¿Acaso la ficción escribe la realidad?
En el siglo XIX, en un mar de racionalidad y navegando en las aguas del positivismo se instaló la idea que la ciencia lo podía todo, y solucionaría todo. Eso se trasladó al siglo XX. Lo que hay es la realidad. En un determinado momento, y tal vez por un exceso de esa hiper-realidad, pareciera ser que todo estalla en mil pedazos. Y a partir de ahí la gente cree que lo real es la ficción. Ahí, seguramente, entra lo de la posverdad, la no-verdad…todo eso construye el día a día.
A veces uno debe hasta sacudir al interlocutor y decirle “¿no te das cuenta que es ficción, que está guionado?”
Así comienza el encuentro entre purochamuyo.com/ Cuadernos de Crisis con Eduardo Gotthelf, un mago de la microficción y forjador del primer Concurso Nacional de Microficciones Teatrales, en Cipolletti 2015.
El gran escándalo de la Feria del Libro que concluyó el 15 de mayo en Buenos Aires, lo tiene a Gotthelf como protagonista.
La escritora Luisa Valenzuela fue la encargada del discurso inaugural. A sabiendas de esta merecida honra, Eduardo Gotthelf, amigo personal de Valenzuela, le envió tempranamente una carta a-la-Les-Luthiers, donde decía una serie de incorrecciones que Wimpi o Arlt o Capusotto celebrarían gustosos. Sin embargo, en un mundo globalizado, espectacularizado y a la vez lineal y estructurado -o sea, con una creciente pobreza crítica- esa carta que ella hizo pública con picardía, provocó la irritación de una multitud de personas incluso en el extranjero.
Compartamos el texto, para adentrarnos en el mundo Gotthelf:
CARTA DE LECTORES
¿Otra vez una mujer inaugurando la Feria del Libro? Para los errores no hay dos sin tres, parece la decisión de un califa desquiciado. ¿Qué van a inventar luego? ¿Veremos mujeres dando misa, o negándose a parir o a preparar la cena? No voy contra el progreso, pero estamos subvirtiendo los valores.
No, no soy machista, al contrario, amo a las mujeres, y no sólo en la cama, también en la cocina, o haciéndose cargo de los niños y del hogar en general, cosas para las que los hombres, lo reconozco, no tenemos ningún talento.
Incluso me parece bien que estudien, pues todos tenemos derecho a tener un pasatiempo, algo que hacer por las noches, al concluir la jornada.
También acepto que algunas actúen en política, pues bien guiadas pueden llegar a constituir un importante apoyo para sus maridos. Una Primera Dama siempre será un modelo para sus congéneres, si es prolija y hace lo correcto.
También quiero decir, y no porque el tema esté de moda, que estoy decididamente en contra de la violencia de género. Si un hombre quema su casa o su dinero, es un estúpido que atenta contra algo de su propiedad. Si mata a su mujer, también.
En fin, acepto la designación de la Valenzuela, ya que dicen que escribió como 30 libros. Yo no leo, ya que tengo cosas más importantes que hacer, pero prometo mirar en el diario el resumen de su discurso, en una de esas me convence de algo.
Como ven, soy muy franco y de mente abierta.
Buenos Aires, Febrero de 2017
“Tengo un vínculo de años con Luisa, y tanto con ella como con otros amigos y amigas, por ejemplo Ana María Shua, tenemos siempre este tipo de diálogos desopilantes”, afirma Gotthelf.
“Parte de la broma con Luisa ya está en el comienzo cuando menciono a un califa desquiciado, que no es otro que el titular de la Fundación El Libro que organiza la Feria, Oche Califa. Lo insólito es que cuando ella lo compartió hubo bronca de amistades de ella. Es evidente que en lo cotidiano cierta ficción está construyendo cierta realidad, esa pos-verdad. Lo que se ha perdido es la capacidad de discernir; hace un tiempo era un lenguaje coloquial decir que tal información era ‘carne podrida’, que era información falsa, malintencionada, inventada. Pero el bombardeo es tan grande, los informativos son tan parecidos a una telenovela ¡y en internet sobre todo! El mismo mensaje llega por 17 vías distintas…y apela a aquello de ‘coma mierda,1 millón de moscas no pueden estar equivocadas’. Se expande y la gente dice entonces: ‘Fulanito no puede estar equivocado’. Entonces la palabra verdad pierde totalmente sentido, y la realidad se ve reemplazada por la fe. No necesariamente por la fe religiosa, sino una creencia. Y los diálogos empiezan con ‘yo creo que’ y quien está al lado o enfrente piensa lo opuesto. Ambos están tan convencidos de su verdad que no confrontan información o hechos, al punto que podríamos poner en boca de cualquiera de ellos ‘estoy tan seguro de lo que pienso que agarraría una Kalashnikov y saldría matar a todo esos estúpidos que no creen como yo en la libertad de pensamiento’. Tal vez todo esto empezó con la publicidad, cuando terminamos más o menos convencidos de que lo no necesario era necesario, o que con un determinado cigarrillo íbamos a ser felices y seductores.
-¿Realmente empezó ahí? Me parece interesante pensar que en el siglo XX hubo por diversas causas, un masivo pensamiento crítico, de gente que leía, escuchaba y elaboraba y criticaba, y que en algún momento en el paso de los 60 a los 70 comienza una ‘frustación’
Yo pondría el acento en la ilusión que provocaban los avances científicos y tecnológicos, que a los ojos de cualquiera mejoraban la vida, la hacían más confortable. Pero ese inusitado avance de las ciencias, en la segunda mitad del siglo XX, estuvo acompañado por el avance de las tecnologías, que alteraron de forma continua la vida de la gente. Por un lado, para bien. Al mismo tiempo, puso en las narices de la gente la rápida obsolescencia de las tecnologías y en simultáneo, de los conocimientos que la gente tenía. Todo sirve para poco tiempo. Los productos se fabrican proyectando su pronta obsolescencia. Diariamente tenemos que reaprender a usar una montaña de cosas, y desaprender otras tantas. Ahí es donde entra un factor, a mi criterio, determinante: la mercadería más escasa es el tiempo, no alcanza el tiempo, los consumidores del tiempo humano se han expandido. Ya no sólo la televisión sino las redes sociales, que más que redes son telarañas. De aquí damos un salto para entender qué pasa con la microficción, porque es claro que en el mundo entero la lectura de libros, de una novela de 600 páginas, es algo que hace poca gente. Claro que la hay, pero si en el mundo somos más de 7 mil millones, que la lean unos pocos millones…
en lo cotidiano cierta ficción está construyendo cierta realidad, esa pos-verdad. Lo que se ha perdido es la capacidad de discernir
Entonces la palabra verdad pierde totalmente sentido, y la realidad se ve reemplazada por la fe. No necesariamente por la fe religiosa, sino una creencia
‘No tengo tiempo para analizarlo, o para chequearlo’. Eso lo escuchamos a diario. Y entonces la gente le cree, acríticamente, a fulanito. Le venden el producto fulanito, como si la persona fuera un cigarrillo, la gente le cree y repite. Tiene fe en lo que esa persona dice. Y lo único que efectivamente se lee son los videograf que aparecen en la TV o los títulos de un diario o una revista.
EL TRUCO El faquir sale a escena, saluda, finge corjae y se acuesta en una cama de clavos. El acto no dejará huellas en su piel,porque el peso está repartido entre miles de puntas. Si fueran pocas, filosas y bien colocadas, dejarían marcas indelebles. Los clavos son así. Como las palabras. (Eduardo Gotthelf. Paraísos Perdidos. 2012)
-Ese relato casi calcado donde había necesidad de creer suena un poco como la historia del fascismo, una novela que comenzó hace más de 90 años
Sí. Levantando determinadas banderas que invocaban otros. Mussolini había militado en el socialismo italiano, y Hitler llamaba a su partido nacional-socialista. Pensaban más o menos así: ‘la gente va a leer el título, la consigna, el marketing, y nosotros vamos a tomar el poder y vamos a hacer lo que queremos’.
Pero volvamos, porque me interesa mucho la microficción. Hay un académico e investigador mejicano, Lauro Zavala que sostiene que la microficción es el género del tercer milenio. Tengo un acuerdo parcial con Zavala porque es un poco prematuro decir eso cuando pasaron 17 años del nuevo milenio. Sin embargo sí creo que es una literatura que va a ser propia del tercer milenio, porque la microficción tiene una concentración de sentido muy importante. En pocas palabras hay que decir mucho, y donde lo diferente o novedoso es la contribución que hace el lector. ¿Por qué digo esto? En una novela el lector se sienta y tiene un montón de elementos, uno se va imaginando lo que le van contando. En menor medida eso pasa en el cuento. Pero en la microficción es uno el que tiene que reconstruir, el lector tiene que trabajar para reescribir con el escritor. En la microficción hay huecos, silencios. Es mucho más lo que no está dicho que lo que está dicho, y uno tiene que completar. La imagen sería la de un cubito de caldo: para consumirlo hay que agregarle agua, hay que aumentar el volumen porque nadie se come el cubito así como viene.
…en la microficción es uno el que tiene que reconstruir, el lector tiene que trabajar para reescribir con el escritor. En la microficción hay huecos, silencios. Es mucho más lo que no está dicho que lo que está dicho
Es por eso que la microficción es mucho más exigente, más proyectiva, y de ahí que uno es coautor de tantos textos como lectores tenga. Pero atención ¡ahí está la trampa! ‘Es cortito, lo leo fácil’ dicen, pero queda rotando y rotando en el cerebro. Es tan adecuado para este tiempo donde no hay tiempo que la lectura puede ser rápida pero la elaboración enorme, e inconsciente. Hay que tener cuidado con la microficción para que no sea un chiste. Es cierto que en el género se vuelca mucho humor, tal vez por una cuestión cultural nuestra del chascarrillo, el retruécano…pero el humor es una cosa seria: es una enzima que nos ayuda a digerir la realidad, y que con humor podemos decir cosas durísimas tanto con ironía como con demostración por el absurdo. Quino con Mafalda es un genio. ¡Puede decir cosas terribles! Lo de él es minificción con dibujos. En fin, hay que decir que la microficción no es un género nuevo; el punto es que a la industria no le interesa publicarlo, y no es masivo aunque pueda ser de fácil lectura.
PARAÍSOS PARALELOS 4 En otro universo, Dios no era celoso, y no prohibió que comieran del árbol. Adán y Eva probaron la fruta, adquirieron el conocimiento y se hicieron ateos. (De Paraísos Paralelos- Eduardo Gotthelf. 2012)
-¿A la industria editorial no le sirve la microficción o la propia industria está en crisis inclusive con la ficción porque los modos y los canales de lectura y comunicación ya no son, masivamente, los del siglo XX? Porque está claro que la comunicación pasa por la portabilidad…
Vengo reflexionando sobre qué es un libro. Mi primer libro-objeto fue un frasco: textos enrollados en un frasco con tapa. Porque un libro, por definición, es un paralelepípedo encuadernado en soporte papel. Y ahí nuestra época se olvida todos los modos que tuvieron los libros. Cuando se muestra un libro-objeto que tiene otro formato, la fórmula cruje. Y eso pasa con los e-book también. Uno en un dispositivo portátil puede tener no un libro, sino una biblioteca entera. Sin embargo, para llegar a ser libro electrónico hay una parafernalia atrás: la palabra, transformar eso en ceros y unos para digitalizarlo, el soporte electrónico y algo que vuelva a traer esos códigos binarios para que pueda ser leído.
Por otro lado, se preveía una expansión mundial del libro electrónico, que no fue tal. Y no lo fue porque una editorial cobra, supongamos, 300 pesos por un libro en papel, y debería cobrar 30 pesos el libro electrónico, pero no es precisamente lo que pasa. La industria editorial boicotea la expansión del e-book, y no se da cuenta que si lo expande sería mucho mejor negocio y los libros llegarían a los lectores.
el humor es una cosa seria: es una enzima que nos ayuda a digerir la realidad, y que con humor podemos decir cosas durísimas tanto con ironía como con demostración por el absurdo. Quino con Mafalda es un genio. ¡Puede decir cosas terribles!
La industria editorial boicotea la expansión del e-book, y no se da cuenta que si lo expande sería mucho mejor negocio y los libros llegarían a los lectores.
-Después del libro en formato frasco de vidrio, publicó el siguiente en un sobre de cuerina, su “Legislación Urgente para el Logro de una Humanidad Sustentable”, un manual que pareciera formar parte del programa de gobierno de Donald Trump…Otra dura humorada de microficción. El próximo es…
Yo sostengo que en la Feria del Libro lo que hay son muchos, demasiados libros, una oferta donde es casi imposible elegir. Y esa sobreoferta va en paralelo con la sobresaturación de información real o mentirosa, de publicidad, de imágenes, de artículos en general. Es claro que en las ferias del libro más pequeñas y regionales donde los grandes consorcios no van pero sí exponen las librerías, los colectivos de autores o los autores per sé, los libros son más ‘visibles’ y ‘elegibles’. Pero en términos generales me parece que ante la sobreoferta y el desconocimiento que el lector tiene del autor, el libro-objeto y el libro con otros formatos presenta algún tipo de novedad. En el libro-objeto hay dos mensajes: el mensaje escrito que uno analiza -el lector es un analista simbólico-, y el otro mensaje es lo visual que hace al placer de la lectura. No apuesto al libro como decoración sino al conjunto que se crea entre el mensaje y el objeto bello. El primer libro-objeto publicado en un frasco de vidrio apela a los mensajes en botellas arrojados al mar, y por eso se llama “Principio de Incertidumbre”, y el que está por salir es un libro-juego, una especie de biombo, donde la microficción son juegos de palabras enmarcados en el todo que es el libro. Digamos que estos libros tienen la novedad de lo viejo, porque nacieron así hace 5000 años: escritos en conchas de tortuga… La masividad del libro en papel es una apuesta perdida. El libro objeto es el futuro-anterior.♦♦