De la destrucción de la empatía a las posibilidades abiertas en el futuro, pasando por el sentido de impotencia extendido en el presente. De eso habla Franco “Bifo” Berardi, filósofo y agitador cultural clase 1949, protagonista del ‘77 boloñés, en el último reportaje que dio antes de llegar a Argentina.
Bifo no es precisamente un optimista. Y sin embargo, más que un pesimista, en verdad Berardi es un filósofo de batalla, radical, que se posiciona en el presente y propone una idea de futuro. Y por eso es muy amado y muy odiado. ¿Odiado por qué? Porque la realidad a menudo no nos gusta, y menos aún lo que se entrevé hacia adelante y que no deseamos ver.
Tras su último trabajo “Héroes: Asesinato masivo y suicidio” (publicado en italiano en 2013 y por editorial Akal de España en 2016), dedicado a la relación entre capitalismo y salud mental, acaba de aparecer “Futurabilitá”, en septiembre 2018 (Nero Editions).
“Nos espera un largo período de violencia, guerra y demencia”, escribe Bifo en esta última obra. Y habla de Italia, de la alianza amarilla-verde entre Salvini y Di Maio y el ‘horrendo inconsciente’ de los Estados Unidos de Donald Trump en la Casa Blanca. Entre la desesperación y la esperanza…
- En la izquierda italiana hay una gran histeria colectiva contra la Liga Nord y el movimiento 5 Stelle. ¿Tiene sentido una oposición de este tenor?
El diario La Repubblica, la opinión democrático-liberal, digamos la ‘gente decente’, vive inmersa en una fabulita que está definitivamente fuera de escena, pero ellos no lo saben. ¿A qué me refiero con que viven en un cuentito? Según ellos la razón está destinada a expandirse sobre la realidad de la existencia humana. Y por eso, tal vez por algún error de los últimos años en el que no han escuchado la voluntad del electorado…esa expansión de la racionalidad se frenó. Pero, ¿qué produce este discurso en el electorado democrático-liberal? Una trabajosa tentativa de reconstruir las condiciones de un consenso. Sin embargo, lo que sucede es que estamos frente a una crisis de la democracia liberal: estamos frente al colapso, a la disgregación de la relación entre la razón humana y la complejidad del universo técnico.
En el último libro de Yuval Noah Harari leí una frase que me parece luminosa. Dice más o menos así “En la historia de la humanidad la inteligencia y la conciencia han avanzado a un mismo ritmo: una persona muy inteligente tendencialmente estaba dotada también de un alto grado de conciencia”. Eso ya no es verdad.
- ¿En la inteligencia artificial que supera al Hombre ves un punto de no retorno?
Los dispositivos inteligentes, por definición, carecen de un conocimiento ético o estético. Harari hace notar que todo esto naturalmente deviene muy peligroso por el hecho de que la inteligencia artificial es propiedad de agencias económicas y tecnológicas cada vez más grandes, y es de esta constatación desde la cual debemos partir. Porque esta es una contradicción sistémica, no coyuntural. Y eso modifica completamente todos los términos de la perspectiva humana.
- Pero hay quienes esperan a volver a encastrar todas esas piezas. ¿crees que eso tiene sentido?
Volver al gobierno racional de la complejidad ya no será posible en la historia de la humanidad. Y es la mismísima aproximación estratégica fundamental la que no funciona más, que es completamente impotente. Massimo Cacciari (refiere al filósofo y político italiano – NdeT) me hace hace llorar cada vez que lo veo, porque es una persona inteligente, de bien, que no ha leído todos los libros apropiados pero tampoco demasiados de los inapropiados, pero no es su culpa: el problema es que no ve la impotencia. El piensa que la política puede hacer algo todavía. Y no es así.
- De la publicación del libro Héroes… al último, Futurabilitá, pasaron 3 años. ¿La situación empeoró?
No usaría los términos mejor o peor. Diría que el asunto es sobre todo qué caminos de salida quedaron para una proyectualidad humana. Ver cuán expandido está el sufrimiento en algunas condiciones sociales, económicas, técnicas: desde ese punto de vista las cosas empeoraron y no pueden no empeorar…el sufrimiento se expande.
El sentido de impotencia, la incapacidad de ver una salida se ha convertido cada año en algo más profundo.
- El foco del libro Futurabilitá es nuestro sentido de impotencia frente al mundo
En Héroes… me he ocupado de un fenómeno, el suicidio agresivo, que puede considerarse marginal; pero en Futurabilitá me ocupo no de una cuestión marginal sino de la impotencia que ha devenido generalizada en el conjunto del panorama cultural y social. Sin embargo, desde otro punto de vista, el margen de posibilidad que quede, aunque mueva a risa, diría que Futurabilitá es un libro optimista. He intentado subrayar que las posibilidades están intactas: un tercio del libro busca reformular un programa positivo para los movimientos, para la política en general.
- Hace muchos años escribes sobre la propagación del sufrimiento psíquico. ¿Por qué este tema está siempre fuera de los debates? ¿Está tan adherida la capa que ni siquiera la vemos?
Porque este tema, este territorio que está constituido de la más intrínseca tierra extranjera, del inconsciente y del sufrimiento mental, se escapa de manera constitutiva de la razón política. La razón política no logró interceptar la dimensión inconsciente en el momento y en el período en el que el inconsciente producía felicidad. Una mayor racionalidad no puede ni intenta -¡pero sobre todo no puede!- interceptarlo en el momento en el que el inconsciente produce autodestrucción, terror y así sucesivamente. Quien no capta esto, no entiende nada.
Hay un libro, que en verdad no es un gran libro ni buena literatura, que se llama Hillbilly elegy, de J.D. Vance. Sin embargo, es el informe autobiográfico día por día de un miserable que vive en la Norteamérica profunda, en medio de una realidad de embriaguez, depresión, drogradicción, miseria, subsidios por desocupación, racismo básico; y su familia se compone de blancos miserables, ignorantes y potenciales asesinos, potenciales suicidas. En fin, él logra ir a la universidad y emanciparse de esta situación, y la describe. Incluso en sus implicancias políticas.
El sueño de los miserables entre los que vivió es encontrar a alguien que sea más miserable y débil que ellos para poder torturarlo. Esta es la descripción de nuestro mundo. Y Cacciari hace un buen intento de unir a las izquierdas racionales, pero las izquierdas racionales no podrán nunca hablar con J.D. Vance.
- También Jonathan Franzen trabaja con los fantasmas de Norteamérica…
En los últimos tiempos me toca con frecuencia hablar de sus libros, Freedom, Purity y por sobre todo de Las correcciones ( The Corrections), porque Franzen logró expresar la explosión del cerebro americano. Esta suerte de expansión de un inconsciente horrendo, un inconsciente que deriva de la historia de un pueblo que ha cometido el más grande genocidio de la historia de la Humanidad. Un pueblo de asesinos que de repente se miran al espejo y no ven una cara bonita.
- …hace un par de años ve la cara de Donald Trump
Intentar comprender a Trump y su polítca es imposible, pues entras en un laberinto y te pierdes. Franzen o J.D. Vance, en cambio, nos permiten entenderlo.
- Dijiste que deberemos ‘recomenzar a decir nosotros’. ¿Cómo se hace?
Para lograr reconstruir un razonamiento sobre como actuar, lo primero que debemos entender es quién debe actuar. ¿es una acción individual tuya o mía,o estamos razonando sobre una subjetividad? Yo entreveo esa subjetividad en el trabajo cognitivo en su forma precarizada. Pero no consigo a encontrar la modalidad de la recomposición política y, antes que política, afectiva de esta subjetividad; porque lo que ha sucedido a nivel subjetivo en los decenios del genocidio neoliberal es una descomposición de la empatía colectiva.
Ha desaparecido la capacidad de reconocer la presencia del otro como continuidad de la presencia propia. La empatía es la capacidad de sentir el sufrimiento del otro como continuidad del sufrimiento propio y de sentir el placer del otro como continuidad del placer propio. Esto lo entendemos en el plano sexual. ¿Qué es el placer si es queda dislocado, empobrecido, del placer del otro? Se convierte prácticamente en nada, no es.
Esta capacidad empática ha desaparecido sea por la competencia generalizada en el plano económico o por la virtualización de las comunicaciones sociales. Debemos preguntarnos: ¿cómo se reconstruye un mínimo de empatía para una entidad social colectiva?
- ¿Respuestas?
No tengo una respuesta
- Has escrito que ‘Si queremos encontrar una salida, debemos mirar la bestia a los ojos’. ¿Qué hay en el fondo de los ojos de la bestia?
Ante todo, definamos la bestia: en el siglo XX en varias ocasiones se ha identificado al nazismo con la expresión ‘la bestia’, hablamos del nazismo histórico. Creo que hoy no estamos frente a una reedición pura y simple del fascismo, y ni siquiera en comparación al nazismo original, por varias razones. Son razones que tienen que ver por sobre todo con la cualidad subjetiva psíquica, y hasta diría demográfica. El fascismo es un fenómeno juvenil, el trumpismo es un fenómeno senil; el fascismo es un fenómeno de exaltación de la potencia viril pero el trumpismo es un efecto de la voluntad de potencia frustrada: una expresión de la impotencia. Pero si miramos a los ojos de la bestia, ¿qué vemos? Me parece que vemos ante todo la humillación, y luego vemos miedo. Y en tercer lugar vemos la voluntad de venganza.
- Hablemos de la humillación
Humillación, miedo y voluntad de venganza son tres categorías que el marxismo no ha frecuentado, pero son decisivas para entender eso que enfrentamos hoy. Humillación: tenemos una población que desde los años ‘80 en adelante fue adoctrinada con la idea según la cual todo el mundo puede triunfar, a cambio de que estén dispuestos a aceptar la regla de la competencia y la regla del sacrificio del tiempo…de la vida. Sintéticamente: trabajar en las condiciones que el capital decide te permitirá cumplir con el sueño, americano, italiano, el que sea.
- Digamos…la familia perfecta, el vehículo 4 x 4, el perro labrador
Sí. Digamos que aceptar esas reglas te permitirán vencer. Y entonces, 30 años después, los pobres empobrecidos que se creyeron esta fábula -que a decir verdad es la mayoría de la población occidental-, se dan cuenta de que les cagaron la vida. “¿Yo te di treinta años para que ahora mi jubilación se postergue, me limes el salario, me cierres el hospital, me privatices la escuela y me cagues?”. A esto no hay otra palabra para definirlo que humillación.
- ¿Cómo se llega de la humillación al miedo?
La humillación va de la mano de la percepción aterrorizada de que, simultáneamente, una masa de pobres -más pobres que los humillados- están presionando en las fronteras. Y que esos procrean, mientras que yo no estoy en condiciones de hacerlo, por tantas razones. Entonces…esta es la segunda condición ¿qué puedo hacer?
- Vengarse a ciegas
Lo que único que puedo hacer es vengarme. Pero ¿cómo me vengo del poder financiero? Es inaprensible, una abstracción. La única figura contra la cual me la puedo agarrar es contra los que me han vendido al sistema financiero. O sea, una lista de nombres que (en Europa) van de Tony Blair a Gerhard Schröder, de Massimo d’Alema a Matteo Renzi, o a Francois Hollande. La izquierda. La elite. Ellos.
…que son los que debieron haberte defendido
En teoría. Pero lo que hicieron es conducirnos de la mano al abismo en el que nos encontramos hoy. Y esto explica todo. En esta instancia es inútil que digas ‘pero fijate que malparido ese Trump, que putaniero, que ladrón, qué asesino’, porque te responderán “¡¡Perfecto!! Eso es exactamente lo que necesito”. No quiero un mundo mejor, si yo sé que ya no lo tendré más. Quiero vengarme de Hillary Clinton. Si Trump la hace llorar a Hillary -y no hay nadie mejor que Trump para humillar a la gente-, es perfecto. Es la venganza; y la venganza no quiere oír razones. No te importa porque cuando tú te vengas lo único que te importa es que tu enemigo llore. Y basta.
- Hablabas de miedo, venganza, humillación. Es un miedo que se vuelca contra el extranjero.
Se vuelve contra todo lo que nos parece incontenible. Y la migración masiva es lo incontenible. ¿Viste ese film World War Z? Ahí hay una marea de zombies que intentan pasar por encima de un muro…eso que está en un filme súper banal y malo, da perfecta cuenta de la sensación. Ahora bien, la izquierda bienpensante decidió tranquilizar a la gente diciendo “Pero no, miren, no son malos, vienen acá, trabajan 10 horas al día, pagan la contribución a la seguridad social para que los viejos tengan su jubilación”. Pero no funciona. La migración masiva no es un fenómeno amable, y no puede serlo.
- Hoy, especialmente en la web, se dice que la verdad no importa. ¿Alguna vez importó?
Es que el discurso público siempre estuvo armado de un flujo de mentiras intencionales y no intencionales. Y basta con reconstruir la historia de Italia de los años ‘70 y ‘80 para ver que las fake news no son una novedad.
- A mí me hace perder la paciencia eso, y que ahora pareciera que nos despertamos y decimos “eh, alguien miente”. Como si en los años de plomo la información hubiese sido limpia, cristalina.
Algo ha cambiado. Cambió la densidad, la velocidad del discurso público. Entramos en una condición tal que la posibilidad de distinguir no entre lo verdadero y lo falso, sino entre lo útil y lo dañino en el sentido de lo que es útil para ti de aquello de lo que te hará daño, aquello que te es placentero de lo que no, no es un problema metafísico de verdad: es un problema pragmático de utilidad. Lo que ha desaparecido, entonces, es la capacidad de distinguir. Pero no desapareció porque el mensaje ha cambiado, sino porque la dimensión cuantitativa, la intensidad del mensaje -me refiero a la velocidad del flujo informativo-, ha superado la capacidad de elaboración consciente de la que dispone la mente humana. El razonamiento debe moverse de la infósfera a la psicósfera.
- ¿Crees que el verdadero desastre es ese?
La forma de la infósfera es determinante, pero el lugar en el que ha ocurrido el desastre es la mente humana. Habría que tener el coraje de reconstruir la capacidad crítica. Porque la crítica no es un dato natural en la mente humana. La capacidad de distinguir entre lo verdadero y lo falso, entre bondad y maldad, entre esto y aquello, es algo que se forma particularmente en la Modernidad, y se basa en la vasta difusión del texto escrito. De la prensa. Hemos salido de esa condición. El pensamiento crítico hoy es una prerrogativa de una pequeñísima minoría. ¿Cuánta gente compra los diario hoy por hoy?
- Digamos que los jubilados
Una minoría, un porcentaje mínimo de ancianos. La crítica no significa nada de eso que Byung-Chul Han define como ‘shitstorm’. En la tormenta de mierda no hay tiempo de valorar y tampoco te interesa demasiado decidir cuál mierda es buena y cuál es mala. Es mierda, estás inmerso en ella y no puedes salir de ella. Y por eso hace falta inventar una facultad de autodefinición del discurso que por el momento no está a nuestro alcance.
- Hay todo un universo optimista en torno a la automatización, y también están quienes sostienen que el Estado de Bienestar lo pagará Google o Facebook en 20, 30 o 40 años. ¿Qué opinión tienes sobre esto?
Es un debate muy interesante, porque impacta en el centro del asunto, o sea, esencialmente en la creación de una nueva esfera productiva, que escapa a la producción industrial típica y que también escapa a la modalidad política del gobierno de la Modernidad. Hay que tratar de entender cómo ese mundo productivo podrá redefinir las relaciones con la sociedad. Las soluciones que veo aparecer en ese sentido me parecen muy débiles…
- ¿Por qué le parecen débiles?
Porque son soluciones que pasan a través de la soberanía del estado nacional. Se pueden ver los intentos de la Unión Europea de imponer a las grandes corporaciones una tasa; o sea, todo esto no dudo que esté cargado de buenas intenciones, pero me parece ineficaz, por diversas razones. La primera porque el poder de las corporaciones virtuales es totalmente desterritorializado. ¿Acaso Google pertenece a los Estados Unidos? No. Los EE.UU. pertenecen a Google, y es esto lo que hay que comprender en su completa dimensión. Lo que cambió absolutamente es la relación entre el agente regulador y el agente sujeto a regulación, porque los mecanismos que existen forman parte de la Modernidad.
La regulación -que es una forma de llamarlo aunque es una palabra que no me gusta, es débil, vieja-, de las agencias desterritorializadas puede hacerse solo desde adentro. Y cuando digo desde adentro no quiero significar la cortesía, la buena voluntad de los Larry Page o los Mark Zuckerberg. Pienso en los 80 mil trabajadores de Google; pienso en las millones de personas que en el planeta participan en el ciclo de reproducción de la red.
- ¿Será ese el punto de partida?
Son esos los que constituyen la subjetividad que puede hacer algo. El futuro. Me interesan aquellos que en tanto programadores, en cuanto diseñadores, determinan los cambios en la infraestructura. O sea, si logramos individualizar y activar políticamente a estos millones de personas iniciaremos un proceso de liberación del semiocapitalismo, y de auto-organización de todo el trabajo. Realmente me importa muchísimo decir que la capacidad no se esfumó, existe, pero para alcanzarla debemos activar una potencia: la solidaridad, la empatía. Lo que falta no es la posibilidad, sino la potencia.
¿Cómo se activa la potencia? Este es el campo sobre el que hay que hacerse las preguntas.♦♦
Il tempo della vendetta, reportaje de Gabriele Ferraresi.