BEBÉS LINDOS

En la India, unas 150 parejas se inscribieron para un ‘workshop ayurveda’, con la promesa de aprender cómo hacer bebés genios.

 


Escribe Dr. Héctor A. Palma –Profesor Titular de Filosofía de las Ciencias- UNSAM– Especial para purochamuyo.com / Cuadernos de Crisis


Algo pasa en la India para que desde la política y lo tradicional se impulse la idea de una ‘genética superior”. El RSS (sigla de Rāṣṭrīya Svayamsēvaka Saṅgha) es, según su definición, una organización patriótica de voluntarios. Su ideario de derecha viene desde 1925, con una logística nacionalista y paramilitar. El motor inspirador para el partido del gobierno del actual primer ministro, Modi.

RSS-octubre 2015

En el estado de Bengal occidental el sector salud de los RSS (abreviadamente, los Sangh) es la Arogya Bharati, organizadora de esta capacitación. Advierten que las parejas deberán respetar las prácticas tradicionales y védicas para tener una criatura de superior calidad, inteligencia y aspecto. Eso implica un período de purificación de tres meses (shuddhikaran), mantener relaciones sexuales solamente de acuerdo a una determinada configuración planetaria, absoluta abstinencia una vez que la madre quedó embarazada, y un vasto conjunto de reglas sobre hábitos y prácticas saludables y nutricionales.

 


El asunto fue judicializado en los tribunales de Calcuta y revivió polémicas como cuando los fundamentalistas islámicos prohibieron a sus familias que se vacunasen contra la poliomielitis. La Comisión por los Derechos de la Infancia, uno de los querellantes, cuestionó además que no se establezcan claras políticas para evitar el trabajo infantil extendido en el país.


Escuadrones del RSS- India

 

Pero lo que subyace es la pregunta ¿Por qué bebés más altos, más lindos y superiores? Suena como el manual de Mengele y los nazis. La organización de extrema derecha hindú Arogya Bharati afirma haber ‘producido’ 450 ejemplares de super-babies. Su vocero, Hitesh Jani sostuvo al diario Indian Express que ‘padres de piel oscura y con bajo peso pueden procrear niños más altos y de una complexión acorde si siguen las reglas apropiadas (sic)”.

La realidad es que el proyecto tiene 10 sucursales en Gujarat y Madhya Pradesh y se expanden hacia Uttar Pradesh y Bengal occidental.


Dr. Karishma Mohandas Narwani

 

“Nuestro objetivo es hacer una ‘smarth Bharat’ (India fuerte) a través del ‘uttam santati’ y tendremos miles de ‘super bebés’ para 2020”, sostuvo el director Dr. Karishma Mohandas Narwani. Dice haberse inspirado en Alemania que “resurgió de sus cenizas produciendo bebés con prácticas Ayurveda en las dos décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial”.


 

 

 

Vamos a analizar Eugenesia, Genética, manipulación….y los mitos.  


 

La manipulación genética de la descendencia humana, con tecnologías cada vez más precisas y eficaces, aparece con creciente frecuencia en los medios, e indefectiblemente sobrevienen opiniones diversas.

Los alarmistas y conspirogénicos encuentran forzadas similitudes con el programa eugenésico de primera mitad del siglo XX; los espíritus cientificistas tecnocráticos e individualistas fantasean alegre y frívolamente –no sin el acicate de empresas con intereses económicos- sobre la posibilidad de diseñar “hijos a medida” o “programados”. Tampoco faltan prudentes almas bellas que pontifican sobre la imperiosa necesidad de poner barreras éticas entre lo que podemos hacer (tecnológicamente) y lo que debemos (o no debemos) hacer, como si ello fuera suficiente para delimitar el poder arrasador del mercado cuando hay un negocio importante a la vista.  

*Ni reír ni llorar, comprender…

Las grandilocuentes promesas sobre la posibilidad de intervenir a voluntad sobre el ADN humano parecen conducir, filosóficamente hablando, a redefinir la autocomprensión humana, ya bastante vapuleada desde Darwin pero que ahora quedaría no solo sujeta a la evolución natural sino que, quizá, pueda dirigirse (o desquiciarse) artificialmente, a través de una capacidad tecnológica creciente.

el movimiento eugenésico tuvo su auge entre 1910 y 1945, mucho antes de que los nazis intentaran su proyecto de raza mejorada, y comenzó en Londres

Primero veamos con cierto detalle en qué consistió la eugenesia. El movimiento eugenésico tuvo su momento de auge entre 1910 (cuando se funda la primera sociedad eugénica en Londres) y los primeros años de la década del ‘40 (promediando o finalizando la II Guerra Mundial) en casi todo el mundo. Pretendía una selección artificial de los humanos mediante tecnologías biomédicas y sociales (implementadas por el Estado) con el objetivo de promover la reproducción de los superiores –y desalentar o inhibir la de los inferiores-. O sea, mejorar la raza, la especie o la población (según el caso).

Foto: Leo Alagar

El elemento clave para comprender el movimiento eugenésico es que fue, claramente, un proyecto en el cual el Estado, a través de sus instituciones y mediante la ciencia y la tecnología, implementaba biopolíticas sobre la reproducción humana.

Algunas de las iniciativas utilizadas fueron:

  • la esterilización forzada de los inferiores, sobre todo de delincuentes –bajo el supuesto de que la criminalidad es hereditaria- y deficientes mentales;
  • el certificado médico prenupcial, en algunos países obligatorio, en otros voluntario, pero que se proponía impedir el matrimonio que pudiera engendrar hijos defectuosos o deficientes;
  • el aborto eugenésico que se diferenciaba del aborto terapéutico y del aborto voluntario [1];
  • el control diferencial de la natalidad, es decir no el control universal y estadístico para bajar las tasas de natalidad sino un control para impedir la reproducción de los inferiores;
  • las restricciones y controles de la inmigración indeseable [2];
  • propuestas de educación sexual (como en la Argentina) para lograr una buena reproducción;
  • y mecanismos de clasificación como la biotipología para hacer más eficiente el sistema educativo y la distribución de los oficios.

Los eugenistas estaban convencidos de que las principales características y conductas humanas eran hereditarias y por tanto innatas, de modo tal que no sólo pensaban que la estructura y funcionamiento de la sociedad no eran más que el reflejo de esas condiciones biológicas, sino que, en su visión tecnocrática y cientificista, consideraban que operar sobre la descendencia resultaba fundamental.

El Estado implementaba biopolíticas como esterilización forzada, certificado prenupcial, o el aborto eugenésico para operar sobre la descendencia

Si bien todo transcurría en un clima racista –un racismo científico [3] y no meramente ese sentimiento antropológico y milenario de miedo y desconfianza hacia el otro o el extranjero- las jerarquías humanas eran más difusas, de modo que en el grupo de los inferiores no solo había negros, indios y orientales, sino también, según los casos, criminales, judíos, gitanos, prostitutas, sifilíticos, tuberculosos, alcohólicos, pobres en general, europeos del sur, anarquistas, ex-convictos, etc.)

Ahora, cuando se sostiene que se estaría reeditando una nueva eugenesia, un tema no sólo inquietante y polémico, sino de vastas dimensiones, anotaremos algunas pautas mínimas para el debate, comenzando por la recurrente comparación con la eugenesia clásica, acerca de la cual suelen cometerse tres errores [4].

El primero es considerar a la eugenesia clásica una pseudociencia cuando lo cierto es que la comunidad científica mundial estuvo alineada detrás de los ideales eugénicos, al menos durante las primeras cuatro décadas del siglo XX, con escasísimas excepciones.

El segundo error es asociarla inmediata y casi exclusivamente con el nazismo lo cual es definitivamente falso, porque en casi todo el mundo hubo instituciones y políticas eugenésicas. ¿Qué hicieron los nazis? Copiaron y se sumaron a un movimiento que los precedía y excedía. Es obvio que hubo políticas eugenésicas en la Alemania nazi, pero los eugenistas nunca han propuesto el exterminio ni la aniquilación de personas o grupos. Por ello al vincular, sin más, a la eugenesia con el horror del Holocausto se pierde de vista la enorme influencia ideológica y cultural que ha tenido la eugenesia en la estigmatización de amplios sectores de la población, la discriminación y el control; influencia que en muchos casos ha quedado instalada en lo profundo de nuestra cultura.

El tercer error -casi el que convoca este artículo- es que en estos tiempos se escuchan voces de alerta sobre una nueva forma de eugenesia que algunos llaman “liberal» [5]. Más allá de algunas confusiones intencionadas de grupos conservadores que introducen equívoca e ideológicamente el problema de la eugenesia en la discusión acerca de la despenalización del aborto, en general esas noticias vienen asociadas al llamado “diagnóstico preimplantatorio” y, recientemente, a otras tecnologías más profundas de intervención [6] o a propuestas de dudosa originalidad e inviabilidad práctica, pero de indudable efecto ideológico [7].

El diagnóstico preimplantatorio (DPI) permite, a partir de una camada de embriones fertilizados in vitro, seleccionar y transferir al útero aquel o aquellos que no contengan alelos deletéreos o que se podrían expresar en enfermedades monogenéticas graves, y los “defectuosos” se descartan. Es recomendado solo en casos de parejas que, con muy alta probabilidad, engendrarán hijos con algún problema genético muy severo o mortal. La asociación con la eugenesia radica en la selección de los embriones y el descarte de algunos de ellos. Recientemente se agrega una tecnología de intervención [8] (denominada CRISPR) que permite modificaciones al nivel genético. El DPI solo permite seleccionar sobre los embriones logrados, sin cambiar nada genéticamente y, en tal sentido es solo un método diagnóstico, mientras que el CRISPR permitiría modificar la parte del ADN asociada con la enfermedad. Se trata, obviamente, de tecnologías costosas y de altísimo riesgo para los embriones.

colonia-vacaciones

Ahora bien, ¿en qué se parece esto a la eugenesia clásica? En principio en poco.

Mientras el DPI o CRISPR dependen de una decisión libre voluntaria e individual de la madre/pareja/familia sin más pretensión que incidir sobre los hijos propios, la eugenesia clásica se llevaba a cabo a través de la intervención activa del Estado con políticas públicas y, por tanto era autoritaria y no respetaba los derechos individuales y, sobre todo, pretendía tener incidencia evolutiva, es decir, cambiar la composición promedio de la población (como ya se dijo, disminuyendo o eliminando en pocas generaciones a los “inferiores”).

Otra diferencia importante es que las nuevas tecnologías representarían lo que, en la jerga, se denomina “eugenesia negativa”, es decir tendiente a eliminar enfermedades graves. La eugenesia clásica representaba la “eugenesia positiva” [9] que pretendía seleccionar los reproductores para eliminar a los inferiores de la sociedad. Aunque es raro encontrar autores que se opongan a la eugenesia negativa (en general provenientes de sectores ultraconservadores que se oponen a cualquier tipo de control de la reproducción), el nuevo “alerta eugenésico” surge por la posibilidad de un corrimiento que va de la eliminación de enfermedades hacia la manipulación para tener hijos “programados” con características deseables y elegidas a gusto de los padres.

El tema excede estas páginas, pero solo digamos algunas cosas: en primer lugar siempre tratamos de “programar” en alguna medida a nuestros hijos (de eso viven los psicólogos), cuando elegimos colegio, amigos, costumbres, ideologías, etc.; quizá, si fuera factible programarlos genéticamente, nuestros hijos no nos reclamarán haberlos programado sino todo lo contrario cuando se enteren que su compañerita de banco lo fue y nosotros sólo hemos apostado por el azar genético; en segundo lugar, con respecto al marketing del “hijo a medida” solo podemos decir que la tecnología puede (y probablemente podrá más en el futuro) intervenir sobre enfermedades o algunas pocas características monogenéticas, pero las condiciones humanas más deseadas por los que venden y consumen esta fantasía (básicamente la inteligencia y el éxito) no solo no están asociadas a un gen, sino que dependen, en alguna medida imposible de determinar con exactitud, de las biografías individuales, de las condiciones de vida [10], de las oportunidades e incentivos, del deseo.

 

Reeditar el movimiento eugenésico (tan costoso como ineficaz, antes y ahora) es decir de un Estado que avance sobre las libertades individuales y los cuerpos de las personas con políticas reproductivas no es un riesgo real, más allá de algún patético delirio extemporáneo en alguna parte del mundo.

 

Por el contrario, el riesgo actual es que el Estado deje en manos del mercado las decisiones sobre formas de intervención, control y discriminación biológica y no se ocupe de armar un andamiaje jurídico respecto al uso de la información genética, que no sólo podría permitir intervenciones épicas o heroicas sobre un futuro promisorio sino, más pedestremente, sobre el ingreso a los empleos o a los seguros médicos de individuos cuya salud pueda estar comprometida prematuramente o con enfermedades de tratamiento costoso [11].

los eugenistas clásicos pensaban que la población era de mala calidad, y el problema de hoy sería la superpoblación, asociada a la desigualdad, basada en sostener el consumo de los países centrales a condición de que una enorme porción de la Humanidad no llegue a condiciones de vida básicas y elementales

Finalmente, mientras que los eugenistas clásicos estaban preocupados por la población humana bajo el supuesto de que era escasa y de mala calidad, en la actualidad el problema parece ser la superpoblación, asociada a la desigualdad, en el sentido de que el nivel de consumo de los países centrales solo puede sostenerse a condición de que una enorme porción de la Humanidad no llegue a condiciones de vida básicas y elementales. En concreto: seguramente habrá en estos momentos algunos think tanks pensando que la población del planeta es excesiva…

*El gran problema

Subyace a todas las apuestas tecnológicas precedentes (reales o ficcionales, ya no importa en esta instancia) lo que ha dado en llamarse “determinismo biológico”. No se trata de una teoría científica sino más bien de un grupo relativamente heterogéneo de teorías que suponen, en palabras de S. Gould (1981), “primero, que tanto las normas de conducta compartidas, pero sobre todo las diferencias sociales y económicas que existen entre los grupos humanos (básicamente raza, clase y sexo) derivan de ciertas condiciones heredadas o innatas (la naturaleza biológica humana), y segundo que, en este sentido, la estructura y relaciones sociales no hacen más que reflejar esas condiciones biológicas”.

La excelente definición de Gould afirma dos cosas diferentes: una con relación a lo estrictamente biológico y la otra sobre las consecuencias sociales de la primera.

Entonces, ¿estamos determinados por nuestros genes? La respuesta es…“sí y no”[12].

Lo cierto es que todos los seres vivos funcionan según un programa genético, es decir un conjunto de instrucciones o información codificada en el ADN de las células. Pero el nivel de determinación es variable: hay programas que determinan instrucciones completas (como por ejemplo los que controlan la conducta instintiva de los insectos y de los invertebrados inferiores); pero hay otros incompletos, es decir que pueden incorporar información externa mediante aprendizaje u otras experiencias anteriores. Ese es el nivel de la mayoría de las conductas de los humanos -y otros animales, no importa eso aquí- que sobre una gama de patrones de respuestas posibles pero limitadas, permiten opciones diferentes. En estos casos, queda claro que el programa no dispara en los organismos el despliegue de acciones y conductas preformadas completamente, sino un proceso que se reajusta en función de las continuas perturbaciones internas y externas (Mayr, 2004). De modo tal que casi todas las conductas y rasgos relevantes de los humanos resultan de una interacción compleja de genética, entorno y oportunidades, en suma, de la biografía personal.

La genética no funciona según la vulgata errónea de “un gen-un rasgo”, que alimenta la fantasía de que todas las características humanas pueden ser modificadas a voluntad con solo cambiar una parte del ADN. De hecho las tecnologías del escándalo solo funcionan para enfermedades monogenéticas perfectamente identificadas que, si bien son muchas no son todas, ni siquiera la mayoría.

A pesar de lo dicho el determinismo biológico a través de los últimos dos siglos ha conseguido justificar la desigualdad a partir de la diversidad, pasando por alto no solo que la desigualdad es un problema político y la diversidad un problema biológico, sino sobre todo que el respeto por la dignidad humana y la igualdad no dependen de la condición biológica. La UNESCO ya se pronunció en 1952 al respecto: “la igualdad de oportunidades y la igualdad ante las leyes, al igual que los principios éticos, no reposan en manera alguna sobre el supuesto de que los seres humanos están de hecho igualmente dotados”.    

El mayor riesgo, entonces, del determinismo biológico en las discusiones que atraviesan la cultura por estos tiempos, es que, dado su potente papel ideológico, funciona igual en los siguientes aspectos y aquí poco importa lo que pueda asegurar el conocimiento disponible. Anotemos algunos puntos salientes:

  • Estigmatización de grupos humanos. Esto incluye las versiones menos académicas y más ramplonas como por ejemplo el trato a los refugiados en Europa o a los inmigrantes en EE.UU., a los inmigrantes de países limítrofes en la Argentina que vienen a agregarse a los cabecitas negras de mediados del siglo XX.
  • Atribuir, biología en mano, los problemas sociales a la esfera individual. Así, la pobreza, la exclusión social, la creciente diferencia entre los sectores más ricos y los más pobres, la indolencia y la marginalidad frente a la falta de futuro, el individualismo extremo o la violencia, serían el resultado de procesos que se dan al interior de los individuos. Claro que, al mismo tiempo, se los responsabiliza de la mala fortuna de haber nacido con esa configuración biológica porque esas consideraciones sobre el origen de los males cumple una función ideológica: legitimar las diferencias sociales.
  • Si el problema es biológico, no valdría la pena invertir fondos públicos o privados en mejorar la calidad y las expectativas de vida de los sectores más vulnerables de la población, en la atención de coyunturas sociales especiales y, mucho menos, en el reconocimiento de que la calidad de vida es un derecho. Esos fondos se pueden ahorrar (de paso se puede alivianar la carga impositiva a sectores más poderosos) y en cambio se puede invertir (muchísimo menos) en estudios sobre biología molecular y, ahora, en neurociencias[13].
  • Una consecuencia no menor (en esto coinciden la eugenesia clásica, la liberal y otras formas de determinismo) es que alimenta la fantasía tecnocrática que no sólo promete que los problemas humanos se resolverán con más tecnología, sino que también nos hace creer que esa intervención casi no tiene límites (muchas veces, como se dijo, a contramano de la verdad biológica).
  • Como contraparte, están los que creen que todo condicionamiento es social, una tendencia que puede observarse en muchos científicos sociales que creen que la impugnación de algunos determinismos biológicos burdos y caricaturescos, alcanza para impugnar cualquier nivel explicativo de la biología en la conducta de los humanos. Esta creencia suele completarse con la tesis (a veces tan endeble como los determinismos burdos de signo contrario) de que si es social es tanto reversible dado que el ser humano sería infinitamente maleable. Después de todo (independientemente de las excepciones) los pobres del mundo son hijos de pobres y padres de pobres.

Aunque mucho ha quedado fuera del análisis, los puntos precedentes forman parte insoslayable de los debates acerca de la manipulación genética en humanos y aunque no tengamos respuesta clara y precisa para muchos de ellos, no debemos perder de vista que los principales problemas existenciales humanos como el miedo a la muerte, la felicidad, el amor, la decrepitud o el futuro de los hijos, no tienen soluciones tecnológicas y que la respuesta a los principales problemas humanos colectivos como la desigualdad, la miseria, el hambre y la igualdad de oportunidades solo pueden provenir de la política.♦♦


*Dr. Héctor A. Palma
Profesor Titular de Filosofía de las Ciencias / Investigador del Centro de Estudios de Historia de la Ciencia ‘J. Babini

Escuela de Humanidades. Universidad Nacional de San Martín – http://www.hectorpalma.com/


Notas
[1] La figura de aborto no punible para el caso de mujer deficiente mental violada presente en el Código Penal argentino, revela un poco la mentalidad eugenésica. En ese caso no se trataba de preservar la integridad de la víctima ultrajada o de resarcirla mínimamente de algún modo al no tener que sostener ese embarazo (de hecho no alcanza a mujeres violadas en general), sino que esa figura apuntaba a evitar que la sociedad tuviera que sostener a un deficiente mental.
[2] El psiquiatra argentino Gonzalo Bosch decía en 1930: “Alberdi decía: ‘gobernar es poblar’, concepto muy propio de su época; nosotros, hoy diríamos ‘Gobernar es seleccionar’.” El Museo Social Argentino, previendo un aluvión de inmigrantes europeos en cuanto finalizara la I Guerra Mundial, realizó en 1918 una encuesta entre políticos, científicos e intelectuales argentinos una encuesta sobre Inmigración deseable e indeseable.
[3] Todorov (1989), justamente para marcar esta diferencia, ha denominado “racialismo” a la legitimación científica de la antigua convicción acerca de las jerarquías raciales.
[4] Véase Palma, H. (2005), “Gobernar es seleccionar”. Historia y reflexiones sobre el mejoramiento genético en seres humanos, Buenos Aires. J. Baudino Ediciones.
[5] Véase, por ejemplo: Habermas, J. (2002), El futuro de la naturaleza humana. ¿Hacia una eugenesia liberal?, Barcelona, Paidos.
[6] Véase, por ejemplo: https://www.elconfidencial.com/tecnologia/ciencia/2017-08-02/genes-crispr-enfermedad-embriones-mitalipov_1424318/?utm_source=facebook&utm_medium=social&utm_campaign=BotoneraWeb
[7]. Véase por ejemplo: http://indianexpress.com/article/india/rss-wing-has-prescription-for-fair-tall-customised-babies-4644280/
[8] Véase, por ejemplo: https://www.elconfidencial.com/tecnologia/ciencia/2017-08-02/genes-crispr-enfermedad-embriones-mitalipov_1424318/?utm_source=facebook&utm_medium=social&utm_campaign=BotoneraWeb
[9] Aquí “positiva” y “negativa” no implican valoración alguna, solo refieren a objetivos diversos.
[10] Véase, por ejemplo: Rose, S. (2001), Trayectorias de vida. Biología, libertad y determinismo, Barcelona, Granica.
[11] Una suerte de experiencia piloto se inició en diciembre de 2008, cuando el Parlamento de Islandia aprobó una licencia exclusiva para Decode Genetics Inc., sobre el derecho a crear, operar y obtener ganancias de la Base de Datos del Sector de Salud Nacional, que comprenderá información personal, médica y genética de casi todas las personas del país.
[12] Aunque sea frecuente en algún periodismo científico ramplón, las soluciones al problema a través de porcentajes entre la determinación biológica y la biografía individual o el ambiente (50 y 50, 30 y 70 o 1,5 y 98,5…da lo mismo) son simplemente pavadas.
[13] Es notoria la explosión editorial de textos de lo que denomino “neuroayudas”: una mezcla que incluye un poco de neurociencia vulgarizada y muchos consejos prácticos para sobrevivir en una sociedad hostil desde una actitud exacerbadamente individualista, acomodaticia y complaciente, que presupone sin cuestionar un neoliberalismo brutal y definitivo.

 

 

 

 

 

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