Adaptación al Clima de 2021, el Pentágono proyectaba que ‘los impactos relacionados con el cambio climático podrían estresar las condiciones económicas y sociales que contribuyen a eventos de migración masiva o crisis políticas, disturbios civiles, cambios en el equilibrio regional de poder, o incluso el fracaso del Estado. Esto puede afectar a los intereses nacionales de EE.UU. directa o indirectamente, y los aliados o socios pueden solicitar la ayuda de EE.UU’[v]
“Sin embargo, por desgracia, en lo que respecta al Pentágono, un planeta recalentado sólo abrirá más oportunidades para los militares. En un caso clásico de proyección, sus analistas advierten que «los actores malignos pueden tratar de explotar la inestabilidad regional exacerbada por los impactos del cambio climático para ganar influencia o para obtener ventajas políticas o militares».
Por supuesto, ironiza Stan Cox, los estadounidenses nunca actuarían de esa manera ya que, por definición, el Pentágono es un actor benigno, pero ‘tendrá’ que responder en consecuencia.
“La CIA y otras agencias de inteligencia parecen compartir la visión del Pentágono de que un futuro más caluroso será una oportunidad de crecimiento. Una evaluación del riesgo climático de 2021 realizada por la Oficina del Director de Inteligencia Nacional (DNI) prestó especial atención a la región del planeta que más rápido se está calentando, el Ártico. ¿Acaso se preocuparon por el derretimiento de los hielos y glaciares que pondría en riesgo la habitabilidad de la Tierra? Más bien no. Lo que los expertos militares afirmaron fue:
«Es casi seguro que los Estados árticos y no árticos aumentarán sus actividades competitivas a medida que la región sea más accesible debido al calentamiento de las temperaturas y a la reducción del hielo. … Es probable que la actividad militar aumente a medida que los Estados árticos y no árticos traten de proteger sus inversiones, explotar nuevas rutas marítimas y obtener ventajas estratégicas sobre sus rivales. Es muy probable que la mayor presencia de China y de otros Estados no árticos amplíe la preocupación de los Estados árticos al percibir un desafío a sus respectivos intereses económicos y de seguridad».
En otras palabras, en un futuro recalentado, una nueva guerra «fría» ya no se limitará a lo que antes eran las partes más templadas del planeta.
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>>POR QUÉ PAKISTÁN ES UN CASO TESTIGO<<
El calor insoportable por encima de los 50 grados de mayo a agosto, y luego las inundaciones que dejaron sin hogar a 33 millones de personas en Pakistán, llevaron al gobierno de ese país a acusar a las potencias centrales por el cambio climático. En 3 provincias, Beluchistán, Sind y Punjab las cosechas quedaron destruidas y en lo inmediato el hambre está afectando a millones de paquistaníes. Estamos hablando de la pérdida del 80% de la producción de arroz (1.9 millones de toneladas), el 88% del azúcar de caña y el 61% del algodón. Solo esto último equivale a 1300 millones de dólares de pérdida, aunque las pérdidas totales se aproximan a los 20.000 millones de dólares.[vi]
Cox afirma que “si, en términos de cambio climático, los militares de EE.UU. se preocupan por algo a nivel mundial, es por el aumento de la migración humana desde zonas devastadas -como el actual Pakistán-, y los conflictos que podrían venir con ello.
“Ese informe del Director de Inteligencia Nacional predijo que, a medida que un número cada vez mayor comienza a huir del calor, las sequías, las inundaciones y los ciclones tropicales, ‘las poblaciones desplazadas exigirán cada vez más cambios en el derecho internacional de los refugiados, para que se consideren sus reclamos y se les proporcione protección como migrantes o refugiados climáticos; y las poblaciones afectadas lucharán por el pago legal de las pérdidas y los daños resultantes de los efectos del clima’. Esto, traducido al lenguaje no burocrático-militar significa: No pagaremos reparaciones climáticas y no pagaremos para ayudar a mantener habitables los climas de otras personas, pero estamos más que dispuestos a gastar todo lo que sea necesario para impedir que vengan aquí, sin importar las pesadillas humanitarias resultantes”.
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>>LA EVIDENCIA DEL PODER DEL COMPLEJO MILITAR-INDUSTRIAL<<
Meses antes de la guerra en Ucrania, con el aumento consiguiente de los gases de efecto invernadero, un grupo de académicos británicos lamentó el entusiasmo de la administración Biden por la financiación militar. Algo similar a lo que publicó en simultáneo William Hartung, bajo el título “Llamémoslo Presupuesto Nacional de (In)Seguridad”.
Los académicos escribían que Joe Biden, «en lugar de reducir el gasto militar para pagar los gastos urgentes relacionados con el clima, decidió aprobar los aumentos de presupuesto militar, cuando aventuras extranjeras de Estados Unidos (NdeT: retirada de Afganistán, 800 mil muertos), están supuestamente llegando a su fin».
Decían que «retocar algo del impacto medioambiental de la maquinaria bélica estadounidense» es inútil. Los fondos que se gastan «en la adquisición y distribución de combustible en todo el imperio estadounidense podrían gastarse como un dividendo de la paz, y en ello se incluye una importante transferencia de tecnología y financiamiento, sin ataduras, a otros países, para que adapten la infraestructura y la producción de energía limpia en los sitios más vulnerables al cambio climático».[vii]
El desastre de las inundaciones monzónicas en Pakistán, un país que es responsable por menos del 1% de la emisión de gases de efecto invernadero, muestran que los mentados fondos internacionales prometidos durante la Cumbre del Clima de 2009 no se reunieron: si la propuesta era 100.000 millones de dólares para 2020, la CO26 de Glasgow fue un balde de agua fría. La realidad es que hacen falta cientos de miles de millones.
La revista Nature[viii], en su edición de octubre 2021, señala:
«La exigencia en este momento es que, ya que no han podido entregar los 100.000 millones de dólares en 2020, que armen un plan de 500.000 millones en cinco años». Textual de Saleemul Huq, director del International Centre for Climate Change and Development.
En julio, el «V20», un grupo de ministros de finanzas de 48 países vulnerables al clima, reclamó ese plan, incluyendo más financiación basada en subvenciones, y que al menos el 50% de la financiación se destine a la adaptación. Huq estimó que esos países, afectados por el cambio climático y a pesar de sus escasos recursos, están asignando partidas de sus presupuestos para mitigar el problema. El gobierno de Bangladesh, por ejemplo, dedica unos 3.000 millones de dólares, lo que supone un 7% del presupuesto general del gobierno, o el 0,73% del producto interior bruto (PIB) del país. Y las familias pobres de las zonas rurales de Bangladesh gastan ellas mismas 2.000 millones de dólares al año en la prevención de desastres relacionados con el clima o en la reparación de los daños que causan, según Oxfam (véase go.nature.com/2yuycvn).
El Congreso de EE.UU. bien podría re-adjudicar partidas dedicadas al Pentágono para cubrir su parte en la tabla de reparaciones por el cambio climático. ¡Si en todo un año donaron 6.600 millones contra los 800.000 millones que dedican a las guerras!
El Instituto de Estudios Políticos (véase https://ips-dc.org/tax-day-900-you-gave-pentagon-contractors/) concluyó que cada contribuyente norteamericano terminó poniendo de su bolsillo 2000 dólares para sostener el presupuesto militar, y que de ese ‘aporte’ de los contribuyentes, más de la mitad va a los dos gigantes armamentísticos Raytheon y Lockheed Martin, principales proveedores del Pentágono.[ix]
Nunca como en este momento, el cambio climático y las migraciones fueron tan relevantes para alimentar la industria de la guerra.
Pero jamás el complejo militar-industrial se mueve con objetivos de corto plazo. Sus negocios y poder de lobby atraviesan gobiernos, y conflictos.
Entre enero y febrero de 2014, un golpe que trajo al centro de la escena al partido neo-nazi ucraniano Svoboda, acabó con el gobierno de Ucrania, con las movilizaciones en la plaza Maidan.
90 días después, el 28 de mayo de 2014, en el acto de graduación de la academia militar en West Point, el ex presidente Barack Obama[x] dijo a los cadetes:
Estados Unidos es y sigue siendo la única nación indispensable. Eso ha sido cierto durante el siglo pasado y lo será en el siglo venidero. … La agresión de Rusia hacia los antiguos estados soviéticos inquieta a las capitales de Europa, mientras que el ascenso económico y el alcance militar de China preocupan a sus vecinos. Desde Brasil hasta la India, las clases medias en ascenso compiten con nosotros, y los gobiernos buscan una mayor participación en los foros mundiales. … Será tarea de su generación responder a este nuevo mundo.
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[i] https://www.sipri.org/sites/default/files/2022-04/fs_2204_milex_2021_0.pdf
[ii] https://media.nationalpriorities.org/uploads/publications/reducingmilitaryspending.pdf
[iii] https://tomdispatch.com/the-nightmare-of-military-spending-on-an-overheating-planet/
[iv] Crawford, Neta (2019b): The Conversation, https://theconversation.com/the-defense-department-is-worried-about-climate-change-and-also-a-huge-carbon-emitter-118017
[v] https://www.defense.gov/News/News-Stories/Article/Article/2818343/dod-analysis-highlights-geostrategic-risks-of-climate-change/
[vi] https://www.dw.com/en/pakistan-floods-un-chief-denounces-climate-carnage-in-hard-hit-areas/a-63079847
[vii] https://tomdispatch.com/fueling-the-warfare-state/
[ix] https://ips-dc.org/tax-day-900-you-gave-pentagon-contractors/
[x] https://archive.ph/gsWhn (The United States is and remains the one indispensable nation. That has been true for the century passed and it will be true for the century to come. … Russia’s aggression toward former Soviet states unnerves capitals in Europe, while China’s economic rise and military reach worries its neighbors. From Brazil to India, rising middle classes compete with us, and governments seek a greater say in global forums. … It will be your generation’s task to respond to this new world)
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REGISTRO ISSN 2953-3945