NO LLORES POR MÍ, GUATEMALA

La historia de las desapariciones forzadas como política de Estado y las masivas ejecuciones paramilitares con amparo estatal-empresarial-eclesial tienen su origen y máxima expresión en Guatemala.

Sin ese dato, no puede entenderse que la población guatemalteca, en particular la de origen maya, luche hace más de 85 años por la tierra agrícola, y que año a año sean decenas de miles quienes huyen y emprenden la marcha hacia la frontera de Estados Unidos. La búsqueda del pan y el trabajo en Norteamérica se origina en el despojo que Norteamérica propició y financió en la América Central.


Hoy por hoy, Guatemala tiene un tercio de toda la población de Centroamérica: 18 millones de habitantes, aunque 3 millones viven en otros lugares, en particular en Estados Unidos, para poder sobrevivir y dar de comer a sus familias.

Guatemala ha tenido gobiernos de derecha o extrema derecha desde 1954, cuando fue derrocado Jacobo Arbenz. En particular, los presidentes electos (con mayor o menor grado de limpieza en los comicios) fueron promovidos o bendecidos por el Ejército, o por los veteranos que participaron en las masacres. El caso más reciente es el de Jimmy Morales, que gobernó hasta 2020.

El Banco Mundial señala que en Guatemala la pobreza creció en relación directa con el aumento del PBI.


¿Paradojal? En 2005 el 51% de la población estaba en la pobreza, y ahora supera el 59%. El PBI se triplicó en 15 años: era de 24.000 millones de dólares y en 2019 creció a 77.000 millones. Ese crecimiento del Producto Interno Bruto, que en parte se explica por la minería, llevó a que la flota de camiones y transporte de carga circulando en Guatemala sea superior a la que tiene Colombia o Chile.

¿Cómo se explica, entonces, un aumento de la pobreza en un país que es tres veces más rico? ¿Dónde está el dinero, o mejor dicho, quiénes se apropian de ese dinero? El 10% más rico se apropia del 90% de los ingresos nacionales.


Las cifras de la ONU – UNICEF muestran que el 28% de los niños no terminan la escuela primaria, y el analfabetismo entre las mujeres rurales supera el 40%. El 35% de los habitantes de las ciudades carece de agua potable, y la cifra sube al 54% en el ámbito rural, que es donde vive casi el 60% de las y los guatemaltecos.

En 2005 la masa de migrantes era de 57.000, en 2015 de 78.000 personas. Los 146.000 que emigraron en 2020, en busca de un futuro, o lo que entienden como futuro, cruzan a México y de ahí por algún medio –que bien puede ser caminando- intentan llegar a la frontera sur con EE.UU. Algunos, incluso, hipotecan su propia vida para que algún experto en tráfico de personas lo lleve hasta la Florida y le pague con su trabajo.

A esa población hambreada es a la que frenan con el muro de la vergüenza.


Los migrantes de Guatemala, esos 3 millones que constan en la población total pero no viven en el país, remitieron a su patria una cifra record en 2020. Se trata de 11.508 millones de dólares según el Banco de Guatemala, un 8% más que el año anterior a la pandemia.

Las autoridades estiman que las remesas enviadas por los migrantes representan el 10 % del Producto Interno Bruto (PIB). Con esas remesas que llegan desde quienes limpian baños o cocinan hot dogs en Estados Unidos, 6 millones de guatemaltecos logran comer.

Guatemala es la tierra de la injusticia, un título que no ostenta a solas.

Las características de su pobreza no son intrínsecas a la geografía o al aislamiento, sino a 150 años de despojo sistemático, acompañado de las más virulentas y sistemáticas violaciones a los derechos humanos. La OEA y la ONU no parecieran reparar en ello.

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El primer Informe sobre los orígenes de las rebeliones sociales y políticas, y sus consecuencias en costo humano vio la luz en 1999. El Informe Guatemala, memoria del silencio, de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, tiene 4400 páginas.

La CEH (Comisión para el Esclarecimiento Histórico) procuró acotar el rango de estudio, algo que si bien puede ser objetable a priori porque no abarca otros períodos de barbarie estatal, tiene el infinito mérito de haber logrado un informe fidedigno de los años que abarcó. La Comisión contó con la ayuda de la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias (AAAS), que procesó en conjunto con la CEH las estadísticas que disponían, entre otros, el Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI) y el Centro Internacional para Investigaciones en los Derechos Humanos (CIIDH).

El resultado estableció que entre 1978 y 1996, en Guatemala fueron ejecutadas 132.000 personas (y deja margen para elevar esa cifra a 145.000), en tanto que Susan Jonas, en La batalla por Guatemala, editado por Nueva Sociedad – FLACSO, en 1994, elevaba esa cifra a 200.000 ejecuciones.

A su vez, la CEH termina expandiendo ese luctuoso escenario con estimaciones de períodos anteriores al Informe, que son las siguientes:

Estimación ejecuciones

1960-1967       5.000

1968-1969      5.000

1970-1977      12.000

1978-1996 (proyección CEH) 132.000

Regiones excluidas de la proyección 7.500

Desaparecidos 40,000

Ejecuciones + Desaparecidos: 201.500

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Detalle de mantel, Mixco,Guatemala Fotografía: Anne Girard

Las cifras no hablan. Precisan interpretación.

¿Qué significa el genocidio de 1.500.000 de armenios, además de una cifra enorme?

¿Qué significa un millón de muertos Republicanos en la Guerra Civil española?

En la mayoría de los casos, si no en todos, ha determinado un proceso casi-irreversible que perdura por un siglo. En el caso de Guatemala, esos más de 200.000 asesinados y/o desaparecidos son el 8% de la población del país. Crímenes que como veremos, son de lesa humanidad y siguen condicionando su estructura económico-social, obligan a migrar, además de haber inculcado el terror a movilizarse y organizarse en las mayorías.

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Guatemala es peor.


En un territorio muy propicio para las plantaciones, se expandió entre otros el monocultivo de café, además de azúcar y algodón, para la exportación. El componente racista de la sociedad post-colonial hispana marcó a fuego a Guatemala. La Constitución liberal de 1871 estableció que los indígenas debían prestar servicio obligado en las tierras de los latifundistas, entre 100 y hasta 150 días al año. Un moderno sistema semi-esclavista.

Tras décadas de dictaduras liberales serviles a la United Fruit Co., cuyo último exponente fue el general Jorge Ubico, que estuvo en el poder desde 1933, en junio de 1944 se produjo una revolución democrática y antidictatorial, que abrió el camino a grandes reformas. La mano dura del general Ubico había convertido al Ministerio de Trabajo, en 1934, en un departamento adjunto de la Policía Nacional, y el Código Penal de 1936 había otorgado funciones de control policial a los dueños de las fincas (estuvo vigente hasta 1973).

Entre 1944 y 1954 se produjeron reformas intensas, que crearon oportunidades de desarrollo social y de participación política. En 1945 se formuló una nueva Constitución, se amplió el régimen de partidos y se emitió una nueva ley electoral. La educación pública recibió un fuerte impulso, especialmente en el interior del país, y la Universidad de San Carlos de Guatemala obtuvo su autonomía. Se estableció el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social y se emitió el Código de Trabajo.

Al mismo tiempo se promovió una reforma agraria que buscaba la modernización y diversificación del sector agropecuario, así como la inclusión del sector campesino como un actor fundamental del desarrollo, estimulándose al mismo tiempo el desarrollo industrial y la ampliación numérica y orgánica de los asalariados urbanos. La política agraria buscaba modificar el régimen de tenencia de la tierra, considerado como la columna vertebral del poder oligárquico (…)

En 1950 el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) elaboró un estudio en el que criticaba acerbamente las desigualdades de la vida guatemalteca y recomendaba adoptar una serie de políticas; entre ellas, un cambio en la tenencia de la tierra para estimular la agricultura campesina y ampliar el mercado interno”

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La fruta más preciosa de la Revolución.


Cuando en 1953 el presidente Jacobo Arbenz dio su discurso ante el Congreso, aseguró que la Ley de Reforma Agraria era el comienzo de la transformación económica de Guatemala. “Es —dijo— la fruta más preciosa de la Revolución y la base fundamental de la nación como un país nuevo”. La Ley de Reforma Agraria (conocida como Decreto 900), promovía la modernización del agro y la disolución de las formas de trabajo arcaicas prevalecientes en el campo:

Artículo 1: La Reforma Agraria… tiene por objeto liquidar la propiedad feudal en el campo… para desarrollar la forma de explotación y métodos capitalistas de producción en la agricultura, y preparar el camino para la industrialización de Guatemala.

Artículo 2: Quedan abolidas todas las formas de servidumbre y esclavitud, y por consiguiente prohibidas las prestaciones personales gratuitas de los campesinos, mozos colonos y trabajadores agrícolas, el pago en trabajo del arrendamiento de la tierra y los repartimientos indígenas, cualquiera sea la forma en que subsistan.”

Fuente: Congreso de la República, Recopilación de leyes, Tomo 73, Guatemala, 1966




Esas fueron las causas de la creación del Movimiento de Liberación Nacional – MLN, una mascarada pseudo-democrática financiada por EE.UU, que abrió paso a la invasión de 500 militares preparada por la CIA norteamericana desde la frontera de Honduras, para derrocar a al presidente Arbenz Guzmán.

La operación llamada PBSUCCESS por la Central de Inteligencia Americana, buscó poner ‘la casa en orden’, es decir, devolver el poder del país a la oligarquía, a los socios de la United Fruit Company (que al momento de la Reforma Agraria tenía el 85% de sus latifundios sin explotar y fueron expropiados), y eliminar cualquier posibilidad de que los partidos democráticos, incluido el partido Comunista, estuvieran cercanos al poder. Los sucesos de 1954 terminaron en pocos días con la renuncia de Arbenz. La Iglesia Católica con la carta pastoral del 4 de abril de 1954, Sobre los avances del comunismo en Guatemala, hizo una abierta apelación religiosa al golpe de estado contra Arbenz.

“Nicholas Cullather, quien trabajó para la Agencia Central de Inteligencia (CIA describió en forma detallada cómo Estados Unidos llevó a cabo su objetivo de derrocar al Gobierno de Arbenz usando tácticas de desinformación, operaciones psicológicas, y hasta la elaboración de una lista de funcionarios que debían ser asesinados.” Fuente: Nicholas Cullather, Operation PBSUCCES: The United States and Guatemala: 1952-1954, History Staff Center for the Study of Intelligence, Central Intelligence Agency, Washington D.C., 1994


Algunos analistas señalan, para estos años posteriores al golpe, entre 9 mil y 14 mil detenciones, y entre 2 mil y 5 mil ejecuciones, entre ellas la del líder del sindicato bananero, Alaric Bennet, diputado durante el Gobierno de Arbenz.

Asimismo, tras el golpe del ’54, “se creó el Comité Nacional de Defensa Contra el Comunismo, dotado de facultades para ordenar a las Fuerzas de Seguridad la investigación de casos y el arresto de personas (…) los registros mencionan 72.000 detenciones”.

Ese mismo día en que se creó el Comité contra el Comunismo, el 19 de julio, se reintegró a la United Fruit Company las tierras confiscadas por la Reforma Agraria de Arbenz. El Informe de 4400 páginas señala que tras la creación del Comité:

“En los departamentos más afectados, como Alta Verapaz, Escuintla, Izabal, Baja Verapaz, Chimaltenango, San Marcos y parte de Quiché, se registraron sistemáticos actos de violencia.

Durante este período se produjeron numerosos desalojos y casos de persecución de campesinos agraristas. Se calificaba así a los campesinos que en los años anteriores se habían organizado y que habían accedido a la tierra. En la concepción del nuevo régimen el agrarismo era sinónimo de comunismo, y los beneficiarios de la ley eran asumidos como comunistas.”

Todo lo que sucedió después, hasta este minuto de 2021, tiene que ver con esos antecedentes.


Latifundio, oligarquía, estrechos intereses con la potencia norteamericana, intervención de la CIA y el Departamento de Estado, ser geopolíticamente la frontera sur con México, poseer presuntamente una base de la Inteligencia israelí, riqueza petrolera, y frenar el socialismo.

A contrapelo de lo que el saber popular cree, los planes sistemáticos de tierra arrasada, quema de cosechas, siembra de terror, desaparición de personas y campos de concentración fueron anteriores en Guatemala que en Argentina o Vietnam. Guatemala siempre fue peor.


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La guerrilla revolucionaria como única salida.

El Informe Guatemala, memoria del silencio, de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, sostiene:

“La dinámica contrarrevolucionaria iniciada en 1954, que implementó la ideología anticomunista desde el Estado, con el apoyo de grupos de poder y de la Iglesia Católica, provocó descontento e inconformidad en los obreros, campesinos y de la clase media. Para comprender la aparición de la guerrilla guatemalteca es necesario hacer referencia al levantamiento militar del 13 de noviembre de 1960. Un 30% de los cuadros del Ejército, principalmente subalternos, participaron (…) lo más importante fue cuestionar la decisión presidencial de permitir que expedicionarios cubanos que iban a participar en la invasión de Playa Girón se entrenaran secretamente en Guatemala y, por consiguiente, que funcionaran fuerzas irregulares en el territorio nacional”.

A partir de 1962, tras la afirmación de la Revolución Cubana y la derrota mercenaria en Playa Girón en abril de 1961, el país profundizó el autoritarismo, se recurrió a la militarización del Estado y a la violación de los derechos humanos bajo la adopción de la Doctrina de Seguridad Nacional.

“En este contexto se produjo también la radicalización de grupos de la izquierda guatemalteca, en la que convergieron ex funcionarios de los gobiernos de Arévalo y Arbenz, miembros y líderes de los partidos políticos, y militares involucrados en el levantamiento del 13 de Noviembre de 1960, quienes aprovecharon la reactivación y el malestar del movimiento social, especialmente entre sectores de estudiantes, maestros, obreros urbanos, campesinos y algunos profesionales. La rebelión de la izquierda echó raíces sociales y se tornó en alzamiento armado debido a la exclusión económica y social y a la ausencia de un espacio democrático.”

Las Fuerzas Armadas Rebeldes – FAR nacieron en el exilio cubano, en diálogo con Arbenz, y propiciadas por el Partido Guatemalteco del Trabajo (comunista), junto con los militares rebeldes nacionalistas que habían conformado el MR-13, además del Movimiento 20 de Octubre y del Movimiento 12 de Abril.

La decisión fue unirse para derrocar al Gobierno dictatorial a través de la lucha armada. Las FAR definieron como su principal enemigo “el imperialismo norteamericano, sostén fundamental de las clases reaccionarias internas y de la casta militar que ahora ejerce la dictadura”.

Los primeros focos guerrilleros datan de 1963, en las zonas donde luego durante 25 años se desplegaría la estrategia de tierra arrasada y ejecuciones a manos de la dictadura.

“El golpe de 1963 permitió adoptar el modelo contrainsurgente que se consolidó durante el gobierno de Méndez Montenegro (1966-1970), a través de un pacto secreto entre el alto mando del Ejército y el nuevo Gobierno civil. La Constitución de 1965 fue el marco de legalidad en el cual se desenvolvió la reestructuración institucional que garantizó el poder del Ejército, bajo el espíritu de la Doctrina de la Seguridad Nacional: el enemigo es interno.

A partir de 1966 los militares recurrieron crecientemente a la práctica del terror como parte de la estrategia contrainsurgente, y aceleraron el proceso de profesionalización de su sección de Inteligencia y sus operaciones de combate en las que comenzaron a involucrar a civiles”.

En 1966 nacieron los escuadrones de la muerte civiles, que constituyeron 35 organizaciones paramilitares. Además de las tareas represivas en sí, desarrollaban las tareas de espías y preparaban la captura o ejecución a manos de los uniformados.

“La “primera ola de terror” fue de 1966 a 1968. La revista TIME del 17 de marzo de 1970 dio la cifra de 3.000 muertos, de los cuales 80 serían guerrilleros, 500 simpatizantes de la guerrilla y 2400 inocentes. Por su parte, la guerrilla sostuvo que la cifra oscilaba entre 4000 y 5000 víctimas.”


La iglesia reacciona.


“Los años sesenta estuvieron marcados por un proceso renovador en sectores de la Iglesia, del que participaron colegios católicos de clase media y alta como el Liceo Javier, de los Jesuitas, el colegio Monte María, de las misioneras Maryknoll, el Colegio Belga, de las religiosas de la Sagrada Familia, y el Liceo Guatemala, de los Maristas. El movimiento estudiantil socialcristiano CRATER organizaba programas de voluntariado para que los jóvenes prestaran servicios de educación y salud durante sus vacaciones en las zonas más pobres del país. La experiencia fue transformadora para muchos de ellos, quienes desconocían la miseria en que vivía la población, y radicalizó a otros, al punto de que se incorporaron posteriormente a la guerrilla. Sin embargo, este tipo de iniciativas comenzó a ser opacada por la violencia.

En un mensaje episcopal del 9 de mayo de 1967 los obispos guatemaltecos manifestaron su preocupación por la creciente ola de terror que sufría el país:

“Cada día aumenta el número de huérfanos y viudas, son muchos los hombres arrancados violentamente de sus hogares por incógnitos secuestradores, son detenidos en lugares ignorados o violentamente asesinados apareciendo luego sus cadáveres horriblemente destrozados y profanados. Nos angustiamos con nuestro pueblo noble y pacífico, que, desde hace ya mucho tiempo, vive la zozobra, el temor y la angustia; la inseguridad se ahonda más y más”.

Mensaje del episcopado guatemalteco del 9 de mayo de 1967, “Al servicio de la vida, la justicia y la paz”, CEG, Ediciones San Pablo, Guatemala, 1997, pg. 50

El general Kjell Eugenio Laugerud García que gobernó entre 1974 y 1978 impulsó una política económica desarrollista y la aplicación de mayor represión. La pausa fue en 1976 cuando un fuerte terremoto afectó a Guatemala con un saldo de más de 27.000 muertos, y una oleada de protestas de trabajadores y estudiantes, y un aumento de la actividad guerrillera.

En esa década se registra una penetración masiva de iglesias evangélicas (la mayoría norteamericanas). Casi el 20% de la población era evangélica en 1980, abonada por  la migración masiva que se dio del campo a la capital durante los años setenta por razones económicas y por el aumento de la violencia en el área rural.

“Muchos inmigrantes se afiliaron a grandes cantidades de iglesias evangélicas, posiblemente porque en ellas encontraron una de las pocas formas de asociación adecuada a su baja posición social, que les ayudaba en el difícil acomodamiento a las nuevas condiciones de vida en la ciudad”. Virginia Garrand, “El protestantismo, 1954-1990”, en Historia General de Guatemala, Asociación de Amigos de País, Guatemala, 1998.


Esa fuerte base evangélica sirvió para que aterrizara en el gobierno Efraín Ríos Montt, un ferviente creyente de una corriente evangélica anticomunista de California, quien mientras se producían las masacres y violaciones (que expondremos enseguida) daba sermones en contra del adulterio y a favor de la familia, por la radio estatal de Guatemala.


“Desde 1974 el gobierno del general Laugerud García había suscrito un convenio con el Estado de Israel para recibir ayuda militar, gobernado en ese período por Yitzhak Rabin, Shimon Peres y Menachem Begin. Entre 1975 y 1982 el Ejército adquirió 11 aviones Arava, 10 carros de combate RBY Mkl proporcionados por Israel, y fue totalmente equipado con fusiles de asalto Galil 5.56 a un costo de US$ 6 millones.

En 1980 el Gobierno israelí ayudó a instalar la fábrica de industria militar guatemalteca en Alta Verapaz para producir municiones para los fusiles de asalto Galil y para las ametralladoras Uzi. En 1979 técnicos del Tadiran Israel Electronics Industries instalaron un centro de cómputo en la capital del país, que comenzó a operar en 1980.

Al año siguiente, el Ejército de Guatemala inauguró la Escuela de Transmisiones y Electrónica, construida y equipada con el apoyo de técnicos israelíes, para actividades de inteligencia.”

La escalada represiva y la sistemática violación de los DD.HH, chocó con la administración de James Carter.


“Las relaciones bilaterales con los EE.UU. fueron deteriorándose. En abril de 1977, se publicó el primer informe del Departamento de Estado sobre la situación de los derechos humanos en varios países, entre los que se encontraba Guatemala. Frente a este informe el Gobierno, junto con otros de la región, decidió renunciar a la ayuda militar estadounidense, adelantándose a la prohibición del Congreso respecto a la ayuda militar. El Ejército de Guatemala buscó otros proveedores para ampliar y renovar su equipo militar. Para la formación contrainsurgente se obtuvo ayuda de países europeos y sudamericanos, además de Israel y Taiwán”.


La derrota de las FAR dio origen a nuevas guerrillas, que se concentraron en los departamentos norteños y del llamado Altiplano, y la alianza con los indígenas fue natural y creciente. En la misma escala fue la represión. No representa novedad los métodos utilizados, con la excepción del particular ensañamiento sobre el cuerpo de las mujeres.


La violación de las indígenas campesinas mayas fue una práctica sistemática y duradera.


La Comisión logró identificar casi 10.000 víctimas, de las cuales –por razones culturales y familiares-, menos de 1500 confirmaron los abusos. La CEH entiende que hay un absoluto subregistro tanto del total como de los casos de violación sexual a manos de las tropas del Ejército.

“La violación sexual fue una práctica que coexistió con otras violaciones de derechos humanos. De acuerdo a los testimonios recibidos, la violencia sexual estuvo vinculada de modo sistemático con la privación de libertad de mujeres y con las masacres. Según los registros cuantitativos, en un 25% de casos de violación sexual la víctima sufrió ejecución arbitraria.

En aproximadamente un tercio de casos de violación sexual aparece también la privación de libertad. De los testimonios se infiere que muchas mujeres que fueron detenidas y que estaban en condición de desaparecidas, también sufrieron violación sexual.”

“Los soldados decían: ‘carne nueva nos vamos a echar’. Todas las mujeres eran violadas día tras día. Lo cierto es que toda mujer capturada, de cualquier edad, era violada. A cualquier hora. Los soldados hacían fila para abusar de ellas. Después las ejecutaban y los responsables se reían de la forma en que fallecían”.

Testimonio, 1981, Comunidad Quiché

La mayoría de las violaciones sexuales se concentra durante los años 1980-1983 cuando gobernaron los generales Romeo Lucas García (1979-1982) y Efraín Ríos Montt (1982-1983).


El triunfo de la revolución Sandinista en 1979 en Nicaragua no pudo menos que subir el alerta, y “concentraron sus esfuerzos en aniquilar al enemigo interno, limitándose no sólo a combatir a la guerrilla sino atacando sistemáticamente al movimiento social y a la población en las áreas de fuerte presencia guerrillera, principalmente población maya, destruyendo cientos de aldeas, principalmente en el Altiplano, y provocando un desplazamiento masivo de la población civil que habitaba las áreas de conflicto. Paralelamente el Ejército implantó estructuras militarizadas, como las Patrullas de Autodefensa Civil (PAC), para consolidar su control sobre la población, buscando contrarrestar la influencia de la insurgencia”

Las violencias contra las mujeres coinciden con la política de tierra arrasada. La mitad de los casos de violación y asesinato fueron en el departamento Quiché, un cuarto de ellos en Huehuetenango, y el resto en Alta Verapaz (7%), Chimaltenango (3%) y Baja Verapaz (3%), en el norte del país.


El 88,7% de las víctimas de violación sexual identificadas que registra la CEH (con información de grupo étnico) son mayas. De ellas el 62% con edades entre 18 y 60 años; un 35% niñas de 5 a 17 años, y el 3% ancianas. “El porcentaje de menores de edad es bastante significativo y muestra cómo esta forma de violencia marcó la vida o trajo la muerte a muchas niñas. De los testimonios se desprende que muchas mujeres que sufrieron violación sexual y ejecución arbitraria, estaban embarazadas.”

La razón de las violaciones a las mujeres mayas implica “la consideración de inferioridad por la pertenencia étnica y posición social. Para la formación militar en Guatemala, la condición de población civil frente a militares establece una percepción de inferioridad. En el marco de los “valores” exaltados, las mujeres mayas quedan excluidas de estos supuestos valores.

Casi el 90% de los autores materiales de las violaciones sexuales fueron miembros del Ejército de Guatemala. Hombres que hoy tienen entre 60 y 85 años…


“La CEH ha podido establecer, de acuerdo con el análisis de los testimonios, que durante los años 1981 y 1982 miembros del Ejército realizaron masacres contra comunidades indígenas, ejerciendo violencia sexual contra las mujeres. Casi en la totalidad de los casos referidos a las masacres cometidas por elementos del Ejército, los declarantes manifestaron que los militares: “violaron a las mujeres”.

Entre los elementos que describen cómo se llevaron a cabo las violaciones sexuales contra mujeres en el contexto de las masacres, se identifican: la planificación, el dejar evidencias de la violencia sexual ejercida, y la extrema crueldad y ensañamiento, incluso con los cadáveres. Testimonios suministrados por miembros del Ejército fortalecen la convicción de que la violación sexual constituyó una práctica habitual e incluso sistemática, en la medida en que en algunas ocasiones fue ordenada por los mandos superiores en forma previa al ingreso a las comunidades, con instrucciones precisas acerca de la forma de perpetrarlas.”

“En su trabajo de campo la CEH pudo comprobar que otra característica de la violencia sexual utilizada en las masacres fue la crueldad con que se llevaron a cabo, reflejando en muchos casos que se perseguía despoblar áreas y sembrar el terror. En el municipio de San Martín Jilotepeque, en un primer momento sólo escapaban los hombres ya que a ellos era a quienes principalmente detenía o asesinaba el Ejército. Sin embargo, ya en los primeros meses de 1982, los soldados empezaron a violar y asesinar a las mujeres, y a matar niños y ancianos; entonces comenzó el éxodo de comunidades enteras.”


Las operaciones de tierra arrasada forzaron los desplazamientos permanentes


Numerosas comunidades indígenas huyeron hacia las montañas, “siendo perseguidas, cercadas militarmente y sometidas a constantes ataques por parte del Ejército y miembros de las PAC – Patrullas de Autodefensa Civil. Las huidas fueron continuas, así como la destrucción de los alimentos y bienes de supervivencia. En cada una de las acometidas, los militares capturaban a personas, en su mayoría ancianos, mujeres y niños que eran los grupos que más dificultades tenían para la fuga. Precisamente al tener que cargar los hijos y utensilios de cocina, las mujeres fueron las más vulnerables de resultar violadas, heridas, muertas o capturadas.

La identificación que hizo el Ejército de la población maya refugiada en las montañas con la guerrilla, hacía que la búsqueda de los hombres fuera casa por casa. Al no encontrarlos, se ensañaban con sus familiares. Muestra de ello fue encontrar los cadáveres de las mujeres desnudos, mutilados y con hemorragias vaginales.


“Este modelo no puede considerarse selectivo porque se dio masiva e independientemente de que los hombres estuvieran o no en las “listas negras” del  servicio de Inteligencia del Ejército.

La intención era lograr el sometimiento absoluto mediante la generación del terror. Incluso hubo casos en que las viudas (que lo eran porque elementos del Ejército habían matado a sus maridos), fueron igualmente acusadas por supuestos hechos de sus maridos ya muertos.”

El padre de Rigoberta Menchú Tum, premio Nobel de la Paz, y activista maya, fue asesinado mientras tenía tomado un edificio. Su madre fue torturada, violada y asesinada.


A modo de epílogo, Guatemala.

Los genocidas de uniforme y de civil no recibieron castigo. Pocas excepciones confirman esta aseveración. Según Amnistía Internacional se inició juicio contra cinco ex miembros del Ejército por detención ilegal, tortura y violencia en perjuicio de  Emma Molina Theissen y la desaparición forzada de Marco Molina Theissen. En otro juicio, en febrero de 2017, se declaró culpables a dos ex mandos del ejército por someter a violencia sexual y esclavitud a 11 mujeres indígenas maya. Y no mucho más. Un juicio anterior en 2013 culpó por el genocidio de 1700 indígenas ixiles a Ríos Montt que lo cumplió en su casa…

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En pago a la asistencia militar, instrucción contrainsurgente y alianza política, el presidente Jimmy Morales fue el primero en seguir los pasos de Donald Trump y trasladar la embajada de Guatemala desde Tel Aviv a Jerusalén, en mayo de 2018. El silencio del estado hebreo con respecto a las históricas violaciones a los derechos humanos en Guatemala es, como mínimo, un motivo de reflexión y examen de conciencia para un pueblo que vio sus aldeas europeas arrasadas y asistió a las masacres de los nazis.

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Fredy Perecelli y asistente Jimenez -Antropología Forense

Dado que millones de guatemaltecos viven en Estados Unidos, el NYTimes reflejó en un extenso reportaje el trabajo de Fredy Peccerelli, el jefe de Antropología Forense que junto a su equipo viene trabajando hace una década en descubrir las fosas comunes y reintegrar los restos a los familiares sobrevivientes. Peccerelli huyó de Guatemala en 1980, cuando tenía 9 años. Su padre podía haber sido desaparecido, y escaparon todos.

“Durante ese tiempo, grupos paramilitares —que eran escuadrones de la muerte con nombres como Ojo por Ojo y Mano Blanca— atravesaban la ciudad de Guatemala en jeeps y furgonetas blancas sin placas, y secuestraban a las personas en las esquinas de las calles, en sus trabajos o en sus casas a mitad de la noche. A menudo había cuerpos mutilados abandonados al lado del camino o colgados de árboles”, relata el NYTimes en un artículo publicado en 2016, cuando ya el equipo de este antropólogo que regresó a Guatemala para colaborar en la búsqueda de verdad ya había descubierto 10.000 cuerpos en pueblos, pozos, debajo de baldosas en iglesias o en fosas comunes a 24 metros de profundidad.

El artículo completo llamado Los secretos de los huesos de Guatemala puede leerse completo en castellano aquí https://www.nytimes.com/es/2016/07/10/espanol/america-latina/los-secretos-de-los-huesos-de-guatemala.html

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Efraín Ríos Montt

Lo que esperaba el mundo de los justos era la condena al genocida Efraín Ríos Montt. Un juicio demorado y amañado, con una justicia a manos del presidente Jimmy Morales, en el que cuando finalmente el genocida debió usar la palabra afirmó que todo era una fábula y que no había dispuesto ninguna masacre.

El equipo de periodistas del prestigioso portal de investigación Plaza Pública, de Guatemala (www.plazapublica.com.gt) publicó en 2018 un artículo que titularon Ríos Montt: La muerte y la impunidad llegan juntas. El bárbaro había fallecido sin condena efectiva, a los 91 años.

Solo la muerte pudo liberarlo de las acusaciones penales en su contra. Efraín Ríos Montt expiró preso en su casa, enfermo y doblemente acusado de genocidio. Tras un entierro relámpago y un funeral muy íntimo, queda un sabor amargo en las víctimas que ya temían que este fuera el desenlace. Su deceso deja sin posible resolución judicial cientos de crímenes.”  

Un material de lectura imprescindible, que puede leerse completo en castellano, aquí https://www.plazapublica.com.gt/content/rios-montt-la-muerte-y-la-impunidad-llegan-juntas



¿Y hoy?


Guatemala tiene ahora la sexta tasa más alta de desnutrición crónica del mundo. La cantidad de niños en peligro de morir de inanición se duplicó entre 2019 y 2020, según el propio gobierno de Guatemala.

El hambre obedece a históricas sequías y otras consecuencias del cambio climático, pero lo cierto es que, como consigna el Washington Post en un reportaje logrado la primera semana de abril 2021, en la frontera con México, “la mayoría de los migrantes que se preparan para salir de Guatemala, y otros que han llegado recientemente a Estados Unidos, mencionan la inseguridad alimentaria como un factor importante en sus decisiones de marcharse.

En las comunidades indígenas de las tierras altas occidentales del país, donde un número desproporcionado de personas se está yendo, la tasa de desnutrición crónica infantil ronda el 70 por ciento, más alta que en cualquier otro país del mundo (…) El más reciente informe del Programa Mundial de Alimentos predice que 428.000 guatemaltecos estarán en Fase 4, el nivel de emergencia más alto de inseguridad alimentaria, de hambruna.”


Memoria

Verdad y Justicia


Esta radiografía de las últimas 8 décadas en Guatemala es, además de un intento de comprender a ese país, el más poblado y casi el más extenso de América Central, una suerte de lectura circular. Termina donde comenzó, y vuelve a comenzar la injusticia cada día: así son los delitos de lesa humanidad. No cesan nunca en su efecto de producir daño hasta que no se logra justicia y los culpables piden perdón.

www.purochamuyo.com – Buenos Aires – Argentina – Abril 2021


Todos los textos originales citados en este trabajo, y que no tienen cita diferenciada, corresponden al Informe Guatemala, memoria del silencio, de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, de 1999

Las imágenes de los trajes, tejidos y bordados pertenecen al Museo Ixchel del Traje Indígena, Guatemala https://museoixchel.com/coleccin

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