En Argentina, cuando las calles de todo el país vibran en reclamo de un presupuesto digno, justo, actualizado y distribuido en tiempo para los trabajadores y para el funcionamiento general de las 57 universidades nacionales, emergen los fantasmas de los ‘Corda Frates’…
…la fraternidad católica conservadora (y también filo-fascista) que se opuso a quitar a la Iglesia Católica del rol rector de las universidades públicas y la democratización de la educación superior. Ellos fueron quienes se opusieron a la tan celebrada Reforma Universitaria de 1918.
Uno de los principales impulsores de mantener el statu-quo fue Atilio Dell’Oro Maini, un abogado que unas décadas más tarde y en directa relación con el Vaticano, el nuncio apostólico en Argentina y el Cardenal Caggiano definiría el nacimiento de las universidades privadas.
Al consolidarse la Reforma de 1918 durante la década del ’20 (justo es decir que la dictadura del general Uriburu en 1930 la destrozó), los sectores más conservadores intentaron crear centros de formación que dieran títulos oficiales, lo que no lograron porque el monopolio de la emisión y validación de los títulos era patrimonio del Estado nacional.
Sin embargo, la dictadura que derrocó al gobierno constitucional en 1955 lo puso a Atilio Dell’Oro Maini como ministro de Educación, quien promovió el Decreto 6403 (decretazos de necesidad y urgencia hubo en todas las épocas…). Ese decreto de diciembre de 1955, en su artículo 28, dice:
“La iniciativa privada puede crear universidades libres que estarán capacitadas para expedir diplomas y títulos habilitantes, siempre que se sometan a condiciones expuestas por una reglamentación que se dictará oportunamente”.
Poco antes, en octubre de 1955, cuando asumieron las nuevas autoridades de la UBA ese mismo ministro declaró:
«El Estado no tiene el monopolio de la universidad de la ciencia y de la educación. La triste experiencia realizada es un argumento que valoriza en los hechos la necesidad de abrir amplios caminos a la iniciativa privada –sin desmedro de las garantías que han de exigirse a la obtención de los títulos profesionales- con el objeto de respetar y fomentar los nobles esfuerzos dirigidos al enriquecimiento de nuestra cultura.» (Poder Ejecutivo Nacional, Ministerio de Educación y Justicia, 1958: 14).
Fue el nacimiento de la “laica o libre”.
De cuando los privados y privatistas se apropiaron de la palabra libre para hablar de educación. Las contradicciones de la época nos llevan a recordar que este personaje era ministro, al tiempo que un socialista democrático como José Luis Romero, integrante del Colegio Libre de Estudios Superiores fue designado rector de la Universidad de Buenos Aires, y en esos años nacieron las carreras de Sociología, Psicología, Ciencias de la Educación…
En agosto de 1958, hace exactamente 60 años, el presidente desarrollista Arturo Frondizi, que había asumido 4 meses antes como resultado de comicios en los que el peronismo estuvo proscripto, decidió finalmente reglamentar el artículo 28 de aquel Decreto, con una comisión que integraban tres católicos: Aristóbulo Aráoz de Lamadrid, el dirigente peronista Raúl Matera y el sacerdote Ismael Quiles. La Federación Universitaria de Buenos Aires salió a la calle. Tenía mucho para repudiar.
Uno de los grandes nombres de la Reforma del ’18 fue Gabriel del Mazo, tanto que luego fue presidente de la Federación Universitaria Argentina. En el vaivén en el que cuadros dirigentes ‘de centro y progresistas’ participaron de gobiernos que hicieron exactamente lo contrario de lo que habían prometido en su campaña (Frondizi fue apenas un ejemplo), del Mazo asumió en el gobierno desarrollista la cartera de Defensa.
La FUBA, al conocerse la traición de Frondizi en contra de la educación laica, pública y gratuita y a favor de la educación privada y confesional, se movilizó frente a la casa de Del Mazo, dado que el ahora ministro no encontraba nada ‘extraño’ en la Ley Domingorena que avalaba la instrumentación de aquel decreto dictatorial del ’55. “Ex maestro -le escribieron en una carta- cuarenta generaciones os repudian”.
En todo el país, las calles de las ciudades con universidades se pueblan de manifestantes. No es 2018, no. Es 1958. Y tal como hoy, manifestantes de ambos bandos.
Risieri Frondizi afirmó en un acto en la Facultad de Filosofía y Letras:
“Son universidades privadas no libres. La libertad de enseñanza está ligada con la libertad de cátedra. Y si no hay libertad de cátedra la libertad de enseñanza es una ficción”. “Tienen derecho a educar a una secta, a lo que no tienen derecho es a agitar las banderas de la libertad para atraer incautos”.
Como un redivivo de una polémica profundamente ideológica que lleva más de medio siglo, en las calles se cantaba:
“FUA, FUA, FUA, la lucha continúa”, “Reforma, laicismo, antiimperialismo”, “Los monjes al convento, escuelas de Sarmiento”, “A la lata a latero, que manden a los curas a los pozos petroleros”, mientras que reaccionarios de alcurnia como Álvaro Alsogaray vociferaba contra el “monopolio totalitario de la enseñanza” (sic) o los católicos decían que los ‘disconformes con los cambios’ se fueran a Moscú…
Finalmente, un 15 de septiembre de 1958 los ‘libres’ hacen un imponente acto en Plaza Congreso, bendecido por Monseñor Plaza.
La jerarquía eclesiástica avanzó vertiginosamente con su plan de educación privada y confesional, en contra de la llamada educación laica: estableció nueve universidades, dos en la Capital (Universidad Católica Argentina y Universidad del Salvador), y otras en Córdoba, San Juan, La Plata, Santa Fe, Salta, Santiago del Estero y Tucumán.
La respuesta de la ciudadanía que estaba por la “laica” triplicó holgadamente la movilización católica. Los trenes de La Fraternidad transportaban gratis a la multitud.
Así como en este agosto 2018 con cientos de clases públicas, universidades paradas y tomadas, en el marco del pago reducido o atrasado de becas, científicos desahuciados, fuga de cerebros, y las imponentes marchas del 30 de agosto en todo el país en defensa de la educación pública y el presupuesto estatal, un 19 de septiembre de 1958, por Avenida de Mayo avanzaban tomados del brazo los rectores, decanos, docentes y autoridades. Y junto a ellos los estudiantes.
Los gladiadores por el conocimiento.♦♦