LA SOLIDARIDAD OXIGENA LA VIDA EN PALESTINA

Cuesta imaginar que en medio del encierro, la guerra de baja (o alta) intensidad que lleva décadas, la violencia simbólica de la ocupación, la destrucción de casas y olivares con obuses del ejército israelí, la carencia de servicios de salud y energía eléctrica…en medio de todo eso que es telón y platea de la vida en los territorios donde viven los palestinos, haya otra cosa. Definitivamente cuesta imaginarlo.


Y sin embargo hay una gran masa de población joven, que con dificultades incomparables -los niveles de desocupación llegan en la Franja de Gaza a más del 50 por ciento-, intenta una vida de jóvenes. Y la barbarie los aplasta pero no los derrota.


En 2015 se expandió el uso de Whatsapp que permitió la divulgación de información al instante. Casi medio millón de usuarios, y no pocos compartiendo noticias y vivencias en tiempo real, con grupos de Whatsapp, dando cuenta del drama que se vive (ver WhatsApp stories of day-to-day life as a girl in Gaza).

A partir de ese año, 17 servicios de noticias incluyendo Quds News Network, Safa News Agency, Paltimes, Sawa and Media 24, entre otros, usaron como plataforma el Whatsapp.

¿Qué sería de los jóvenes de los territorios ocupados si no fuera por las acciones de organizaciones humanitarias de los más diversos países?

HABLAN LOS INTEGRANTES DEL PROGRAMA ECUMÉNICO DE ACOMPAÑAMIENTO EN PALESTINA E ISRAEL- PEAPI

Testimonios de Palestina

El Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel (PEAPI) es un programa del Consejo Mundial de Iglesias . El PEAPI surgió en respuesta al llamamiento de líderes de las iglesias de Jerusalén pidiendo solidaridad con las iglesias y comunidades de Palestina. Ante tanto sufrimiento no alcanzaban las declaraciones, y se hizo necesario poner el cuerpo, estar allí: acompañar.

El PEAPI tiene por objeto apoyar los esfuerzos locales e internacionales para poner fin a la ocupación israelí y conseguir una solución al conflicto Israelí-Palestino con una paz justa y duradera, basada en el derecho internacional y en las pertinentes resoluciones de las Naciones Unidas.

El programa ha funcionado desde el año 2002 enviando voluntarios y voluntarias de todo el mundo; a la fecha más de mil ochocientas personas han sido acompañantes durante tres meses. Cada acompañante ecuménico/a se convierte en un/a testigo privilegiado/a de lo que pasa en Palestina e Israel.

Desde que el PEAPI se instaló en América Latina, en el año 2009, hemos participado más de 60 acompañantes ecuménicos/as de Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador y Uruguay. Las coordinaciones nacionales seleccionan y forman a quienes deciden sumarse al programa. Una decisión que, lo sabemos, ha cambiado nuestras vidas. Porque después de haber tenido la experiencia de vivir bajo ocupación no se puede permanecer indistinto/a.

Al regreso, nuestra tarea es brindar testimonio, contar de primera mano lo que hemos visto, ser la voz de aquellos/as que son silenciados/as… porque una ocupación de más de 50 años ya no es noticia.

Por medio de la labor de los/as acompañantes ecuménicos/as, el PEAPI pone en evidencia la violencia de la ocupación, las violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario abogando por el fin de esta situación. Los/as acompañantes ecuménicos/as hacemos tareas diversas como acompañar acciones no violentas, observamos y monitoreamos los puestos de control (check points bajo control de Israel) y puertas agrarias, acompañamos a los niños y niñas a la escuela, acompañamos a las familias cuyas casas son demolidas y cuyos miembros son detenidos, estamos con las comunidades en sus celebraciones religiosas, hacemos actividades en los campos de refugiados, trabajamos coordinadamente con otras organizaciones humanitarias, entre otras tantas actividades.

A continuación compartimos algunos testimonios breves de nuestra experiencia que nos ha transformado en muchos sentidos, y también ha transformado el modo en el que vemos nuestras realidades en América Latina; nos reflejamos por momentos en Palestina.

Quienes participamos del Programa pertenecemos a distintos credos o a ninguno, tenemos nuestras opiniones diversas y nos dedicamos a distintas cosas en nuestra vida cotidiana, lo que tenemos en común es el deseo de una paz justa y duradera en la región.

***

Una payasada entre tanta ocupación

Por Gisela Cardozo


Cada viernes en Al-Masara, una ciudad de Cisjordania de la gobernación de Belén, se hace una marcha en contra del muro y las colonias, en contra de la ocupación israelí.
Cada viernes en el camino de esa marcha, que lleva banderas palestinas, un cordón de soldados israelíes le cierra el paso antes de llegar a la ruta.
Cada viernes el Comité popular de Al-Masara organiza una actividad distinta y no violenta para que todos/as puedan participar de la marcha: luchar contra la ocupación tiene mucho de creatividad.

Ese viernes el payaso hizo su presentación. Para el asombro de los soldados que filmaban todo y a todos quienes estábamos ahí, el payaso los ridiculizaba frente a los niños y las niñas que lo miraban atentos y se reían: si no fuera tan terrible la ocupación, sería ridícula.


El payaso tira una soga roja sobre la calle paralela al cordón de soldados, salta de un lado a otro y muestra a todos cómo de un lado levanta la bandera palestina sonriendo y del otro pone cara de soldado malo acorazado: el paraguas hace de arma larga y las medias sobre su pantalón simulan los borceguíes.

Los soldados permanecen inmutables con sus caras serias, sus armas dispuestas y sus cámaras filmando. El payaso finaliza su presentación con el aplauso y las risas de niños, niñas y adultos que los acompañamos.
Un viernes más la marcha ha sido frenada por un cordón de soldado israelíes, un viernes más Al-Masara resiste a la ocupación, pero este viernes todo parecería una payasada sino fuera tan real.♦


Mujeres haciéndole frente a la ocupación

Por Verónica Wiesner

Conocimos a Myassar una mañana en el campo de Qusra, bajando de un salto del camión que traía la donación de árboles de olivo. Myassar es una de las mujeres que conforma la Unión General de Mujeres Palestinas (General Union of Palestinian Women – GUPW), una organización que ampara a diferentes grupos de mujeres, fundada en 1965.

Mientras bajábamos los árboles del camión, nos empezó a contar que una de las diversas actividades que lleva adelante la organización es acompañar la plantación de olivos y za’atar, junto a organizaciones locales e internacionales, brindando ayuda y presencia protectora. La GUPW tiene como principal objetivo incrementar la presencia de las mujeres en la sociedad palestina promoviendo sus derechos y aumentando su participación en la vida social, económica y política.

Otras de las acciones que llevan adelante tienen que ver con la creación del cupo de mujeres en las entidades estatales palestinas, la incorporación de la igualdad de género en la legislación palestina y el establecimiento de nuevos programas sociales. Además, llevan adelante diversos proyectos humanitarios que brindan servicios de salud y bienestar a familias palestinas en situación de vulnerabilidad. A lo largo de su trayectoria han logrado organizar diversos seminarios sobre salud, derechos políticos, cultura palestina y formación profesional para mujeres.


El campo en el que estábamos plantando árboles de olivo pertenece a una familia que recientemente había sufrido la pérdida del padre, tras el ataque de un grupo de colonos israelíes el 30 de noviembre pasado. Diversas organizaciones brindaron apoyo, acompañamiento y solidaridad a la familia, especialmente a la mujer que quedó al frente de la familia. En esta oportunidad, la donación de árboles de olivo tenía el doble propósito de aportar al sustento económico, y a su vez utilizar una porción de tierra por la cual habían recibido amenazas de confiscación ilegal de mano de los colonos israelíes.

Mientras terminábamos de acomodar la tierra rojiza y húmeda alrededor de los nuevos árboles, algunas/os compañeros/as cantaban “We shall overcome” (Venceremos), y Myassar hablaba del sentido de resistencia que tenía esa actividad frente al avance de la ocupación: tanto al plantar vida nueva, trabajar la tierra y apostar al fruto de ese árbol que se disfrutará al haber transcurrido siete años; como así también la solidaridad y el acompañamiento –tanto afectivo como a través de formas concretas de ayuda socioeconómica y legal- hacia las víctimas de la ocupación.

Porque frente a las mil formas que tiene el estado ocupante para intentar desarticular a la sociedad palestina, la respuesta es seguirse encontrando y organizando de manera colectiva.♦


 

Jóvenes Universitarios Palestinos

Por Paula Fogel

Ramsis es un joven palestino, refugiado de Jaffa, estudiante de informática de la Universidad An Najah en Nablus, una de las diez universidades públicas distribuidas en Cisjordania y Gaza, institución que diariamente convoca a 22.000 estudiantes y 900 profesores, que siguen eligiendo y reivindicando -pese a las dificultades de la ocupación- el derecho a la educación pública y gratuita en Palestina.

Cuando conocimos a Ramsis en 2016 se encontraba viviendo en el campo de refugiados de Balata (Nablus), uno de los más grandes en Cisjordania, en el cual viven más de 30.000 personas en un espacio de 1,2 km.

Ramsis junto a estudiantes y directivos de la Universidad An-Najah nos invitaron en nuestra visita como PEAPI a realizar un ‘intercambio cultural’ durante las siguientes semanas, y para ello nos propusieron exponer fotos, música y sabores de Argentina.


Y así fue, un domingo de febrero nos encontramos durante todo el día para compartir e intercambiar saberes y sabores culturales, palestinos y argentinos, junto a estudiantes y directivos de la Universidad an-Najah en Nablus. Banderas de ambos países adornaron los trece paneles con más de 80 fotografías que intentaron mostrar la cultura argentina.

El sabor del mate se hizo presente, junto al té de los palestinos, comimos dulce de leche y el tradicional kunafa palestino, aprendimos y des-aprendimos sobre nuestros países y su historia, bailamos chacarera y chamamé junto a los estudiantes, y casi llegando al final de la jornada nos unimos todos al tradicional Dabke palestino que con mucha alegría bailamos, celebrando el encuentro, reafirmando a través del baile, la educación pública, los sabores y saberes intercambiados, nuestra convicción de que la ocupación sionista israelí sobre Palestina se va a terminar, y el pueblo será libre.

La resistencia y batalla al poder sionista imperial es también, y por sobre todo, una batalla cultural, que tiene presencia viva constantemente alrededor del mundo.

¿Podrá vivir Ramsis junto a los miles de estudiantes universitarios palestinos con la cabeza en alto, en un Estado soberano, libres por fin de la ocupación?♦


Lo cotidiano en Palestina

La mañana empezó fresca y temprano, 5:30hs para a las 6 estar en camino al check-point. Aparentemente, Hebrón no madruga tanto como Jerusalén.

Todos los trabajadores con los que nos cruzamos (sorprendidos, y también un poco dormidos), nos saludaron con educación y acompañaron durante parte del trayecto. La cotidianeidad palestina te enseña a no asustarte cuando un palestino se empeña en acompañarte a algún lugar, y sobre todo a no entenderlo como una persecución, ya que asegurarse de que los extranjeros no se pierdan es parte de la bondad palestina.

El checkpoint al que nos dirigimos es el de la calle Shuhada. Este interrumpe la calle, y los palestinos que viven del otro lado necesitan un permiso para ingresar.

Al atravesarlo se llega a una calle muy pintoresca, de casas con rejas de hierro y espirales, con puertas de color celeste. Es también una calle silenciosa, ya que el ejército no permite que los dueños de esas casas salgan por su puerta principal ni se asomen a sus ventanas del frente. En esa calle tan bella los palestinos viven la vida por sus puertas traseras.

Ese día sin embargo no pudimos avanzar tanto, porque nos quedamos del lado de afuera a esperar a las maestras y alumnos palestinos que asisten a la escuela Córdoba, del otro lado del checkpoint.

Parece ser que la puerta de entrada y salida humanitaria no funcionaba, porque en nuestra espera vimos a los soldados haciendo un simulacro de acuchillamiento a través de la puerta sin traba. Cotidianeidades de la ocupación.

Los niños y maestros atraviesan el checkpoint juntos, “en patota” como bien decimos, porque en la muchedumbre uno se siente más resguardado. La primera en atravesarlo, luego de que llegan todos los niños y niñas, es la directora. Ese día, sin embargo, no pudo pasar. Mientras hablaba con los soldados, las demás maestras se amontonaban contra las rejas del checkpoint, al principio para escuchar, luego para protestar.


Desde mi perspectiva sin embargo lo que es interesante es lo que hicieron los y las alumnos, de distintas edades, aunque con mayoría de gurises de los primeros años de escolaridad. Los y las estudiantes más grandes se acercaron a las paredes, se sentaron sobre escalones o sobre los bloques de cemento que Israel usa para obstruir el movimiento de multitudes, y en silencio o con susurros apresurados se dedicaron a repasar sus materias del día (probablemente tenían un examen: ese apuro, ese nerviosismo, ese repaso frenético no es específico de Palestina).

¿Y las nenas de primer grado, de colitas altas y mochilas rosas? Ellas, conmigo, jugando a chocar las manos, aprendiendo canciones en español y a contar en inglés y árabe. También nos pintamos los labios y sacamos fotos (que valentía la de esas nenas, acercándose con mi cámara en alto a fotografiar a los soldados que les impedían a las maestras, y a ellas, acceder a la escuela).

La directora logró destrabar el checkpoint dos horas después. En fila, y ordenados, todos los y las estudiantes atravesaron la primera puerta con rejas, el primer molinete de metal, la mirada del soldado de turno, el pasillo, otro soldado y la puerta giratoria hacia la calle pintoresca y desierta. El sol ya pegaba fuerte sobre las nucas, la hora de entrar al colegio había pasado de largo hacía un buen rato, pero en Palestina los y las alumnas llegan tarde junto a sus maestros y maestras.

Y en Hebrón, ese día, ni un solo estudiante, aburrido, cansado, ¡harto!, se dio media vuelta para volver a su casa. Nadie sucumbió a las trabas de la ocupación. Cotidianeidades palestinas.♦


Los interesados en participar del Programa PEAPI pueden comunicarse con con el Comité Nacional de cada país: http://americalatina.peapi.org/


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