En la primavera de 2010 el periodista de investigación Hernán López Echagüe publicó El regreso del Otro. La reaparición de Eduardo Duhalde en la pelea política argentina.
¿Qué pueden saber unos 12 millones de niños y jóvenes de hoy sobre la crisis de 2001 y, más aún, sobre la candidatura y campaña presidencial de Eduardo Duhalde en 1999, si no habían nacido o si tenían menos de 15 años en aquellos momentos?
La memoria es siempre selectiva, y es muy probable que haya otros argentinos, que incluso sí vivieron ese período, y recuerdan poco, o sepan poco.
Y hace falta, porque Duhalde volvió a aparecer en la pelea política argentina.
Así como había reaparecido, en su momento, después de anunciar que se retiraba, en 2001 transitó pasillos y armó reuniones para construir su llegada a la Casa Rosada en 2002.
Con 79 años de edad, su más reciente irrupción fue el 25 de agosto, a ocho meses de la asunción del nuevo gobierno de Alberto Fernández – Cristina Fernández de Kichner, cuando dijo «Argentina puede tener un golpe», y que «no va a haber elecciones, porque Argentina es la campeona de la dictaduras militares».
Una aluvión de críticas cayeron sobre el expresidente y pretendido patriarca (ex muchos cargos, que veremos más adelante).
Pero insistió. El 14 de septiembre afirmó que «ve un permanente retroceso» en el país y que «los argentinos estamos desesperanzados y nuestros dirigentes son tan cabezas duras que no entienden que una situación de pandemia como esta requiere que estemos todos juntos».
Retroceso + desesperanza + no elecciones + golpe + dictaduras militares.
Esa es la secuencia. Ese es el diagnóstico. ¿Ese es el ‘programa Duhalde’ 2021?
Decidimos releer ese libro de López Echagüe, que habla sobre Eduardo Duhalde, porque numerosos personajes e incluso funcionarios de la actualidad, fueron parte de sus equipos. Aníbal Fernández y Felipe Solá, entre otros. Y si hoy el ex mandatario reaparece, no solo hace ruido en la sociedad: habla ante todo para una audiencia selecta de su propio riñón. Esa tarea de revisar los hechos y los datos, dejará a millones de argentinos múltiples herramientas para pensar y decodificar…
Define patriada a la asunción en 2002, el carnaval de los 5 presidentes, tras el derrocamiento y huida de Fernando de la Rúa y su reguero de muertos y apaleados.
¿Cuál fue el primer elemento que colocó en su escritorio en Balcarce 50?
Una imagen de la Virgen de Luján que le había regalado una monja, acompañada por monseñor Emilio Ogñenovich, obispo de Mercedes, quien bendijo la imagen. “El monseñor, amigo de Duhalde y de Menem, había sido confesor de varios de los jefes militares que tramaron el secuestro, la tortura, el asesinato, la desaparición de miles de personas; en 1987 organizó procesiones en las que repudiaba el aborto y amenazaba con la excomunión a los que creen que se trata de un derecho; en 1999 actuó en un spot de campaña de Ruckauf a la gobernación, y ese mismo año, ofició una misa en la Basílica de Luján en la que bendijo la fórmula Duhalde-Ortega” (pág. 175)
En el gabinete que armó Duhalde en 2002, nombró como Síndico General de la Nación a un capitán de fragata, a Julio Comadira. “Curioso cargo para un marino. Pero Comadira tiene larga experiencia: fue auditor de Emilio Eduardo Massera, posteriormente jefe de gabinete de Raúl Granillo Ocampo en el ministerio de Justicia, y representante de Menem en el Consejo de la Magistratura. En agosto de 1983, Comadira le aseguró por escrito al juez federal José Nicasio Dibur que el ‘Tigre’ Acosta (NdeR: ex jefe de inteligencia del Grupo de Tareas 3.3.2 y el que manejaba todo lo que ocurría en la ESMA, a quien el 21/09/20 le denegaron la prisión domiciliaria), y el almirante Rubén Chamorro (NdeR: alias Delfín, director de la ESMA, mano derecha de Massera), nunca habían puesto sus patas en la Escuela de Mecánica de la Armada” (pág. 177)
“La Asamblea Legislativa que distinguió a Duhalde con el cargo de presidente provisional no fue más que un trámite oficinesco, porque la coronación había sido acordada de antemano (…) Del lado de los opositores a la designación hubo algún pataleo, acaso el más vehemente el de la diputada Alicia Castro, quien declamó ‘el pueblo dijo claramente no a la transa, a los acuerdos, donde de una semana para la otra se cambia la promesa de la elección por un contubernio entre la Unión Cívica Radical y el partido Justicialista. Hoy nos encontramos acá, con un contubernio y con que la decisión ya fue tomada por las cúpulas partidarias de los partidos mayoritarios. ¿Quién es el candidato que han elegido ustedes? Voy a dar exclusivamente datos objetivos. Es el vicepresidente de Menem. Es quien en ausencia de Menem firmó el decreto de privatización de Aerolíneas Argentinas. Cuando ingresó a la gobernación, en la provincia de Buenos Aires había 6,5% de desocupación. Cuando terminó, el 17,5%’. (pág. 173)
“En 1981, Duhalde publicó un libro, Los políticos y la droga, en el que lamentaba la conducta desdeñosa de los dirigentes políticos en el combate a la plaga (…)
En tanto que clamaba a los cuatro vientos por la creación de un verdadero aparato de persecución y castigo a los narcotraficantes, designó en la Aduana de Ezeiza, mediante el decreto 682 (septiembre de 1989) a un coronel sirio que apenas si manejaba un puñado de palabras en español, y de los laberintos aduaneros menos sabía. ¿Desliz administrativo de un vicepresidente en ejercicio provisional de la presidencia?
Quién sabe. Cierto es que a partir de ese nombramiento fueron muchos los favores que le solicitó a Ibrahim al Ibrahim. Los secretarios privados de Duhalde, Alberto Bujía y Héctor Lence, visitaron al sirio por lo menos seis veces en cuatro meses; a hurtadillas, a salvo de cualquier control aduanero, retiraron valijas y paquetes que de inmediato le hacían llegar a su jefe; recibieron pasajeros enigmáticos que el sirio, a esa altura diplomado en el arte del ademán, dejó ingresar al país a través de puertas oficiales desprovistas de inspección; Bujía y Lence, desde el Hotel-Casino Sasso de Mar del Plata -propiedad de Lence y Duhalde-, llamaron por teléfono al coronel sirio en tres oportunidades y le pidieron que no importunara con inspecciones sin sentido a unos amigos del vicepresidente que llegarían desde los Estados Unidos. Alberto Pierri, presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, inseparable compinche de Duhalde, también llamó al coronel sirio en más de una ocasión y le solicitó mil favores. Ibrahim, afable y diligente, a todos sonreía y miraba hacia otra parte y sellaba pasaportes y decía: “Muchos gracios…yo tener ojo…y entonces, yo mira. Mira radio, mira bultos…” (…)
Será la revista española Cambio 16, en marzo de 1991, la que pondrá al descubierto el sutil mecanismo del lavado de narcodólares que, desde la asunción del coronel sirio en la Aduana de Ezeiza, había sido llevado a cabo por un triunvirato de notables: Ibrahim, Amira Yoma (cuñada de Menem y directora de Audiencias de la Presidencia), y Mario Caserta, director del Consejo Federal de Agua Potable y buen amigo de Duhalde. Amira renunciará; Caserta será detenido y procesado. Duhalde dirá que el nombre y apellido Ibrahim le resulta familiar pero jamás lo ha visto. El sirio solicitará a la jueza la comparecencia de Lence y Bujía, que no concurrirán. La jueza María Romilda Servini considerará un despropósito hacerle perder tiempo a un empresario de turismo atareado, y Bujía habrá de morir de manera sospechosa el 16 de marzo de 1991. Una camioneta lo atropellará en la calle Manuel Castro, a metros del edificio de la intendencia de Lomas de Zamora, mientras avanzaba a contramano en una moto. Bujía era el que más información habría podido brindar sobre los contactos periódicos entre Duhalde y Ibrahim.
Presa de un temor legítimo, Duhalde llamará al juez Baltasar Garzón, a cargo de la investigación e intentará conocer su situación en el expediente. Fastidiado, el juez le dirá “Duhalde, yo sé que clase de hombre es usted”. Y cortará la comunicación. (pág. 94)
Octubre de 1990. ¿Por qué Duhalde iba a indultar a dos prófugos?
Se trata de Luis Sffaeir y María Elena Nin Saráchaga, condenados en 1976 por instigación del asesinato del presidente del Concejo Deliberante de Chacabuco, Miguel Máximo Gil, en 1975.
“La gracia del presidente dejó pasmados a todos los juristas del país. Los habitantes de Chacabuco salen a las calles. La argumentación de Duhalde para los indultos estará fundada en una lógica muy particular: pertenecían a la banda de delincuentes que en 1975 lideraba Juan Domingo López, un dirigente peronista de Lomas, que entre 1971 y 1973 había estado preso por haber baleado a otro dirigente peronista local, Guillermo Ambrosio. Sin embargo, luego de la asunción de Victorio Calabró como gobernador de la provincia en mayo de 1974, y gracias a la mediación de su amigo y vecino Eduardo Duhalde, López consiguió empleo de asesor del bloque de senadores justicialistas en la legislatura bonaerense. Allí conoció a Sffaeir, secretario del bloque, y a Alberto Bujía, alías el Negro, guardaespaldas del gobernador Calabró (NdeR: Bujía, el del Yomagate).
Pero los trabajos administrativos en la Legislatura le causaban malestar y decide retomar el oficio que más conoce. En pocas semanas, López arma una poderosa banda con una serie de matones procedentes del sindicalismo y del justicialismo bonaerense: Luis Oscar Mao, Sergio María Ibáñez, Miguel Trerotola, Omar Bustos y Pablo Márquez. Es Luis Sffaeir quien le presenta a Hugo David Toledo (NdeR: quien luego sería ministro de Obras y Servicios Públicos de la provincia de Buenos Aires), un escribano y prestamista, que bien puede facilitarle unos pesos para los primeros gastos. La banda comienza a actuar de inmediato. Secuestran a los empresarios Martín Kleiman y Víctor Marangoni, a cambio de cuya liberación obtienen más de 800.000 dólares.
López no quiere inmiscuirse en política aunque más de una vez le ofrecen deshacerse de algún dirigente molesto. Luis Sffaeir y María Elena Nin Saráchaga, los ideólogos de la banda, tienen un nombre en puerta, un dirigente de Chacabuco; se trata de Miguel Máximo Gil, presidente del Concejo Deliberante de esa ciudad, un montonero taimado que los tiene hartos. Finalmente, López y sus hombres, a esas alturas del invierno de 1975, miembros de la Triple A, asesinan a Gil.
En 1976 la banda será desbaratada y López condenado a cadena perpetua. En 1989, junto a otros 61 civiles condenados por distintos delitos políticos en los años 70 (delitos de la Triple A), serán indultados por el presidente Carlos Menem. Duhalde completó los indultos un año después” (pág. 81)
Eduardo Duhalde conoció a Hugo Toledo, el escribano, alias el Negro, mientras trabajaba en el departamento de Legales de la municipalidad de Lomas, en 1971.
“Traman un negocio redondo. Toman copia de la nómina de los deudores fiscales, familias que le deben al municipio el pago de los impuestos correspondientes a sus terrenos. Toledo aporta el dinero y Duhalde el espionaje. Pagan las deudas impositivas y echan mano de la ley de prescripción veinteañal y de la usucapión (un modo de adquirir la propiedad de un bien y otros derechos reales mediante la posesión continuada durante el tiempo exigido por ley, y se lo premia haciéndolo dueño de ésta). Se apropian de decenas de terrenos que de inmediato se lanzan a venderlos a bajo precio, y es el origen del dinero que luego le permitió a Duhalde instalar una inmobiliaria.
En enero de 1973 decide afiliarse al Partido Justicialista y se gana la confianza de los principales dirigentes de las poderosas 62 Organizaciones. En las elecciones de marzo 1973 gana el peronismo en Lomas y asume Roberto Ortiz, abogado de la curia. Pedro Pablo Turner, dirigente del peronismo revolucionario, de Ingeniero Budge, asume como presidente del Concejo Deliberante, y Duhalde, en representación de las 62 Organizaciones, una banca en la legislatura. A Ortiz le hacen juicio político en agosto de 1973, acusado de haber comprado indebidamente un puñado de armas para los vigilantes municipales. El instigador del juicio es Duhalde, que pasa a presidir el Concejo, en tanto que Turner asume en lugar del intendente. Pero la suerte de Turner estaba echada porque pertenecía a la tendencia, al peronismo revolucionario.
El 31 de mayo de 1974 el semanario El Caudillo, órgano oficial de la Triple A, edita su número 29. La revista cuenta con el mecenazgo de Lorenzo Miguel. Su director es Felipe Romeo, miembro de la banda parapolicial, y el secretario de redacción es Miguel José Tarquini, coordinador de prensa del ministerio de Bienestar Social (que encabeza José López Rega). Tarquini es, además, jefe del grupo de operaciones G de la Triple A.
“En El Caudillo hay una nota titulada ‘Lomas de Zamora: expectativa peronista’. No es una nota, es una condena a muerte. Dice que Turner ‘es un perfecto burócrata marxista que ha convertido a Lomas de Zamora en un aguantadero de cuanto guerrillero y delincuente se hallase prófugo. Eduardo Duhalde tiene la oportunidad de revertir el proceso de anarquía, corrupción y marxistización (sic), imponiendo una política peronista. Los peronistas y el pueblo todo de Lomas de Zamora, mantienen una esperanzada expectativa’. Pedro Turner fue destituido pocas semanas después. Y asumió Duhalde’” (pág. 77)
El 17 de mayo de 1994, el matutino de La Plata, El Día, titulaba “Escandaloso inicio de la constituyente”, en referencia al comienzo de la Convención para reformar la Constitución provincial.
Dice López Echagüe en el libro: “Ultima semana de julio de 1994. Convención constituyente de la provincia de Buenos Aires. Los números no cierran. El gobernador necesita cinco votos para asegurar la aprobación de la cláusula de la reeleción. Su objetivo es el riquismo (NdeR: la agrupación comandada por el ex militar Aldo Rico). Duhalde contempla argumentos políticos, promesas de cargos en el poder, y no desecha, como última vía, la persuasión económica. A Miguel Angel Pierri le encomienda conversar con Rico, y el primer encuentro se lleva a cabo el 31 de julio en Santa Fe, pero Rico luego se reúne con el gobernador en La Plata y en San Vicente.
Las indicaciones de Rico a sus negociadores habrían sido precisas: apoyo a la reelección a cambio de una retribución de 22 millones de dólares para repartir entre los convencionales. El Modín – Movimiento por la Dignidad y la Independencia, se compromete a aprobar la inclusión de una cláusula que permita la privatización de los casinos, algo que Duhalde desea con obstinación (…) El denominado ‘Acuerdo por los bonaerenses’, que comprendía entre otros puntos, una expresa condena al aborto, la posibilidad de implantar la enseñanza religiosa en las escuelas públicas y la eliminación de proyectos electorales como la ley de lemas, fue anunciado oficialmente por Rico y Duhalde el 9 de agosto, en una conferencia de prensa en la Universidad del Litoral, en Santa Fe (…)
Los testimonios que recogió el juez Emir Alfredo Caputo Tártara, a cargo del Juzgado en lo Criminal y Correccional Nº 13 de La Plata, en la causa Nº 3228, subcaratulada ‘Pago de sumas de dinero a Convencionales del Modín’ confirman la operación, al menos en la declaración en sede judicial de Santiago Chervo (convencional del Modín por la ciudad de San Nicolás), Juan Víctor Carreto (presidente del bloque de convencionales), Pablo Pinto (presidente del bloque de la UCR), Miguel Angel Di Cianni (convencional constituyente del Modin), Miguel Gustavo Adef (convencional constituyente del Modin) y de Carlos Ernesto Castillo, alias el Indio (guardaespaldas de Aldo Rico). El juez Caputo Tártara resolvió que la imputación no era seria, y dispuso detener el proceso” (pág. 44)
“ 21 de marzo de 1998. Duhalde va a la Legislatura de Lomas, al homenaje a los nueve dirigentes peronistas que la Triple A asesinó en 1975, en la llamada masacre de Pasco: aquel día, en Temperley y en Lomas de Zamora, un comando de la Alianza Anticomunista Argentina secuestró a Héctor Lencina, Aníbal Benítez, Héctor Flores, y los hermanos Alfredo y Eduardo Díaz de 14 y 16 años; a Germán Gómez, Rubén Bagninia, Omar Caferatta y Gladys Martínez. Los despanzurraron a balazos en un terreno baldío de la avenida Pasco y luego volaron sus cuerpos con dinamita.
Eran militantes de la Juventud Peronista, brazo político de la organización Montoneros. En el homenaje, Duhalde dice ‘deben hacerse cargo de esta acción quienes en ese momento estaban acompañando a José López Rega…a mí no me quedan dudas de que los nueve compañeros fueron víctimas del lopezrreguismo’” (pág. 72)
“En la época en que Perón vivía, la Triple A era un movimiento político como puede ser hoy el Movimiento Evita”
Eduardo Duhalde – 26 de abril de 2007 – Perfil
El 3 de octubre de 2020, también en el diario Perfil se anuncia que el ex concejal, intendente, gobernador, vicepresidente, y presidente, tiene un nuevo libro “Tierras: mi tema prepolítico y sus derivaciones”. Duhalde tiene algo para decir, también, sobre la toma de tierras…
“Ocurre que los políticos solemos tener algún tema específico con el que nos sentimos comprometidos, identificados, y el mío ha sido desde siempre la problemática de la tenencia, posesión, dominio y distribución de tierras para la vivienda familiar”, dice, y agrega “a poco de asumir como intendente, en 1974, advertí que la resolución de esta problemática debía ser encarada desde la estructura estatal (…) En 1983 fui reelecto intendente, y así se pudo retomar la labor emprendida en el tema tierras. Debido a que la situación había empeorado (…) El derecho a la vivienda se encuentra reconocido en nuestra Constitución Nacional y en diversos instrumentos internacionales de derechos humanos ratificados por Argentina. Hoy este derecho a la vivienda es una utopía”.
“Duhalde, cuando perdió las elecciones en 1999 anunció que abandonaba la política. A la provincia que había gobernado durante ocho años le dejó un recuerdo de fiesta imborrable. La deuda total alcanzó los 5029 millones de pesos, y el déficit fiscal los 1827 millones. El gasto público pasó de 3902 millones en 1991 a 10.794 hacia fines de 1999. A esas cifras debemos añadir la deuda con el Banco Provincia, de 1906 millones. Un estado de descomposición económica, financiera y social que infructuosamente procuró aplacar a través de la cuestionada venta de las empresas suministradoras de agua y energía eléctrica -poco más de 1700 millones de pesos-, y la asunción de colosales deudas con bancos extranjeros. A pesar de esta situación financiera, había gastado 44 millones de pesos en la campaña electoral, y 5 millones mensuales en publicidad institucional”. Todo eso cuando 1 peso, equivalía a 1 dólar. (pág. 128)
Este breve recorrido por la vida política de Eduardo Duhalde hilvana hechos aparentemente inconexos. Pero son su retrato.
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