El 14 de abril falleció la fundadora del Colectivo Editorial Crisis, y de la revista web www.purochamuyo.com / Cuadernos de Crisis, que vio la luz hace 10 años.
Susana Etchegoyen (1956-2025), médica, militante, ex diputada de la Ciudad de Buenos Aires, profesora universitaria, sanitarista, investigadora, habla por sus acciones y por sus textos. Y lo que es mejor, por su coherencia entre ‘los dichos y los hechos’.
Esto escribió en 2016, cuando ya se hablaba de la baja en la edad de imputabilidad, cuando se potenciaba la construcción de más cárceles, cuando se avizoraba la privatización del sistema carcelario -bien antes de Bukele-, cuando Susana Giménez practicaba tiro en su programa de televisión -y decía peores barbaridades que José Luis Espert-, cuando en 2016 se negaban -como sigue siendo hoy- las cifras de torturas y ‘suicidados’ en las cárceles y calabozos de todo el país.
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LOS NUEVOS GULAGS – NO EN MI NOMBRE
Escribe Dra. Susana Etchegoyen
Nuestros mayores, y muchos de nuestros hermanos y compañeros, han añorado en alguna noche de charla íntima y buen vinito, ahí donde la nostalgia se hace implacable, aquellos tiempos de fútbol en la esquina, con el piberío de los barrios en los que tantos nos criamos.
Barrios pobres donde aprendimos desde temprana edad que los niños pobres en un entorno pobre, totalmente carentes de juguetes, avivan el ingenio o los amaños para jugar; y más aún, que en ese ingenio se juega muchas veces un aprendizaje, una convicción de potencia y fuerza que servirá en adelante para decirle a la vida, “¡no me importa, yo me las arreglo igual, vas a ver!”
Allí es donde los códigos de amistad, valor, honor y solidaridad modelaron nuestro compromiso por otro mundo posible. Unas tardes de reconocernos en el otro, el chico del conventillo de al lado cuyo papá estaba preso y su primo (supimos) robaba pero, eso sí, nunca en el propio barrio por una elemental cuestión de códigos. Territorios donde éramos libres de la mirada de los mayores, y aun los que soñábamos con hacernos médicos, abogados o ingenieros entendíamos por qué “el Cancún” (así se llamaba el vecinito) ya aprendía con el tío a robar en los colectivos pero era un amigo muy querido para nosotros. Un universo donde tempranamente se entrenaba la solidaridad y la resistencia -que hace rato ha desaparecido-, reemplazado por este nuevo territorio donde el lazo social se ha roto. Era un universo lleno de secretos que los adultos nunca sabrían, donde se develaba y presentificaba la potencia de lo que quiere ser aniquilado y se niega a morir.
Transitamos una larga semana de instalación mediática de la doctrina del “derecho a la justicia por mano propia” y hasta de una “limpieza preventiva de aquellos que ya no deben joder más”.
El poder instala -entre sonrisas, lágrimas de cocodrilo y lugares comunes- este nuevo genocidio en el que al macabro universo de niños, jóvenes y adolescentes que mueren por hambre, por abandono, por el paco, o medicalización extrema, y por gatillo fácil, sumará ahora a miles por reclusión en institutos, psiquiátricos y sobre todo en las nuevas cárceles que se planea construir, además de las nuevas cárceles para inmigrantes.
Con la mira en sumar un promedio de 2.000 plazas anuales a lo largo de la gestión, el Ministerio de Justicia bonaerense buscó –a través de reuniones con la Jefatura de Gabinete de Nación (Marcos Peña) y el Ministerio de Defensa (Julio Martínez)– predios abandonados, por ejemplo del Ejército, para construir alcaidías. “Ya identificamos espacios disponibles en Ensenada, Tigre, San Martín, Azul, Bahía Blanca, San Nicolás, Tandil y Quilmes”, detalló el ministro Gustavo Ferrari.
Nadie habla aún del nuevo modo de gestión carcelaria, basado en la privatización de las mismas, a manos de empresas multinacionales, modelo importado de EE.UU, que ya comenzó a implementarse en otros países de América Latina y que conlleva un fabuloso negocio donde los prisioneros generan altas ganancias en condiciones que ni los esclavistas se atrevieron a soñar.
UNA NUEVA “DOCTRINA DE LA SEGURIDAD NACIONAL”
Una interface de criminalización, represión y eliminación política de los [próximos] subversivos sociales. El “marco de peligrosidad”, que alega el poder dominante y sus voceros, es el riesgo perpetuo que arrastrará hasta el fin de sus días la sociedad mercantil, ante la ‘peligrosa’ clase social del trabajo, precarizada, empobrecida y excedente.
En abril de 2009 –lamentablemente no hubo un nuevo estudio completo más actualizado- la Fundación de Estudios para la Justicia- FUNDEJUS, en ocasión de la discusión sobre la baja de la edad de imputabilidad, emitió un informe que mostró cómo la realidad desmiente el discurso genocida.
“Seis de cada 100 delitos son cometidos por adolescentes. En 2007 se inició un promedio de 557 causas en los siete Tribunales de Menores de Capital Federal, mientras que el promedio de expedientes de delitos cometidos por adultos registrados en los juzgados de instrucción y correccional es de 9.300. De esa comparación surge que los chicos protagonizan el 6% de los delitos, una cifra que está dentro de los parámetros internacionales de delincuencia juvenil.
En los juzgados de menores, el 57% son por robo. Por ese delito quedaron detenidos el 70% de los chicos que están alojados en institutos. Los registros de la Suprema Corte Bonaerense revelan que entre 2000 y 2007 bajó la delincuencia en los jóvenes. En 2000 había 72.708 causas iniciadas y en 2007 la cifra llegó a 52.101”.
Y esto se complementaba con la siguiente información:
–sólo el 5% de los presos bonaerenses está alfabetizado.
– 400.000 jóvenes, entre 14 y 20 años, no estudian ni trabajan.
– Hay 1.000.000 de jóvenes socialmente vulnerables.
– 9 de cada 10 encarcelados son pobres.
– El 50% de los delitos se concentran en Capital Federal y la Provincia de Buenos Aires.
En las ciudades de Santa Fe y Rosario:
– El 60% de los infantes y adolescentes están en la pobreza.
– La mitad [sub]vive en la indigencia, y estas cifras se incrementarán con la recesión iniciada en el último trimestre del 2008”. Fin del informe 2009.
El Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano, en la misma época, realizó una investigación sobre las “Consecuencias psicosociales del aumento de la violencia y la inseguridad”.
Entre otros datos, se comparó el incremento de la tasa delictiva y la cobertura de los medios de comunicación, llegando a la siguiente conclusión:
…La cobertura mediática de la inseguridad y la violencia social no necesariamente refleja de modo preciso el delito real…Como es lógico, en los medios se privilegia el tratamiento de historias que permiten la construcción de una narrativa… La cobertura mediática de la violencia se realiza, fundamentalmente a través de “leading cases”, lo que produce una discrepancia mensual observable entre la violencia real y la violencia social tal como es percibida por la opinión pública. Los “leading cases” producen impresiones e identificaciones duraderas desde el punto de vista psicológico, que dan lugar al aumento de la desconfianza interpersonal y de la tendencia al retraimiento social…”.
Puede leerse aquí www.onlineub.com/encuestas (investigación a cargo de Orlando D’Adamo).
Desde entonces no se han publicado nuevos informes actualizados.
La negación del acceso a un trabajo en los parámetros fordistas (ciudadanía) excluye masas cada vez mayores de sujetos. No hay más inclusión de sujetos. La escisión entre la constitución material de la sociedad y la constitución formal de las instituciones de gobierno es insalvable. No hay mediación entre amplios sectores de la fuerza-trabajo y el capital, y este déficit se traduce en anomia.
La gigantesca aceleración de la acumulación salvaje del capital va de la mano del Estado punitivo, contra el pobre y el marginal.
La caracterización de la ‘forma Estado’ de esta etapa del capitalismo como “estado de excedencia” no es una simple innovación del lenguaje. La desocupación y el trabajo atípico se configuran como el margen de excedencia de la productividad social.
¿Entonces? Entonces, se deben planificar dispositivos que controlen esta población. Este “sobrante” humano en esta etapa del capitalismo puede comportarse como relativamente manejable a través del clientelismo de los partidos y sindicatos, o formar parte de aquella fracción potencialmente explosiva y peligrosa, que activa el sistema carcelario posmoderno. Y en muchos casos ambas cosas a la vez.
LA «SOLUCIÓN FINAL»
El sistema tiene en construcción nuestro propio gulag para los rebeldes asociales.
Al trabajo atípico se le contrapone la policía posmoderna, la encarcelación preventiva y la privatización de la represión. Millones de muertos en vida; descartados y criminalizados: “zombis, la legión de los hombres sin alma”, …sobran para siempre.
¿Qué pretenden los amantes de la sociedad del capital?
¿Creyeron que los pibes nunca iban a reaccionar? ¿Que no fueran violentos cuando su vida ha sido violentada desde su nacimiento?
¿Y ahora qué? ¿Encarcelarlos y matarlos?
En la sociedad homicida, cuando las clases condenadas responden con el crimen al capitalismo, en tanto este es el crimen social legalizado, ahí, los anuentes del genocidio del Estado de Derecho se asustan y claman por el exterminio de los “monstruos” sociales que ellos y su sociedad excedentaria crearon.
Miles de niños, [pre]adolescentes y los menores adultos trabajadores de la pobreza, limpia vidrios, cartoneros, etc., el precariado y el excedentariado “vienen” violentos. No podría ser de otro modo. Vienen con una 9mm y, por el momento, es apenas para robar la “puta guita” como ellos mismos dicen.
Pero el Estado prepara el dispositivo ejecutivo, legislativo y judicial para justificar la persecución, el encierro y la muerte; porque saben que quizás en algún momento los adolescentes transformen la violencia molecular, el delito como trabajo para las fuerzas de seguridad y represivas del Estado, en violencia de clase, violencia política, violencia constituyente. La “Solución final”, para el mal[estar] de la cultura del trabajo, es la criminalización y liquidación de los sumergidos.
La cárcel postfordista es una máquina barredora de grupos precarios, institución hoy concebida totalmente para los nuevos pobres supernumerarios, medio criminógeno modelado por el imperativo de la seguridad: una fábrica de miseria y pauperización, complemento indispensable de la imposición violenta de la acumulación y la imposición del trabajo atípico, precario y mal pago como obligación ciudadana. Simplemente incapacita, neutraliza y “aparca” categorías sociales.
El “GULAG” del capital postfordista tiene como misión regular los segmentos inferiores y medios del mercado laboral, expandir y acompañar el desarrollo del trabajo mísero y en negro, produciendo sin cesar una amplia reserva de mano de obra que jamás volverá a tener trabajo.
En suma: si el que delinque por primera vez es joven, con trabajo precario o desocupado, apenas con estudios primarios, de familia proletaria, consume alcohol o drogas, es soltero y vive en zonas urbanas de riesgo, será considerado peligroso y merecerá una sentencia potencialmente durísima. Pertenece a una clase peligrosa.
Nuestro pueblo camina con la mochila de la experiencia histórica, con decenas de medios contrainformativos a su disposición que denuncian lo que viene, no hay lugar para distraídos ni desinformados.
Hoy no hay excusa.
Quienes callen ante la aniquilación silenciosa y consientan la amplificación del Estado Policial, si hoy mismo no promueven el “No en mi nombre”, mañana no podrán decir “Yo no fui”.
Aquí el artículo publicado en 2016, y otros textos de interés:
El grabado «Los testigos» es autoría de la artista Margarita Pellegrin – Dresden – 1980
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REGISTRO ISSN 2953-3945