El aroma a goma de borceguí y a gas pimienta se esparce como lava volcánica en las Américas. La nueva ‘hora de la espada’ pretende deshacerse del excedente social que afea el paisaje de calles asfaltadas con canteros de pasto recortado, y carteles de ‘prohibido’.
Es una nueva ola porque los esquemas de desigualdad y miserización, paralelos al gatillo fácil y centros de encierro (o tortura) transitaron, ya, un ciclo completo de neoliberalismo. En promedio, treinta años, en algunos casos un poco más, en otros menos.
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Los resultados son parejos. Peor distribución de la riqueza, mayor informalización laboral, empinada desprotección social, estructuralización de la pobreza, y el territorio en manos del nuevo ‘Estado’: los narcos.
Hay, en las Américas, en la superficie, dos estados en pugna. El autenticado en procesos democráticos o de formalidad democrática, y el otro, el consagrado en los barrios, poblaciones y favelas, el que permite la sobrevivencia cotidiana.
Ambos tienen la misma lógica: verticales, discrecionales, con leyes propias, y con aparatos de represión y defensa propios.
Población masculina pobre o pobrísima encuentra trabajo en un batallón o en otro. Las cúpulas (y no sólo) de los ‘buenos’ y los ‘malos’ se reparten tareas, zonas y negocios. La droga, ante todo, pero no solo.
La fantasía proclamada por una docena de mandatarios de la democracia formal es ‘ganar la guerra contra el narcotráfico’. Los pobres, los miserables, los morenos, los marrones, se ríen. Saben, en el terreno, ellos, los portadores de armas -de un batallón o del otro-, cómo es la cosa. Ambos saben. Saben todo lo que ignoran (¿ignoran?) los mandatarios. Y saben que la disputa por los negocios en los territorios es a vida o muerte. Si hay paz, es transitoria. Y si hay paz es porque los capos y tiras llegaron a acuerdos, o porque operan juntos.
Los nuevos ‘espadachines’ quieren paz. La batalla con caballería, palos y escopetas de hace 100 años, contra trabajadores rurales, obreros y migrantes tiene hoy herramientas del siglo XXI. En el camino quedaron los centros ilegales de detención y exterminio, los operativos pasada la medianoche, los cuerpos arrojados vivos al mar, las lagunas con cocodrilos o los ríos. Hoy, los inquisidores de la paz social 2.0 quieren que el excedentariado desaparezca a la vista de todos. Palos, gases, y encierros torturantes visibles. Cuanto más visibles, más ejemplares (creen).
Y Bukele, en El Salvador, es su mesías. El profeta de la muerte en vida, proyectada en pantallas gigantescas, infinitas, o sea, en todas las redes sociales.
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El proyecto neoliberal thatcheriano, aquel de ‘no existe eso que llaman sociedad, sólo hay individuos’, tuvo cría. Caló en la subjetividad masiva. La defensa de la propiedad privada -no de los bienes colectivos forjados por generaciones de conciudadanos-, ha instalado un amplio consenso para la pena de muerte.
Cuando Bukele lanzó en marzo de 2022 el ‘estado de emergencia’ y restringió (como impulsó la Ley Ómnibus de Javier Milei) la libertad de reunión, al mismo tiempo permitió que los uniformados puedan hacer inteligencia interna, espíen, sin orden judicial. Incluyendo las llamadas telefónicas y el correo de cualquier ‘sospechoso’. Más de 70 mil salvadoreños (equivalente a 1,3 millón de mexicanos, 500 mil argentinos o 2,2 millones de brasileños) fueron detenidos. Policías y militares fuertemente armados rodearon y requisaron barrios, arrestaron a los que ellos consideran ‘sospechosos’ y en el paquete cayeron integrantes de las pandillas, y obreros.
La espectacularidad funcionó. Ese mismo año, en diciembre, la máxima autoridad de Jamaica declaró el estado de excepción. Lo mismo intentó el ex presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, y falló, pero en una dudosa toma de un canal de TV (bien publicitada), logró imponer el estado de excepción el presidente Daniel Noboa.
En este caso, como recientemente con Bukele que arrasó en las elecciones, Noboa convocó a un referéndum en Ecuador, para el 21 de abril. El pueblo ecuatoriano deberá aprobar si acepta modificar la Constitución y que entonces las Fuerzas Armadas actúen con la Policía contra ‘el crimen organizado’. Eso incluye que sean las FF.AA. las que controlen los accesos a las cárceles.
En Perú, el alcalde de la capital, Lima, había prometido copiar el modelo (sic) salvadoreño. Y finalmente el gobierno semi-legal de Dina Boluarte envió el 22 de febrero de 2024 al jefe de la cartera de Justicia y Derechos Humanos, Eduardo Arana, a El Salvador.
El titular de la Presidencia del Consejo de Ministros de Perú, Alberto Otárola, dijo que el ministro de Justicia
«ha sido enviado para ver la realidad de la logística carcelaria en este país, que ha erigido una infraestructura adecuada, moderna y eficiente para que acudan, sobre todo, los presos más violentos y peligrosos».
En disidencia sólo se manifestó el presidente de Colombia, Gustavo Petro. Mientras la revista Semana hablaba de “El milagro Bukele. La impresionante historia del presidente que rescató a El Salvador. El éxito de su guerra contra la criminalidad”, Petro sostuvo en marzo de 2023 que la megacárcel publicitada por Bukele es un “campo de concentración”.
“Ustedes pueden ver en redes sociales las fotos terribles -no me puedo meter en asuntos de otros países- del campo de concentración de El Salvador. Lleno de jóvenes, miles y miles encarcelados, le da a uno escalofrío”, remarcó.
Y agregó:
“Creo que hay gente a la que le gusta eso (…) ver a la juventud entre las cárceles; y creen que eso es la seguridad. Y se disparan las popularidades”.
Al joven presidente Nayib Bukele, ex integrante de la guerrilla Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, no le gustó el comentario del ex integrante de la guerrilla colombiana M-19, Gustavo Petro. En las redes sociales publicó:
“Los resultados pesan más que la retórica. Deseo que Colombia en realidad logre bajar los índices de homicidios, como lo hemos logrado los salvadoreños”.
Y Petro, que fue alcalde de Bogotá antes de alcanzar la presidencia, respondió:
“Nayib, pasamos de 90 homicidios por cada 100.000 habitantes en 1993 en Bogotá a 13 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2022. No hicimos cárceles sino universidades”.
Para Patricia Bullrich, Bukele reúne todas las virtudes imaginables. Mano dura, discrecional, recursos infinitos para los borceguíes y los gases, cárceles como campos de concentración, limitación al derecho de reunión y movimiento, y puesta en práctica de la pena de muerte sin siquiera modificar los Códigos vigentes. Todo, además, con espectacularidad benthamiana.
«Queremos seguir el modelo que ustedes están llevando adelante» le dijo a Bukele en la cumbre de la derecha y ultraderecha que se realizó en Washington, con la presencia estelar de Donald Trump y el Voxista neofranquista, Abascal.
«De una masacre diaria y un país controlado por las maras (bandas criminales) a una sociedad donde se cuida la vida. Una experiencia donde se cuida a la gente y el delincuente no es bienvenido. ¡Hacia allí vamos!», posteó Bullrich.
Sin embargo, antes de relamerse con Bukele en febrero en USA, la varias veces ministra retomó su propia disposición respecto del uso de armas de fuego por las fuerzas de seguridad. En 2018, Luis Chocobar asesinó al hijo de Ivonne Kukoc. Y fue esta señora quien advirtió: «Van a matar a los pibes pobres como a perros, habilitaron la pena de muerte en la Argentina”.
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El mítico ‘cárcel o bala’ del libertario José Luis Espert resucitó en boca de Bullrich cuando el 22 de enero asesinaron a la hija de uno de sus custodios. En la ocasión declaró:
“Frente a la pena de muerte impuesta por los delincuentes, nosotros vamos a proteger a la ciudadanía con fuerzas de seguridad que impidan que eso pase», afirmó.
Ante Bukele, según reportó la agencia Telam, lamentó que, pese al trabajo realizado, haya que «soportar las críticas cuando «han salvado millones y millones de vidas, la verdad que es increíble”.
La bukelización está en marcha
Los excedentarios exceden la norma, pero exceden, sobre todo, la vida. No son, ni siquiera, el viejo ejército de reserva de mano de obra barata que disponía el sistema para regular salarios y, llegado el caso, quebrar huelgas.
Los miles de presos del Centro de Confinamiento del Terrorismo de Tecoluca (El Salvador) no pueden hablar. Se sabe que Bukele planteó esta cárcel como un modelo aún más intenso que las prisiones en manos privadas en Estados Unidos. En el CECOT de Bukele los familiares de los presos tienen que pagar casi 200 dólares al mes para que les den alimentos, artículos de higiene y ropa. También se sabe que al interior del presidio hay ‘tiendas institucionales’ donde los reos pueden comprar una bebida gaseosa, a precios estratosféricos. La ganancia es fácil de calcular. 200 dólares por mes, multiplicada por miles de presos.
La revista web de cultura y pensamiento crítico www.purochamuyo.com / Cuadernos de Crisis decidió retomar los ESCRITOS DESDE LA LEONERA, IV Edición, donde los presos hablan, escriben y cuentan.
Esta vez, 9 de ellos, le responden a Patricia Bullrich y afirman que hace mucho, en Argentina, existe la pena de muerte.
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Condena
Eso reclaman de los más alto de la cúpula política, esos avaros mandatarios acomodados maquiavélicamente por una súper estructura fascista y clasista.
Estos mismos autoritarios desean abolir la democracia, que dicho sea de paso, hace mucho se perdió.
Si esto se llevara a cabo ¿Sólo las personas privadas de su libertad serán afectadas? Personalmente creo que la pena de muerte fue instaurada hace tiempo en nuestro país. Esa población de bajos recursos, sin acceso a la educación, trabajo digno, ni asistencia médica, esas madres sostén de familia, ciudadanas que anhelan poner un plato de comida en la mesa de su hogar, cueste lo que cueste, ¿no se encuentran, ya, condenados? Vivir en una agonía permanente alienados con una sola añoranza, llevar la comida a casa. ¿Eso no es pena de muerte?
Ese susurro, instaurado por lo bajo, del pudiente, siempre existió.
Condenar a un ser humano a 30, 35, o 40 años en un centro de tortura ¿no es pena de muerte? O sólo se desea con esto acallar las falencias históricas de gobiernos corruptos y antidemócratas, oligarcas queriendo exterminar a los pobres, a los marginados, al trabajador.
Por eso señora ministra de Seguridad, le cuento que no solo la pena de muerte existe, sino que ya estamos condenados a la muerte y al extermino por un modelo capitalista devastador.
Autor: Eduardo Acosta Tomadin
No me la conté
“Para saber, dentro de un Estado, si un derecho existe efectivamente, no hay que leer los Códigos sino más bien ver a quiénes persiguen los jueces y la policía.”
(Fragmento extraído de la obra “El único y su propiedad”)
No deseo escribir un informe estadístico, más allá de que hacerlo aportaría notablemente al fenómeno en debate, dando un claro aporte objetivo y matemático. Pasa que, para estos casos me nace una profunda negación y cuesta creer tanto que una vida tiene valor o se le da un significado si se la reduce a un número, despojando ese ser de toda su existencia y olvidando por completo la vitalidad con la que contaba, desconociendo cada detalle de la misma. Aunque entiendo que así es práctico y conciso para nuestras instituciones estatales y orgánicas presentar las diferentes muertes generadas por la negligencia de esas instituciones.
Hagamos el ejercicio de detenernos a pensar unos momentos. Formulémonos esta pregunta ¿Legítima defensa o genocidio étnico? Para obtener la cercanía a una respuesta, solamente hay que acudir a una revisión histórica en la creación de nuestro honorable y respetable Estado Nación; en ella es probable encontrar por ejemplo las diferentes mal llamadas “Expediciones al Desierto”, las cuales concluyeron en genocidio y expropiación de tierras a diferentes tribus originarias, acometidas por el entonces ejército Unitario y/o Federal.
Luego podemos hallar la sublime obra literaria que impacta de lleno en las bases del imperativo categórico moral y ético del “Deber ser y parecer” en nuestra intachable sociedad, llamada “Civilización y Barbarie”, creada por un siniestro señor apasionado del contractualismo eurocentrista, de la que personajes como Miguel Cané dio cátedra -a través de sus fusiles- el civilizar a la gente. Y así continuamos con derrocamiento al poder de turno, golpes de Estado, década infame, Peronismo, dictadura y bla-bla-bla… hasta el día de hoy en las que se levantan flameantes las banderas del Kirchnerismo, Macrismo o los dos en uno, la derecha socialista autodenominada Libertad Avanza.
Los hechos hablan por sí solos, ya que en cada época hay un acto consumado de fusilamiento, desaparición, secuestro o causas armadas; en un principio se decía que era por expansión, después para civilizar, y ahora en nuestro tiempo es por “inseguridad”. Según la era va cambiando de razón, pero lo que no cambia es a quiénes tienen por ‘enfermedad’, y las balas como medio de solución.
Al ponernos al corriente de la situación nos damos cuenta que mucho de lo dicho por distintos representantes del gobierno actual son una copia del idealismo heredado de aquella Liga Patriótica.
Nadie nace delincuente sino que es el efecto, el resultado, bajo un sistema que fracasa desde su propia creación y de eso no hay constancia porque ninguno se hace cargo. Este agujero es tan notable y la única manera que eligen para taparlo es rellenarlo de cadáveres. De esta forma también, en paralelo, sacian el hambre voraz demandado por la sociedad. Sin que esté escrita en ningún código penal y civil, la pena de muerte se practica de igual manera con demasiada libertad en cualquiera de los galpones que funcionan cómo deposito para integrantes de la pobreza, devenidos en instituciones, y los presos son puestos a merced de los intereses de un poder absoluto y autoritario, ejecutando la decisión de cómo y hasta cuándo serás participe de su tortura. Todo esto apañado y legislado ante las órdenes del poder judicial. Es la evidencia que el nacer lejos del mundo del privilegio, es cargar una pena de muerte.
Autor: Enzo
Cambalache
La pena de muerte, es una distracción política traída a cuestión en estos tiempos, con el fin de desviar del centro de discusión las verdaderas problemáticas del Estado para dejar contenta a la sociedad. No deben olvidarse aquellas personas que aplauden al mandatario de turno exigiendo mano dura debido a la constante inseguridad, que, llegado el momento, no habrá más delincuentes por matar y no tendrán a quién culpar ni en quién limpiar sus manos sucias por tanta corrupción.
Con el único fin de perpetuarse en el poder, harán lo que es más fácil de hacer y serán aquellos que alguna vez aplaudieron, los asesinados. Es fácil echar culpas sobre los más desprotegidos y menos instruidos: que asesinen a un delincuente no hará que el país mejore su situación económica.
Siempre seremos su cambalache, objetos de intercambio y descarte para poner comienzo o fin a la barbarie, avaricia e hipocresía de la aristocracia gobernante.
Autor: Un excluido social
Morimos todos, menos Cali
Póstumo a «Cacho y El Gallego», quienes abandonaron, cada uno en su momento, una relación de noviazgo con Usted, le sobrevinieron los actos que llevaron a la muerte de otros cuatro de sus compañeros («El Gordo, El Gringo, Ramon y Gabriel») en circunstancias de militancia política/guerrillera, de la cual Usted nunca quiso hacer una autocrítica o declararse culpable de los actos que en su momento ejercía para dicha ideología.
No lo hizo y no lo hará porque Usted (Carolina Serrano, alias «Cali», o Patricia Bullrich) siempre corrió tras la idea de ejercer poder. Así como hace 48 años se abrazaba a Galimberti (su cuñado) y se fanatizaba con sus ideas, al punto que exponía sus jóvenes 17 años a la muerte cuando manipulaba armamento militar en la quinta de su abuela en Los Toldos; también así, abrazó las ideas de políticos como A. Cafiero, Menem, De la Rúa, Macri y en la actualidad, Milei.
Todo lo cual la convierte en una «oportunista de la política» que va saltando casilleros buscando siempre pertenecer a un poder que le da el Estado y el cual lo utiliza de salva-vidas. Buuueeh…la única que salva es la de usted y los suyos, o su séquito, porque a sus votantes como así también a sus NO votantes, los perjudica, porque en toda su trayectoria política no ha tenido «LEALTAD» con las causas que abrazó.
Cali o Pato: Usted dice que la pena de muerte es ejercida por la delincuencia. Busquemos entonces a esos delincuentes que financian sus campañas y las de los otros con diferentes ideas (opositores a Usted) a la hora de sacar a relucir la democracia con la cual llegan a sus cargos, democracia que una vez en sus despachos, ya electos, pisotean y defecan sobre la misma.
Claro que la pena de muerte existe y la ejercen ustedes, los políticos, desde siempre, con esos especuladores y la usura financiera, los empresarios sin límite, los judiciales, los extractivistas exportadores de materias primas y los gobernantes -como los actuales- que facilitan el endeudamiento y desguace y venta del país.
Los grandes medios hegemónicos argentinos dirigen el odio hacia los pobres y los ladrones de poca monta, cuando los grandes empresarios y políticos corruptos que los apoyan se fugan miles de millones de dólares generados en NUESTRO país. Esos son los verdaderos criminales. Lamentablemente no hay una voz suficientemente fuerte para convencer a la gente que esta es la realidad.
PENA DE MUERTE, ¿Cuántos laburantes, cuántas familias, pierden la vida bajo despidos laborales o por no tener acceso a una canasta básica de alimentos? ¿Quiénes pagan esas muertes? Ojos arbitrarios llevarían a juicio a la clase política como así también a la parte empresarial.
Se les hace muy fácil hablar, Pato, de pena de muerte cuando los muertos los ponen los menos pudientes y los excluidos por representantes de un Estado ausente.
Autor: Maxi N.
La ejecución está presente
¡Qué iluso es pensar que no existe la pena de muerte cuando la práctica demuestra lo contrario! La pena de muerte es un ejercicio constante que se utiliza sobre los nadie.
Muchos están deparados a ella desde el momento en que nacen, con pocos recursos, sin derechos, sin asistencia y la plena falta de Estado, no quiero siempre estar pensando que el enemigo número uno, el Estado, más allá de ser enemigo, está ahí y no se lo puede liquidar. Me es inevitable no pensarlo como enemigo, porque está ahí solo cuidando su capital, y me pregunto si sus votantes empatizados a través del descontento -el de este momento-, podrían ser llevados a avalar una pena de muerte. Finalizo creyendo, un poco bastante, que sí, si ya han pasado la dictadura militar, genocidios. ¡Acá y en miles de lugares más!
Me da mucho a pensar si con el pasar del tiempo se practica algún tipo de purga para descomprimir un poco lo que en algún momento no se puede controlar: matarlos o amontonarlos en depósitos del Servicio Penitenciario con penas de hasta 35 años es algo real que sucede a diario desde el poder. Llevados a la nada, ocultándonos por determinado tiempo. La pena de muerte al igual que en ese mundo es lo que prima en este lugar. No existe ningún tipo de tratamiento, lo que está escrito en papeles jamás se podría contemplar y dar por correcto cuando no hay nada que lo ampara, más allá de que está escrito.
¿A qué me refiero? Lo que se exige en tratamientos se vuelve nulo para uno cuando no hay cupos, y si así lo hubiera tampoco se los cuenta a todos; colegio, trabajo, asistencia psicológica, médica, cultura son cosas que no aparecen a brindarse al menos para parar, pensar y repensar. No se ofrecen y pienso que se tendrían que proporcionar.
Hoy podría decir, que los que estamos en estos depósitos, podemos afrontar con un poco de apertura mental, ideológica, resistente y autocritica. Lo digo desde un punto por ahí muy egoísta también, no todos pueden tener la oportunidad de conocer lo que conocí acá en el pabellón 4 de máxima seguridad, y no todos pueden exponer las faltas o ideas nuevas frente a alguien que te termina oprimiendo y a muchos eso deja sin voz, pone en evidencia y deja en claro al otro negro que las cosas dentro de los centros no cambian. Todo aquello que pienso como falta para todos, lo encontré acá.
¿De qué sirven estas penas? Te matan, sacan gran parte de la vida. Los centros de tortura no son una oportunidad para nadie, pero ya muchos entendemos que es parte de una rueda que no para, y que a veces somos nosotros mismos que con decisiones nuestras estamos dentro de ella.
Pero ¿a quién juzgar si yo también he pasado ciego en este mundo repitiéndolo por tanto tiempo? Pena de muerte, cada 16 horas, a mano del servicio penitenciario, se lleva a cabo años tras año, acompañado de un poder represivo y genocida que siempre da la llave y alienta una vía libre a torturas dentro los muros que pocos conocen. La cárcel no es lo que parece.
No sé. ¿ustedes qué esperan o piensan?
Autor: Braian Brady
¡¿De qué me hablan?!
Desde que era un niño de 14 años que tengo la desgracia de estar tras las rejas. Y si me preguntan si existe la pena de muerte en Argentina, con toda convicción les digo que sí, aún cuando el principio supremo de garantía de los derechos individuales de nuestra Carta Magna rezara en su art. 18: Quedan abolidas para siempre la pena de muerte por causas políticas, toda especie de tormento y los azotes. En principio la pena de muerte (al igual que todas las penas) es una decisión política. Creación de un determinado grupo de ‘expertos’ capaces de decidir sobre dicha norma para luego aplicar a otrx grupo específico.
Este proceder etnocéntrico (y eurocéntrico) tiene una sola manera de ejecutarse: imponiendo su fuerza hacia abajo, hacia la clase más pobre. Y claro, porque cuenta con el monopolio legítimo del uso de la fuerza, este gobierno -como muchos otros anteriores- lo primero que quiere es poner en las calles más policías con permiso legal de reprimir ancianxs, docentes y asesinar cuando les parezca.
Entonces ahora serviré de ejemplo de los incontables casos (en el doble sentido de la palabra). Hoy, a mis 42 años de edad sigo transitando la oscura estructura de metal y hierro que demuestra que nada fue al azar; es un hecho innegable que compartimos muchxs amigxs, vecinxs o familiares.
Pero esto no se visibiliza. La información que repiten algunos medios de comunicación que defienden intereses propiamente capitalistas, donde estxs ordenan que muestren cuanto puedan sobre la violencia del salvaje (que es su creación); noticia que construyen para que toda la sociedad crea que el delincuentx además de tener ciertas características, también tiene el privilegio de entrar y salir de la cárcel, como si fuera su casa. ¡Y no es así! ¡Es mentira lo de la puerta giratoria!
En mi caso, que jamás maté a nadie, tampoco nunca se demostró que yo hubiese tenido un arma que haya disparado para causar muerte. Sin embargo mi condición de pobre, ignorante, mal hablado y mal vestido fueron y son rasgos más que suficientes para determinar que soy culpable y que merezco morir acá adentro.
¿Pero cómo piensan que puedo llegar a cumplir una condena de prisión perpetua de 50 años con la edad que tengo (sentencia inconstitucional), si el Servicio Penitenciario ofrece cada día comida podrida, agua que viene de tanques donde hay palomas y ratas muertas, celdas donde se respira el olor a cloaca las 24hs del día, donde el crudo invierno cuela hasta el tuétano porque no hay vidrios en las ventanas o calefacción; y donde si te enfermás, nunca hay medicación o atención médica?
La práctica del suplicio en el Medioevo era que el verdugo del rey desmembrara un acusadx en público, y así todxs sabrían lo que les pasaría si violaban o no respetaban la ley del monarca. Años más tarde la cárcel y el castigo se transformaron. Con el nuevo Estado, el de una burguesía triunfante, capaz de establecer la ley acorde a sus necesidades; hacia su afán de superioridad. En este presente atroz, la cárcel y el castigo se paga en silencio.
Autor: Ricardo Lazarte
Perpetuación de la muerte en manos del Estado y las Poblaciones
Fui kondenado apenas nací, el sistema solo me dejó deambular a su gusto y placer por un tiempo, sometiéndome komo mano de obra y mantenimiento de su kreación. Un mundo kon leyes y komportamientos desiguales y kompetitivos, donde el dinero, el konsumismo y el konfort son el máximo exponente de las sociedades.
Kada ciudadanx en todas partes del mundo, es obligadx a sobrevivir del azar, todo depende de dónde hayas nacido o de kuántas kabezas has de pisar o kortar para obtener tu boleto a una vida plena dentro del sistema.
Kienes no fueron predestinadxs a la buena vida, kedaron a la deriva, solo es kuestión de tiempo para ke la mierda arrojada por este modelo social nos kaiga encima sin poder enkontrar salida y así, kometer el grandísimo error de romper las endiosadas reglas y pautas de konvivencias. Es ahí, donde la sed de venganza aparece.
Estados y Pueblos enteros pidiendo sanar ante el daño hecho por kien delinkió, si una vida o propiedad privada es atakada; solo kalmará a pueblos y gobernantes, la desaparición y el exterminio de la kalaña antisocial ke dañó su sagrada moral. No existe mea kulpa de parte de kienes imponen y avalan las normas ke desplazan personas, solo ofrecen extensas kondenas y muertes en las kalles, kárceles, neurosikiátrikos y en toda estructura ke perteneska a la superestuctura.
Polítikos vociferan sobre “grandes soluciones”; baja de edad de imputabilidad, prisiones perpetuas y hasta pena de muerte ¡komo si eso no existiera! Miles y millones en el mundo murieron y mueren en manos de gobiernos, sea kual sea su tendencia polítika, izkierda o derecha, da igual.
Argentina se kreó torturando, esklavizando y matando a lxs ke habitaron ancestralmente estas tierras, y entiendan ke para sostener este modelo de país y sociedad, han seguido kon sus masakres, hoy en día enkubiertas y/o negadas, pero existentes.
Tengo treinta y nueve años, llevo seis años detenido y estoy kondenado a prisión perpetua; kon esto kiero decir ke mi estadía de encierro debe ser de kuarenta años, solo teniendo la posibilidad de una libertad kondicional al haber kumplido treinta y cinco años de este kautiverio. O sea, a mis sesenta y nueve años, si es ke un puñado de burgueses kon título de juez y verdugo, deciden ke es propicia mi libertad anticipada.
Autor: Interno Pabellón 4
La delincuencia no sólo genera delitos
Argentina es un país territorialmente vasto y hermoso con gente agradable, humilde, hospitalaria, solidaria y sobre todo, ignorante ¿Por qué creo esto? Porque es un país con tendencias eurocéntricas, con un extraño sentido de patriotismo…nos creemos superiores por ser campeones del mundo mientras nuestra economía agoniza.
De tener cultura -o memoria- tal vez no tendríamos calles o avenidas Ramón Falcón, no tendríamos tantas instituciones o parques con nombres de “prócer” como Sarmiento, Roca, Irigoyen, Urquiza, Alberdi, etc., y donde el argentino promedio repite discursos meritocráticos y obsoletos.
Esta coyuntura que estamos viviendo es la peor desde mí corta y curtida vida: el derecho humano se convirtió en derecho a la propiedad, y derechos humanos se convirtió en la defensa del delincuente reduciendo al humano en error o contingencia.
La gente adoptó como sentido común el repetir sin chistar y sin pensar; estamos todo el tiempo cediendo nuestra libertad por seguridad, son esos discursos los que engrandecen al manodurista y tirano.
‘Puerta giratoria’ dicen. Tal vez gira para entrar pero tiene traba al salir y el que logra salir sigue girando hasta volver a entrar. Es ahí donde te condenan a una eutanasia penal y paulatina en lugares donde somos todos extraños y todos distintos pero con algo en común: que somos de barrios pobres con familias pobres como herencia, sin educación ni apoyo. Indigentes. Suerte si nos dan un DNI.
Argentina, un país donde mueren dos personas por día en accidentes laborales. En pandemia la cifra fue de un trabajador cada 7 horas sumado con las muertes por COVID contagiados entre los precariados (entre 3 y 4 por día) donde lo único que importaba era el seguir produciendo a cualquier costo en este país tan dependiente, tan saqueado, que todo lo que es por un bien común nos falta prevención y nos sobra precariedad en todos los ámbitos para el bien social.
En los centros de detención legítimos como este, muere una persona, o preso, o malviviente, cada 36 horas, una cifra que por supuesto a nadie le importa, porque al fin y al cabo este lugar es la muerte. En el país con más muertos por accidente de tránsito (17 por día), una cifra que le besa la oreja a los homicidios delictivos, ¿quién va a pensar que corre el mismo riesgo de morir trabajando, esperando el colectivo, o cruzando la calle? ¿Quién va a pensar que hay tantas maneras de sentirse inseguro, que lo que prima es la vida y no lo objetos materiales por lo que tanto uno se esmera? ¿Será que hay algo más que este país tan dispar que ocultan con nosotros? ¿Será que les molesta a la ciudadanía a las “personas de bien”, los delincuentes, los pobres? ¿Será porque es el único que rompe con esta vida monótona de levantarse y correr para cumplir los sueños de alguien más?
Y además, ¿no será que la delincuencia es restable para el sistema? La delincuencia no solo genera delitos, genera el derecho penal y alguien que lo escriba, genera un doctorado y alguien que lo enseñe, genera estudiantes e instituciones para su preparación y suplicio del anormal (jueces, abogados, fiscales secretarios); genera las fuerzas de seguridad y las empresas privadas que también la brindan. ¡Que irónico! alguien que no trabaja que genere tantos puestos de trabajo.
El preso y el delincuente en libertad se convirtieron en los chivos expiatorios de la sociedad, cuando todo está mal pongamos el foco en los robos con violencia y desquitémonos con el preso. Saquemos su teléfono, privémoslo de más derechos aún para que se rebele y tener aval para la muerte y represión. Es tan intrínseco ese prejuicio y el perjuicio no solo hacia nosotros, sino hacia nuestras familias que nada tienen que ver con nuestras decisiones ¿cómo podemos desaprender todo esto? ¿En qué momento la televisión se convirtió en el personaje principal de la familia? ¿Qué nos sucedió como sociedad para que lleguemos a ser tan apáticos con el que se ubica por debajo de la pobreza, con el extranjero, con el que tiene una capacidad diferente, con el jubilado? ¿Acaso no ven su futuro en esa condición? ¡Los temas políticos son muy serios para dejarlos en manos de los políticos! no repitamos sin chistar y sin pensar ni analizar; debemos dudar de por qué lo dicen, para qué o con qué fin. Debemos dudar de porqué lo que vemos en televisión se llaman “programas” debemos dejar de ser pensados como sociedad. No nos faltan cloacas, nos sobran soretes.
Y como dijo Platón hace más de 2000 años
Aquellos que son capaces de ver más allá de las sombras y mentiras de su cultura, nunca serán entendidos y mucho menos, comprendidos por las masas, “porque no hay nadie más odiado que quien dice la verdad”
Autor: Interno Pabellón 4
“Resistimos al olvido desde un proyecto vital con la épica idea de transmitir y generar cultura y expresar en el arte la voz de los nadies”
https://www.facebook.com/cuenterosyverseros/?locale=es_LA
Aquí la primera edición de ESCRITOS DESDE LA LEONERA
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