B A Y E R

Demoler, ¿suma? ¿a quién?

Hace unos años, después de planes varios, algunos incluso útiles y creativos, se consumó en Buenos Aires la demolición (¡y televisada!) de los edificios de lo que se llamaba ‘el Albergue Warnes’.

Esos edificios sufrieron una histórica estigmatización: el odio por décadas que creó una leyenda racista y clasista que decía que sus habitantes usaban los pisos de parquet para cocinar.

Esa tontería pasó de generación en generación hasta que el neoliberalismo de Menem-Duhalde-Cavallo y Dromi, encontraron una solución. Llamémosle ‘solución’…Organizar la demolición -vía implosión- de esos edificios que eran el símbolo de la ‘grasada’, de los ‘cabeza’, de lo que nunca tuvo que estar, y así darle paso a un hipermercado. Más claro el cambio de simbología, imposible. Edificios donde pudo haber habitado la gente, convertidos en escombros para que la ‘gente de bien’, como dicen ahora desde el poder, pueda hacer compras.



En el marco de la guerra que se despliega en territorio ucraniano, una constante de la furia de los escuadrones nostálgicos de los nazis ucranianos fue derrumbar todos y cada uno de los mausoleos y símbolos que fueron construidos para honrar a los caídos en su lucha contra los nazis, cuando eso era parte de la URSS. Llamativamente, con todos los cambios de gobierno que hubo, e incluso a más de 30 años de la desaparición de la URSS, todos esos símbolos persistieron porque en la memoria del pueblo ucraniano, no había duda de que los nazis invadieron y segaron la vida de millones en Ucrania. Los colaboracionistas actuales, avanzaron con una demolición generalizada usando el lema de la des-rusificación.

Por la inversa, la construcción de grandes memoriales, tampoco es neutral o inocente.

En Leipzig, la ciudad de la feria del libro más importante del este alemán, y de la feria comercial más importante de todo el centro de Europa, hay un mausoleo de proporciones faraónicas. Se inauguró en 1913 para celebrar la potencia alemana imperial y cómo los ejércitos austrohúngaros, prusianos y del absolutismo ruso, habían acabado con Napoleón. El detalle es que en 1813 no se derrotó a Napoleón sino a la posibilidad de que prosperen en Europa las ideas de la república, del iluminismo, del fin de las cortes con inútiles condes y marqueses, y la corona. El triunfo de la reacción en 1813 consolidó a los absolutismos más reaccionarios y sanguinarios, y el poder alemán -un siglo después-, hizo ese memorial de piedra. Fue justamente ahí donde en 1933 los nazis con Hitler a la cabeza hicieron uno de sus principales lanzamientos y celebraciones: la potencia de la muerte de las ideas, y el triunfo de la potencia y maquinaria militar.



No muy distinto es el que celebra al generalísimo Francisco Franco en España- y tantos otros desde hace 2 mil años. Por eso, demoler nunca es casualidad.

La pregunta entonces es qué demuelen en Santa Cruz cuando unas topadoras y grúas tiran abajo el que se construyó en honor del periodista, escritor, investigador e historiador Osvaldo Bayer.

Precisamente eso: derrumban la imagen de quien con mayor persistencia reconstruyó lo que hicieron los grandes hacendados argentinos, ingleses o cipayos a favor de los ingleses, en la Patagonia. Bayer hizo eso: logró saber y publicar un material histórico consistente, del cual una pequeña parte se convirtió en la película La Patagonia rebelde.

Pero el odio, el mismo o parecido odio al que ocultó el para qué se hicieron los edificios en Warnes, y terminó generando opinión pública (el famoso consenso social) para que se implosionen edificios ‘malditos’ según la visión de la blanquitud mediopelo porteña, persistió en la Patagonia.

Es que los canallas, los asesinos, no gustan que sus fechorías se vean. Guardan pactos de silencio, el famoso ‘de eso no se habla’. Y cuando los crímenes se ven, la venganza no tiene fin. ¿Acaso no persiguieron casi hasta la muerte a Julian Assange por revelar en los WikiLeaks los crímenes desembozados de los marines en sus invasiones en Medio Oriente?

Por eso derrumban un memorial a Osvaldo Bayer. Porque les dijo ‘piedra libre’ a los fusiladores de las 1500 vidas de obreros rurales segadas en la Patagonia. Porque habló de los anarquistas y de la Semana Trágica que asesinó a tantos obreros de Vasena.



Porque se atrevió a entrar en la gerencia del supermercado La Anónima, de la familia Menéndez Peña Brown (uno de cuyos vástagos, Marcos Peña Brown, es el ex monje negro ministro de Mauricio Macri) y preguntarle al gerente si estaba dispuesto a recompensar a los herederos y familiares de las víctimas por todos los asesinatos que sus familiares latifundistas cometieron para convertirse en lo multimillonarios que son.

¿Recuerdan que La Anónima, que algunos en la Patagonia gustan bromear con el nombre ‘Ladrónima’, fue el supermercado que ofrecía, vendía (!) sobras de pollo, huesos de pollo, en bandejas, en 2017? El mismo supermercado, ‘Ladrónima’, que en 2021 salió en todos los portales por vender grasa con carne, en vez de carne con grasa en los “10 Cortes populares del programa Precios Cuidados” que había combinado aquel gobierno con los frigoríficos…

El odio no olvida. En estas épocas, hace estatuas a Menem que mandó a implosionar los edificios de la avenida Warnes y derrumba memoriales a Osvaldo Bayer, que además tuvo el carnet número 1 del Sindicato de Prensa de Buenos Aires, SIPREBA.

Osvaldo Bayer fue maestro de periodistas y referencia internacional.

Recordábamos en 2018 en la revista www.purochamuyo.com, los Cuadernos de Crisis que Bayer, Galeano y Paco Urondo participaron de nuestra revista en los años 70.

En un escrito especial de Pedro Cazes Camarero, quien conoció bien a Bayer, decíamos que fue a partir de 1970 que la editorial Galerna publicó “Los Anarquistas Expropiadores”, “Los Vengadores de la Patagonia Trágica” y “Severino di Giovanni”, todos textos imprescindibles de Osvaldo.



Él tenía una fijación con sacar la estatua de Roca de la avenida-diagonal que está a metros de Plaza de Mayo. Roca, el que quiso conquistar un desierto poblado, y que entregó las tierras a los que venden restos de pollo, grasa con carne y mandan simbólicamente a derrumbar su memorial en Santa Cruz.

Habrá que advertirles que el odio no construye, no suma. Destruye. Y que como dice aquella canción, “todo está guardado en la memoria, armas de la vida y de la historia / La memoria despierta para herir / A los pueblos dormidos / Que no la dejan vivir / Libre como el viento”.

Osvaldo Bayer, alguien que construyó, y buscan demolerlo.



El material que publica la revista web www.purochamuyo.com / Cuadernos de Crisis pertenece al Colectivo Editorial Crisis Asociación Civil. Los contenidos solo pueden reproducirse, sin edición ni modificación, y citando la fecha de publicación y la fuente.

REGISTRO ISSN 2953-3945

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