Durante más de 500 años sufrimos la guerra que los poderosos de distintas naciones, lenguas, colores y creencias nos hicieron para aniquilarnos.
Quisieron matarnos, sea matando nuestros cuerpos, sea matando nuestras ideas.
Pero resistimos.
Como pueblos originarios, como guardianes de la madre tierra, resistimos.
Reproducimos parcialmente el discurso de los subcomandantes zapatistas, tal como relata el diario La Jornada de México, en el aniversario 22 de la insurgencia de ese movimiento popular.
A 22 años del levantamiento armado indígena, las comunidades del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) tal vez no tengan casas de cemento, televisores digitales ni camiones último modelo, pero no sólo están mejor que hace 22 años, su nivel de vida es superior al de quienes se han vendido a los partidistas de todos los colores, manifestó el subcomandante Moisés.
En el primer minuto del 2016, acompañado de la comandancia general indígena del EZLN, Moisés dio lectura a un pronunciamiento que firmó con el subcomandante Galeano para reiterar sus 11 demandas por la que le declararon la guerra al gobierno un 1 de enero de día de 1994: tierra, trabajo, alimentación, salud, educación, vivienda digna, independencia, democracia, libertad, justicia y paz para todos los mexicanos.
En el caracol de Oventic, donde acudieron cientos de bases de apoyo, adherentes y simpatizantes del EZLN para conmemorar con actos culturales un aniversario más de la insurrección, elsubcomandante Moisés dijo que los zapatistas “no dejarán las armas, estarán con nosotros hasta el final”.
Expuso que a 22 años del levantamiento, las comunidades zapatistas, “lo que se pone en su mesa, la ropa que las viste, la medicina que las alivia, el saber que se aprende, la vida que transcurre es suya, producto de su trabajo y de su saber. No es regalo de nadie.
Durante estos 22 años de lucha de resistencia y rebeldía seguimos construyendo otra forma de vida, gobernándonos nosotros mismos como pueblos colectivos que somos, bajo los siete principios del mandar obedeciendo, construyendo un nuevo sistema y otra forma de vida como pueblos originarios. Uno donde el pueblo manda y gobierno obedece”.
Por el contrario, indicó, “en las comunidades donde gobiernan los partidos, reinan el desamparo y la miseria, manda la holgazanería y el crimen, la vida comunitaria está rota, lastimada ya mortalmente. El venderse al mal gobierno no sólo no resolvió sus necesidades, sino que sumó más horrores. Donde antes había hambre y pobreza hoy las sigue habiendo, pero además hay desesperanza”.
Las comunidades partidistas, agregó el jefe zapatista, “se han convertido en grupos de limosneros que no trabajan, sólo esperan el siguiente programa gubernamental de ayuda, o sea, esperan la próxima temporada electoral. Esto no aparecerá en ningún informe de gobierno municipal, estatal o federal, pero es la verdad que se puede ver en esas comunidades: campesinos que no saben ya trabajar la tierra, casas de material vacías porque ni el cemento ni las láminas se pueden comer, familias destruidas, comunidades que sólo se reúnen para recibir las limosnas gubernamentales”.
Moisés declaró que para los zapatistas la lucha aún no termina, porque reconoció que les falta mucho por hacer. “Nos hace falta organizarnos más y mejor. Pero con 32 años de experiencias de lucha de rebeldía y resistencia, ya somos lo que somos. Somos el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Somos aunque no nos nombren. Somos, aunque con silencios y calumnias nos olviden. Somos aunque no nos miren. Somos en el paso, en el camino, en el origen, en el destino”.