La Cámara Nacional Electoral informó este 14 de marzo el cronograma para las próximas elecciones nacionales donde se establece que las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) serán el próximo 13 de agosto y los comicios generales el 22 de octubre. El esquema advierte que el 14 de junio será la fecha límite para el reconocimiento de alianzas transitorias y que hasta la medianoche del 28 de julio el oficialismo tendrá permitido realizar actos de gobierno para que se evalúe su gestión (léase, captación de votos), pues desde el primer minuto del 29 regirá una veda en ese sentido.
A fines de enero 2017, el ministro del Interior Rogelio Frigerio hizo el último intento para convencer a los representantes provinciales sobre la ‘necesidad’ de pasarse al sistema de voto electrónico. Dijo que sería deseable, al menos, “que la Justicia Electoral permita la convivencia de los sistemas de boleta en papel y de boleta única electrónica para tener conciencia de cuál es mejor”, y destacó que cada distrito lo va a resolver, como ya lo aprobaron Salta y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Sin embargo, casi como una respuesta a esta invocación, la Cámara Nacional Electoral (CNE) a través del Centro de Información Judicial, publicó un comunicado fechado el 6 de febrero donde manifiesta su preocupación en relación a la seguridad que ofrecen los soportes informáticos que se utilizan y que “el día 1° de febrero se le reiteró al Consejo de la Magistratura y a la Corte la necesidad de que tomen recaudos para garantizar la seguridad informática de todos los sistemas, la infraestructura tecnológica y los servicios web que opera la justicia nacional electoral”.
¿Por qué esa advertencia velada al ministro que comanda el proceso electoral?
El 29 de junio de 2016 el Ejecutivo presentó en la Cámara de Diputados el Proyecto de Reforma Electoral entendido como “un conjunto de modificaciones” (…) y “en primer lugar reemplazar las boletas múltiples partidarias por la boleta electrónica”. El criterio fue defendido por el propio ministro en una reunión en el Anexo del Congreso en agosto. Al exponer ante las comisiones de Asuntos Constitucionales, Justicia y Presupuesto de la Cámara de Diputados señaló: “Queremos que en 2017 se vote con más confianza y con la seguridad de que no se van a robar una boleta”, porque “la gente quiere un cambio”.
El contrapunto entre Frigerio, el ministro de Modernización Andrés Ibarra y el secretario de Asuntos Políticos de la cartera de Interior, Adrián Pérez, y los diputados y especialistas que participaron podría resumirse así:
- “Lo que estamos proponiendo no es un sistema de voto electrónico, sino un sistema de boleta electrónica”- R. Frigerio
- “El objetivo es incorporar transparencia en el proceso electoral. Estamos mirando distintas alternativas en todo el mundo, desde voto por Internet hasta sistemas mixtos, para elegir el mejor sistema posible”- A. Ibarra
- “Da exactitud, porque la carga manual tiene errores, y agilidad porque tenemos que quitar la incertidumbre de tener que esperar tantas horas. Y da equidad porque pone en pie de igualdad a los partidos que no tienen un gran aparato político”- A. Pérez
- “Uno cree en las buenas intenciones, pero tienen que venir acompañadas de garantías y sabemos que es un sistema que tiene fallas”- Margarita Stolbizer, diputada del GEN
- “Un golpe a la democracia, en el que se busca colocar en manos privadas el acto electoral”- Néstor Pitrola, diputado del Partido Obrero
- “Hay que desmitificar que incorporar tecnología es igual a transparencia”- Juan Cabandié, diputado del Frente para la Victoria
En tanto, la diputada del Partido de los Trabajadores por el Socialismo, PTS, Myriam Bregman señaló en la ocasión un asunto que luego traería cola.
“Se habla de licitar la compra de las máquinas para voto electrónico sin una ley aprobada. Parece que el negocio millonario se hace primero y el sistema democrático viene después”, dijo.
En el mismo sentido, en aquella exposición de los funcionarios, se manifestó la abogada y especialista en sistemas electorales y doctora en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, Delia Ferreira: “¿Qué hay detrás de la decisión de adoptar este sistema? Y agregó “Si el argumento es que es rápido y moderno debo decir que la mayoría de los países considerados desarrollados no utilizan estos sistemas…algo deben estar haciendo bien los países que tienen mucho más tecnología y usan boleta en papel”. Para Argentina “lo que corresponde adoptar es la boleta única en papel”, remarcó.
Las doctoras Ferreira y Bregman apuntaban contra Ibarra y contra Magic Software Argentina. MSA es la empresa proveedora de las terminales de votación electrónica, fabricadas en Corea.
El 28 de diciembre de 2016, el fiscal federal Guillermo Marijuán solicitó al juez Ariel Lijo abrir una investigación contra Andrés Ibarra, el ministro de Modernización. Hizo lugar a la denuncia de la abogada Valeria Carreras, quien se presentó ante la Justicia Federal pidiendo que se investigue un acuerdo con Corea que incluiría la compra de las máquinas de voto electrónico, cuando aún no se había tratado en el Congreso la ley de reforma electoral.
VOTO ELECTRÓNICO DE AQUÍ Y DE ALLÁ
La periodista Natalia Zuazo, señalaba en un artículo en la revista Brando, “votar con computadoras no es nuevo. En sus diferentes formas, el mundo lo hace desde hace 50 años. Por lo tanto, el sistema que en la Argentina se presenta como nuevo no solo no lo es, sino que ya es viejo en el mundo. Hoy, de 295 países, solo siete utilizan el voto electrónico (de algún tipo y en alguna parte del proceso). Bélgica, Estonia, India, Filipinas, Brasil, Venezuela y Estados Unidos (en este país, además, cada estado decide su sistema de votación, por lo que no todos lo hacen de la misma manera).
Hoy, de 295 países, solo siete utilizan el voto electrónico
Hace décadas, esa lista era más amplia. En Alemania el Tribunal Constitucional rechazó su uso en 2009 porque el sistema no permitía la fiscalización del proceso electoral por personas sin conocimientos técnicos. El tribunal alemán afirmó expresamente: «En la utilización de aparatos electorales electrónicos, el ciudadano debe poder controlar los pasos esenciales del acto electoral y la determinación del resultado de manera fiable y sin conocimientos técnicos especiales». Con estas palabras, la máxima autoridad electoral de ese país señaló que, cuando se vota con papel, determinar si alguien hace fraude es tan sencillo como prestar atención a un papel, saber leer y escribir. Si alguien está intentando cambiar un resultado, robar o alterar una elección, un presidente de mesa, un fiscal u otro votante puede darse cuenta y denunciarlo. Sin embargo, en un sistema que se basa en un software y máquinas previamente programadas por un lenguaje conocido solo por una elite, la capacidad de fiscalización se reduce. Esto atenta contra de la universalidad del voto: si son muy pocos los capacitados para entenderlo, también son pocos los capaces de auditarlos. En consecuencia, se generaran «castas» de conocimientos y la auditoría queda en manos de una elite. En la capacidad de control ciudadano hay una garantía de la legalidad del proceso electoral”.
Para coronar este concepto, el gobierno holandés decidió en 2017 retirar de circulación el software utilizado para contar y trasmitir los resultados electorales luego de diversos informes que indicaban que el programa había quedado desactualizado. Ronald Plasterk, ministro del Interior del país que tiene a Máxima como reina, indicó en una carta dirigida al Parlamento que “no puede permitirse nada que arroje sombra sobre los resultados» de las elecciones que se concretaron este miércoles, 15 de marzo. Agregó que tanto las municipalidades como las regiones electorales deberán realizar el conteo de los sufragios a mano, porque el sistema electrónico era vulnerable a hackeos.
En Holanda las regiones electorales deberán realizar el conteo de los sufragios a mano, porque el sistema electrónico es vulnerable a hackeos.
CÓRDOBA ¿AVANCE O RETROCESO?
En la Argentina, las provincias que implementaron distintas modalidades de boleta única en papel son Córdoba y Santa Fe, aunque el miércoles 21 de diciembre, la Legislatura de la Provincia de Córdoba aprobó la Ley N° 10.420, dando paso al voto electrónico como metodología de sufragio. En una semana y sin debate el gobernador Juan Schiaretti logró que el proyecto fuera adoptado.
Unos días antes, investigadores y profesores de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) habían cuestionado el «inminente tratamiento» del proyecto de ley de voto electrónico. «Es un retroceso, porque el mundo va a en otra dirección», y propusieron introducir tecnología con un escáner sólo para el conteo de los sufragios.
Javier Blanco, director de la Maestría en Tecnología, Políticas y Culturas declaró a la Agencia Telam que el problema es «conceptual en sí mismo: si uno quiere una mayor transparencia en el sistema electoral, es casi contradictorio introducir en el proceso más delicado, como es la emisión del voto, un artefacto, una tecnología esencialmente opaca, una caja negra. El voto electrónico como tal, es decir que haya una computadora, en los procesos de emisión del voto, no garantiza transparencia», afirmó.
En Córdoba se utiliza la boleta única en papel, «que se usa en la mayor parte del mundo y es el sistema más seguro, que evita los tantos veces mencionados problemas del voto cadena, de la falta de boletas; y por otro lado preserva la integridad y el secreto del voto, o sea tenemos un sistema de votación bueno en Córdoba hoy», agregó Blanco, profesor Titular de la Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación.
A su vez, el doctor en Ciencias de la Computación por la Universidad Nacional de Córdoba, Nicolás Wolovick comparó un voto tradicional de boleta única en papel con uno electrónico, y demostró que en la boleta electrónica «hay algo oculto, porque no se ve, pero está. Se ve un cuadradito cuando le paso la luz de una linterna, o sea que quieren ocultar algo».
…en la boleta electrónica hay algo oculto, porque no se ve, pero está. Se ve un cuadradito cuando le paso la luz de una linterna, o sea que quieren ocultar algo
«Es un chip de rfid, que no es más ni menos que una computadora, ya que es un dispositivo que almacena datos, y uno puede levantar el chip, correlacionarlo con los votos para luego saber qué votó cada una de las personas», cuestionó.
La Legislatura de Catamarca, con el impulso de lo asumido en Córdoba, el 16 de marzo 2017 decidió adoptar la votación con boleta electrónica a partir de 2018.
LAS IMPRESORAS DEL COMPROBANTE ELECTRÓNICO NO SON INOCENTES
Sebastián Uchitel es Licenciado en Ciencias de la Computación por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires y Doctor en Ingeniería de Software por Imperial College London. Es Investigador del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Computación UBA-CONICET y en 2014 ganó el Premio Houssay en Física, Matemática y Ciencias de la Computación.
Un científico argentino de brillante trayectoria. Afirmó: “los sistemas informáticos son inherentemente inseguros. ¿Qué significa esto? Que es matemáticamente imposible construir un sistema libre de errores si ese software hace algo de un mínimo interés. Este es el caso del voto electrónico”, sentenció.
“¿Qué maldad puede hacer una impresora?”, se preguntó Uchitel durante un panel de expertos realizado en noviembre 2016 en la Ciudad Universitaria de Buenos Aires. “Una impresora tiene memoria, tiene un procesador, por lo tanto, puede acordarse del orden en que se emitieron los votos y, si yo conozco quien voto en qué orden, puedo saber por quién sufragó cada uno de los votantes. Entonces, se viola uno de los principios fundamentales del sistema democrático”.
Una impresora tiene memoria, tiene un procesador, por lo tanto, puede acordarse del orden en que se emitieron los votos
Una de las características fundamentales del proceso electoral es que la ciudadanía confíe en que el resultado no ha sido alterado. Para eso, es esencial que cualquier persona pueda entender cómo se emite el voto y de qué manera se hace el recuento de los sufragios. Sin embargo, con el voto electrónico, la posibilidad de auditar el proceso se restringe a un pequeño grupo de expertos. Uchitel mostró allí unos veinte renglones de un código e indagó: “¿Cuántos de los 40 millones de argentinos son capaces de detectar un error en estas líneas de código? Muy pocos -se contestó-. Me parece que ceder el derecho de auditar el sistema de elecciones a un pequeño grupo de personas es un riesgo enorme”.
En el cierre de su intervención Uchitel fue categórico: “El que dice que tiene un sistema seguro no sabe lo que está diciendo o está mintiendo”.
LOS EXPERTOS DESNUDAN A LOS VOTANTES
La siguiente es la nota que escribió el periodista Gabriel Rocca en el sitio nexciencia.exactas.uba.ar, donde los expertos informáticos demostraron en el Senado lo sencillo que resulta vulnerar el secreto del sufragio con un sistema electrónico, aun sin el chip en la boleta e imprimiendo el voto con una impresora hogareña.
Imaginemos la siguiente situación: en un país sin nombre, en un tiempo indeterminado, el Presidente de la Nación envía al Parlamento un proyecto de ley que propone sumar una nueva vacuna al calendario sanitario que, según promete, traerá aparejada una mejora revolucionaria para el bienestar de la población. Los legisladores lucen muy entusiasmados con la propuesta y prometen darle una rápida aprobación. Sin embargo, cuando comienza la ronda de consultas, prácticamente la totalidad de la comunidad científica y médica, de ese país y del exterior, se manifiesta absolutamente en contra de la iniciativa y asegura que, de aplicarse, la nueva vacuna afectará gravemente la salud de la gente. Para disipar cierta incredulidad manifestada por los congresistas, los expertos realizan demostraciones en las que inyectan una dosis a diferentes voluntarios que, rápidamente y ante la vista de los legisladores, comienzan a sufrir todo tipo de síntomas negativos. Frente a un escenario de estas características, ¿estarían dispuestos esos diputados y senadores a seguir adelante con esa iniciativa?
Cualquier coincidencia de esta historia con la situación que se está viviendo la Argentina a partir del proyecto que impulsa la adopción del voto electrónico, no es pura coincidencia.
Como parte de las audiencias convocadas por el Senado de la Nación, el jueves 17 de noviembre concurrieron Nicolás D’Ippolito, licenciado en Computación de Exactas UBA, doctorado en el Imperial College de Londres; Hernán Melgratti, ingeniero en Sistemas de Información de la Regional Santa Fe de la UTN, doctorado en la Universidad de Pisa (ambos investigadores de CONICET y docentes de la Facultad) y el licenciado en Computación Matías López.
Durante el plenario de comisiones, presidido por Marcelo Fuentes (FPV Neuquén), una docena de senadores de diferentes partidos y provincias escucharon por más de cuatro horas los argumentos a favor y en contra del proyecto enviado por el Ejecutivo, que cuenta con media sanción de la Cámara de Diputados. A favor: representantes de empresas y funcionarios del Gobierno. En contra: científicos y expertos de una gran diversidad de instituciones académicas y organizaciones no gubernamentales.
Aproximadamente una hora después de comenzado el encuentro fueron convocados los informáticos de Exactas UBA. La presentación requería de un trabajo previo de conexión de una laptop y una impresora hogareña. Además, a través de un proyector, todos los presentes podían observar lo que se hacía en la computadora.
Hernán Melgratti tomó la palabra para explicar que la idea era reproducir una situación de voto con el sistema electrónico. Para eso se iban a necesitar cinco colaboradores: uno de ellos iba a hacer las veces de fiscal; otro, de escribano, y el resto, de sufragantes.
Tendrían que optar por alguno de los tres candidatos previstos: Mafalda, Clemente y Patoruzú.
Una vez decididos, debían apretar un botón en la pantalla y el voto saldría impreso.
El ingeniero Melgratti aclaró que, para esta demostración, la boleta no contenía ningún chip y que se utilizaría “una impresora sencilla como la que cualquiera puede tener en su casa”. Luego, el votante debía controlar que en la boleta apareciera el candidato por el que votó y el “escribano” certificaría el voto y lo mantendría bajo vigilancia para evitar que pudiera ser cambiado.
Antes de comenzar la escenificación, se le pidió a D’Ippolito que se despoje de todo aparato electrónico y, luego, se lo hizo sentar con los ojos tapados, de espaldas a la pantalla, de manera que fuera imposible que viera la elección de cada senador.
Una vez que todo estuvo listo, cada uno de los tres ‘colaboradores’ fue pasando y emitiendo su voto sin inconvenientes. Finalizada la ‘elección’, se le pidió al ‘escribano’ que mezcle los votos.
D’Ippolito, ya sin la venda, pidió las papeletas y un par de minutos para completar la operación. El ambiente se cargó de tensión y ansiedad. Finalmente, el informático se dirigió al auditorio y señaló: “María votó por Patoruzú, Rosita por Clemente y Omar por Patoruzú”. Ciento por ciento de efectividad, lo que provocó el asombro generalizado.
Antes de explicar el método aplicado para llegar a tan certera ‘adivinación’, D’Ippolito repartió las boletas entre los senadores y les pidió que las revisaran con detenimiento para ver si encontraban algún tipo de irregularidad. La respuesta fue negativa en todos los casos.
El investigador, entonces, comenzó a revelar sus secretos. Explicó que los legisladores no se dieron cuenta de que las boletas tenían unos micropuntos, apenas perceptibles, en algunas de sus letras. “Básicamente, lo que hicimos fue codificar el orden del voto usando micropuntos. Es decir que, mirando esos puntitos se puede determinar el orden del voto. Luego, sólo falta que un fiscal amigo u otra persona, tenga el orden en el que sufragaron las personas y ya está. Ya podemos determinar qué votó cada uno. En síntesis: necesitamos un sistema vulnerado, un fiscal amigo y saber dónde buscar los puntitos”.
Un factor inquietante es que no hace falta ser un tecnólogo o tener un doctorado para saber interpretar esos micropuntos. Ese trabajo lo puede hacer cualquier persona, con un mínimo entrenamiento previo. Sólo necesita saber sumar y tener buena vista.
“Esta es una codificación de orden pero podrían codificarse muchas otras cosas que serían, para nosotros, muy sencillas de implementar. Cuando uno implementa un software para la impresión del voto lo que está pasando es lo siguiente: hay una máquina que tiene memoria, que tiene poder de cómputo, que conoce el orden y el contenido de los votos. Por lo tanto, hablando mal y pronto, estamos implementando el voto cantado. La diferencia es que esa información, en principio, la controla una computadora. Pero la información está ahí y no sabemos si alguien, en algún momento la va a extraer”.♦♦
Plenario completo
El plenario de comisiones del Senado completo con las exposiciones de todos los especialistas convocados, incluidos los investigadores de Exactas, se puede ver en: http://bit.ly/exactasenelsenado