escribe Daniel Lighterman
“Solo… Increíblemente solo”[1] pareció decir por unos meses el estático Edmundo en su esquina. Quienes durante meses le habían hecho compañía habían sido llevados a un hotel de tránsito donde sus hijos estarían “mejor cuidados”, y la solitaria estatua del músico y compositor Edmundo Rivero se lamentó de sus días de soledad.
No se preocupe don Rivero, el 2016 fue un muy mal año para este ajetreado país y la compañía no se va a hacer esperar.
Efectivamente, en enero del 2017, la esquina de Paseo Colón e Independencia recibió a dos nuevos residentes. ‘Gente buena, trabajan por acá’, dice una señora. Y si ella lo dice, debe saber. Y ese saber ya es suficiente, tranquiliza, y entonces nadie necesita preguntarse por qué algunos tenemos los colchones adentro de un departamento y otros lo tienen que poner afuera.
Parece que al ser enero, el clima la juega de bueno, y los dos muchachos no parecen pasarla tan mal. El trayecto de vereda acolchonado se recorre a pie en menos de dos segundos, y apenas terminados ya no hace falta que el transeúnte piense más en la suerte de esos dos pibes que terminaron viviendo ahí. Es uno de los beneficios que tenemos los con techo, no pensar en el exterior cuando no es necesario.
Claro que así como el clima no es estanco, tampoco lo es la economía y mientras el verano avanza hacia el otoño, el ajuste avanza con la misma tozudez hacia los bolsillos de quienes más cerca tiene. Y es así como el primer fin de semana del mes de abril, los dos muchachos reciben vecinos.
‘El mes se venció en el conventillo y como no tengo más laburo, nos sacaron a la calle’, dice el padre de familia con más resignación que preocupación. A lo mejor es la esperanza que alberga de conseguir trabajo pronto, a lo mejor es la falta de conocimiento de lo que yo supongo que se viene en la economía de los próximos meses, a lo mejor es el vino que se huele en el aliento, que viene a confirmar a dónde se fueron los contenidos de los dos tetra brik que están al lado de los colchones de los dos muchachos que inauguraron este monstruoso hotel. Su mujer no esta tan tranquila como él, se huele mientras hace las camas para sus hijos, ahí, en su nuevo domicilio sobre la avenida Paseo Colón.
Y entonces llega el lunes y las oficinas de esa cuadra empiezan a recibir a sus trabajadores y el murmullo comienza. Los muchachos de enero fueron tomados más a la ligera, pero la variable niños claramente es decisiva en cómo la gente mira esta problemática social. La variable muebles también, una familia con chicos ya no ocupa lo que dos muchachos sin ropas y así el chusmerío del barrio se debate entre la indecencia del hambre, la del hambre infantil (porque la otra importa menos) y la molestia de sentir ultrajado el ‘espacio público’.
Algunos se acercan y les hablan, otros les llevan comida y sobre todo la primera semana, muchos les llevan bolsas con ropa y abrigo. La experiencia dicta que la primera semana es la de mayor interacción…después el interés circundante decae. La población civil imitando el comportamiento de la clase política, va a asimilar la presencia escandalosa de los pobres, con niños incluidos, y se van a volver parte del paisaje urbano una vez más.
Y mientras que la desocupación hace estragos, el padre parece no haberlo notado todavía. ‘mientras sigan con estas obras, el laburo es poco’, dice. “Estas obras” son el metrobus y “el laburo” es caminar entre los autos en el semáforo pidiendo algo de plata. No se sabe cuánta plata recibe ni para qué le alcanza. La comida sigue llegando porque la gente del barrio se preocupa, pero también sigue llegando más ajuste y eso es preocupante.
Una nueva semana trae nueva gente. Otra familia que se quedó afuera. No se conocen con los antiguos residentes pero éstos le hacen un lugar. Hay más gente y hay más solidaridad en el barrio y más comida. Pero no hay más semáforos y sigue sin haber habitaciones donde dormir bien. Y se viene más frío, y hay chicos y ya la gente del barrio no sabe muy bien cómo ayudar. Parece haber más acolchados que personas, ya todos tienen su colchón, la ración de comida no se achica. Pero nada es suficiente. Hay gente en otras dos calles más y aunque no falten colchones, abrigos ni comida, no alcanza. Falta dignidad, falta responsabilidad, falta humanidad. Y todos los vecinos lo sabemos, pero no sabemos bien que hacer.
‘Las obras’ se terminaron, el Gobierno ya las inauguró y nada cambio para el resto de nosotros. Mucho menos para ellos. Ahora solamente el tráfico fluye más rápido y menos gente pierde segundos preciosos de su vida en mirar lo que está pasando apenas a metro de donde la marca registrada de este presente acaba de inaugurar su última sucursal.
Y el pobre Edmundo, que solo quería compañía, ahora se lamenta: “¡Pucha, que bronca me da, ver tanta injusticia de la humanidad!”[2]
[2] Bronca (Mario Battistella / Edmundo Rivero)
Daniel Lighterman es argentino. Crítico de cine, docente de Artes Audiovisuales en las áreas de Montaje y Dirección y dicta cursos de Análisis e Historia del cine.
TAMBIÉN VER:
PAGINA12: Políticas insuficientes para el sector más vulnerable
«El Gobierno tiene que preguntarse por qué no quieren ir a los paradores» // Maltratos, cacheos, violencia verbal y normas estrictas en establecimientos con serios problemas de infraestructura.
https://www.pagina12.com.ar/51357-el-gobierno-tiene-que-preguntarse-por-que-no-quieren-ir-a-lo
Excelente crónica.
Hace unos años fui testigo de una experiencia semejante en la esquina de Paseo Colón y Chile (sobre Chile, contra la pared del O. Krause), muy cerca de donde transcurre tu historia.
Allí vi cómo, con cartones y todo elemento que tuvieran a mano, se refugiaban sucesivamente diferentes personas en improvisadas «casas». Yo caminaba por Chile en dirección al río hacia la UCA, en donde en ese entonces enseñaba música y, unas tres cuadras más, me herían las orgullosas torres de Babel de la otra orilla. Te aseguro que todavía, pese al tiempo transcurrido, me duele el tremendo choque interior que esas imágenes tan contrastantes me provocaban .
Muchas gracias Nilda por tu aporte y por leer nuestra revista web.
Me impacto tu relato.Encontre q darle contenido a lo q nos duele puede ser asumido desde tantas herramientas!!!La voz,la escritura,la fotografía,la pintura..Hace años q camino mí ciudad y mí mirada siempre termina detenida en esa gente quieta ,anestesiada en el dolor,la miseria,el abandono,la injusticia.Soy pintora y es a través de la línea,de la materia q los hago visibles.Tengo muchos cuadros sobre ellos,enmudecidos por el tiempo y mi incapacidad para darles un espacio.No se..pense q tal vez te podria interesar ver alguno de ellos.
muchas gracias por tu lectura y tu comentario! Y gracias por divulgar nuestra publicación.