El 9 de julio pasado desencarnó Agustín Alezzo.
Estábamos muy entusiasmados con los partes médicos que recibíamos a diario desde la clínica en donde estaba internado; iba mejorando notablemente hasta dar negativo con el test Covid-19.
Sin embargo, una noche, aun cuando pocos días antes lo habían trasladado a una habitación común para empezar la rehabilitación, algo anduvo mal y se fue al día siguiente.
Un baldazo de agua fría, con hielo y piedras.
Hice 11 espectáculos con él. Es el director con quien más trabajé hasta el momento; y con quien más desayuné, ahí, en su hermosa casa, usualmente de 11hs a 14hs. Se hablaba exclusivamente de teatro, de trabajo y de qué hermosa que es la Sicilia.
Lo había conocido hacia 2012, entrevistándolo para mi libro “Puntos de Oído”; después de dos meses de aquel primer encuentro me llamó por teléfono diciéndome que estaba por montar “Los justos” de Camus, y que quería que leyera la pieza para evaluar la posibilidad de trabajar juntos.
Ahí empezó todo.
Hasta mi madre vio una función de esa puesta, y recuerdo que a la salida del teatro, entre los saludos y demás cosas, ella le preguntó a Agustín, con esa complicidad que tienen los adultos cuando van a hablar de los «nenes».
– “¿Y… cómo va mi hijo?”.
Agustín la miró con ironía y le contestó:
– “Señora… su hijo es una cruz”.
Recién habíamos empezado a trabajar juntos y ya había entendido todo.
Mi auto exigencia para con todos los aspectos sonoros de las artes escénicas había encontrado un terreno fértil para desarrollarse.
Muchas pero muchas veces no estuvimos de acuerdo, es más: tengo una libreta que titulé “Los NO de Alezzo” en donde apunté minuciosamente todas las veces que Agustín me dijo “No” a una propuesta sonora que le hice, con toda su explicación.
Solo una vez estaba equivocado; todas las demás estuvo en lo cierto, pero sin perder nunca su mirada indulgente hacia quien quería aprender.
Agustín pertenecía a otra época, aunque haya vivido hasta este inquietante 2020.
Desde hace unos años estaba alarmado porque no entendía de qué vivía la gente que hace teatro en Buenos Aires, si solo logra una o, máximo, dos funciones semanales para sus espectáculos.
En algún momento, cuando sea posible, se hará algún homenaje. Lo cual me parece bien.
Sobre todo para encontrarnos los y las que seguimos, vivimos, y lo recordamos.
Lo único que me inquieta un poco es saber que en ese homenaje participarán varias instituciones y programadores teatrales; los mismos que desde hacía varios años no lo llamaban para trabajar.
Hacia finales de febrero, durante nuestro último desayuno, me lo dijo:
– “Nadie me llama para trabajar”.
(Eran 4 años que no montaba un espectáculo). Yo no sabía qué decir, y sin embargo farfullé:
– “Bueno, se lo pierden ellos, Agustín. ¿Por qué no monta Usted, como lo hizo en estos últimos años?”
– “No, no… para dar una función a la semana, no. Los espectáculos no tienen posibilidad de crecer así”.
Alezzo me mostró que se puede trabajar con transparencia y serenidad, sin perder en ningún momento la seriedad y el rigor del oficio; y que sin un mapa adecuado no se va a ningún lado.
Lo voy a extrañar inmensamente.
Texto: Mirko Mescia
Estos fueron los trabajos que dirigió Agustín Alezzo, con el aporte de Mirko Mescia
“Los justos” – de Albert Camus – Dir. Agustín Alezzo – Teatro El Duende y Auditorium Losada / 2012-13
“Jettatore…!” – de Gregorio de Laferrère – Dir. Agustín Alezzo -Teatro Nacional Cervantes, y giras / 2012-13
(Música nominada a los premios ACE) – Link música de la obra: https://open.spotify.com/album/0RARNPiRsIZUF9xoMKcrrc?si=hmG5hGLwTpG3nbe3yDe4jQ
“La noche en que Fortimbrás se emborrachó” – de Janusz Glowacki – Dirección Agustín Alezzo – Teatro Sarmiento / 2015 – (Música nominada a los premios María Guerrero y Florencio Sánchez)
“El Invernadero” – de Harold Pinter – Dir. Agustín Alezzo – Teatro El Camarín de las Musas / 2015
“Traición” – de Harold Pinter – Dir. Agustín Alezzo – Teatro Border / 2016 Link música: https://open.spotify.com/album/0ljz2Jo2BjHTWiRWslJhkV?si=5oPQjb0_SdOo-EILQ9NQiA
“Lo que no fue” – de Noel Coward – Dir. Agustín Alezzo – Teatro El Duende / 2015
“Limones de Sicilia” y “Cecé” de Luigi Pirandello – Dir. Federico Tombetti – Supervisión de Agustín Alezzo – Teatro El Duende / 2013-16 – Link música: https://open.spotify.com/album/5UHPYnwKbXcv4F4e67dcsk?si=AObRPXyOSxugHSGDDUu5rw
“El efecto de los rayos gamas sobre las caléndulas” de Paul Zindel – Dir. Federico Tombetti – Supervisión de Agustín Alezzo – Teatro El Duende y Teatro El Opalo / 2016-17 – Link música: https://open.spotify.com/album/6ouk5hFyOFTLjz4f64ZJiA?si=baM4DH8MTVymhd0md5bKQw
“Hablemos a calzón quitado” de Guillermo Gentile – Dir. Nicolás Dominici – Supervisión Agustín Alezzo – Teatro El Duende, Teatro Melany (Mar de Plata), Teatro Buenos Aires – 2013-16
“Sabor a miel” de Shelagh Delaney – Dir. Lizardo Laphitz – Supervisión de Agustín Alezzo – Teatro El Duende / 2012-13 – Link música: https://open.spotify.com/album/17uVfg0Ag7z5RceHQZRRsC?si=GxTwGPyWTUuAo_HMhU9pgg
“Estela de madrugada” de Ricardo Halac – Dir. Lizardo Laphitz – Supervisión Agustín Alezzo – Teatro Centro Cultural San Martín / 2013-14
El 9 de mayo de 2013, Agustín Alezzo participó junto a unos 600 artistas de una jornada de protesta y movilización convocada por la Asociación Argentina de Actores, bajo la consigna «Con la cultura tampoco se negocia».
Esa protesta, que contó entre otros y otras con la presencia de Juan Palomino, Osqui Guzmán, Silvina Bosco, Alejandra Darín, Ernesto Claudio y Norberto Gonzalo. se realizó en las puertas del Teatro General San Martín, en avenida Corrientes 1530.
“El San Martín”, uno de los máximos íconos de la cultura de Buenos Aires y del país, que Alezzo, como un profeta secular de la ética, se encargó de defender, con este texto que reproducimos íntegramente.
“Amigos:
Me presento ante ustedes para manifestarles una creencia que tengo: estamos sufriendo la pérdida del concepto del Bien Común.
¿Qué es el Bien Común?
Todos aquellos bienes que pertenecen a la comunidad: calles, escuelas, hospitales como el Borda, teatros, bibliotecas y tantas otras instituciones que nos pertenecen a todos, y que no debe esperarse de ellas ningún lucro, sino simplemente el beneficio que conlleva el educar, cuidar la salud de toda la población, proteger a nuestros conciudadanos con una policía que esté al servicio de cuidar nuestras vidas y no de secuestrarnos, golpearnos, asesinarnos o espiar nuestros actos.
Debemos rescatar la noción de Bien Común para volver a gozar plenamente de nuestros bienes comunales, sin consideraciones de ideologías políticas, razas o religiones porque a todos nos pertenecen por igual.
Y debemos volver a priorizar los principios que definen y diferencian lo público de lo privado. El teatro privado o llamado profesional corre siempre un riesgo económico y busca, lógicamente, que ese riesgo se compense con un éxito que equiparará el costo invertido. Es justo esto y así fue siempre en el mundo y como muy bien lo puntualizara en este verano Carlos Rottemberg no aceptando el resguardo estatal, afirmando que un empresario corre riesgos y debe responsabilizarse por ellos.
Nuestros teatros independientes saben de antemano que no ganarán demasiado. Gracias a ellos, Buenos Aires detenta su orgullo de ser quizá actualmente la ciudad del mundo con más reductos teatrales y más espectáculos.
¿Y qué función, en este contexto, queda a los teatros oficiales?
El de hacerse cargo sin ningún tipo de complicidad, explícita o implícita, de los espectáculos que presenta en sus salas como siempre ha ocurrido, responsabilizándose de su programación anual y de las obras, actores y directores que lo conforman. Ofreciéndolos a un precio que esté el alcance de todas las clases sociales.
El Teatro San Martín contaba con equipos de trabajo técnico excepcionales, que van siendo destruidos. Maquinarias, utilería, sastrería, luminotecnia, sonidistas, van perdiendo el nivel de excelencia con que contaban y hasta el mismo edificio va deteriorándose alarmantemente sin que se haga nada para detener este proceso.
Y mientras tanto y al mejor postor, se convierte en un lugar que alberga reuniones privadas, festivas. Es vergonzoso. Y no debemos tolerarlo.
Nuestros empresarios que tan dignamente llevan adelante sus empresas en la calle Corrientes no deberían ser cómplices de este desmadre. A ellos también debemos exhortarlos a esta rebelión, porque a ellos también les pertenecen nuestros bienes comunes y es tarea de todos respetarlos.
Los teatros oficiales deben, como siempre lo han intentado, exponerse con autores clásicos y autores nuevos, y a la par con espectáculos realmente experimentales. Esa es su función indeclinable, inversa a los teatros que están en manos privadas. Debemos unir nuestras fuerzas para impedir que el proceso de privatización continúe en nuestros Teatros Municipales.
Y lo lograremos si todos nos unimos animados con esa firme decisión. Porque es nuestro, de todos.
Debemos no olvidarnos de unas palabras claves: ¡BASTA! ¡NO MÁS!
Entonces va a estar bueno Buenos Aires.”