escribe Mónica Baldotano, Comandante del Frente Sandinista, Historiadora
El 30 de mayo, día de la Madre en Nicaragua, mientras más de medio millón de nicaragüenses marchábamos detrás de las Madres de Abril, que agrupa a las madres y familiares de los asesinados por el régimen de Daniel Ortega entre abril y mayo, Achim Rödner escribía un artículo titulado Nicaragua: ¿Rebelión o Contrarrevolución Made in USA?
Seguramente mientras finalizaba el artículo, las fuerzas de Ortega disparaban contra la marcha, asesinando en el acto a 11 jóvenes más, y dejando más de 70 heridos, mientras en otros departamentos ejecutaban otras 6 vidas inocentes como parte de la dantesca represión que ha bañado en sangre a este pequeño país de 6 millones de habitantes.
En su escrito Rödner concluye de manera interesada y simplista, que las protestas de los jóvenes son auspiciadas por organizaciones de los Estados Unidos, y presenta como prueba, que una de las muchachas del movimiento estudiantil, estuvo entre quienes recibieron seminarios de liderazgo juvenil financiados por la National Endowment for Democracy (NED).
¡Cuánta pobreza argumental! Por ninguna parte de su “brillante disertación” dedica ni una sola línea a hablar de los más de cien muertos entre ellos varios niños, miles de heridos, centenares de muchachos capturados, torturados y desaparecidos, crímenes que Ortega ha cometido en solo una jornada de protestas, que comenzaron apenas el 18 de abril.
Para nuestro “escribano” y sus fantasías, pareciera que fue la NED y estos organismos del imperio, los que mataron a los nicaragüenses con disparos certeros a su cabeza, para provocar la ira popular. Para él pareciera que fueron ellos, los imperialistas los que entraron a la Universidad de Ingeniería y registrando aula por aula, terminaron asesinando a muchachos indefensos, cuyas únicas armas eran sus ideas, su aspiración por la recuperación de la autonomía y la dignidad. En su afán por defender a Ortega muestra su desprecio por nuestra gente y los estudiantes sacrificados. A nuestro escribano poco le importa que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Amnistía Internacional y Human Rights Watch hayan certificado que en Nicaragua el gobierno usó la policía, francotiradores y grupos de choque -cuerpos de civiles armados-, para disparar a matar, cazando como animales a jóvenes que simplemente protestaban.
Se hace el desentendido con las agresiones a los medios de comunicación, que fueron cerrados o incendiados, y no analiza por ningún lado qué tipo de políticas públicas ejecutaba Daniel Ortega. Si lo hiciera, si tan sólo tratara de indagarse, entendería de dónde viene la decisión de millones de nicaragüenses, no solo de estudiantes, que están resistiendo.
Miles de campesinos de Zelaya Central, Chontales, Boaco, que tenían ya 4 años de marchar contra la concesión canalera más entreguista de la historia de Nicaragua, ahora tienen más de un mes haciendo tranques, bajo sol y lluvia, a lo largo de cientos de kilómetros de carretera. Los pobladores de los barrios marginados y de los municipios, hasta los más alejados, marchan diariamente.
En Masaya los aguerridos indígenas de Monimbó y la población mantienen sin armas, el control del Municipio. En Managua, en los primeros días cayeron también jóvenes marginados, y son los pobladores de los barrios los que marchan sin cesar, junto a los estudiantes, y quienes construyen las barricadas para las defensas de los recintos estudiantiles tomados. Todos ellos son la base de esta protesta, que comenzaron los estudiantes y que se ha extendido a todos los estratos de la población nicaragüense. Resulta ridículo y hasta ofensivo para el pueblo que se quiera vincular este poderoso y autónomo movimiento de los de abajo, a unos cursitos de liderazgo.
Fueron los crímenes, Sr. Rödner, los que hicieron que el pueblo entero, no solo se levantara, sino que decidiera que un gobierno que ordena a sus represores a disparar a matar no tiene por qué seguir en el poder. Por eso de la protesta se pasó a la resistencia cívica más envolvente de nuestra historia nacional.
El Sr. Rödner parece ignorar, que esta explosión social se produjo inicialmente contra una reforma neoliberal de la seguridad social, y contra un gobierno que durante estos 11 años ha sido considerado por el FMI y el Banco Mundial -y por el propio gobierno de los Estados Unidos- como un modelo a seguir por sus éxitos económicos, por su alianza con el gran capital, por sus facilidades a las transnacionales extranjeras para quienes Nicaragua es un paraíso, tanto por su mano de obra barata, porque no cobra impuestos al gran capital, por las facilidades para repatriar sus ganancias, por la impecable interlocución con un gobierno opresor de sus trabajadores. En un país donde las huelgas están prohibidas o simplemente son declaradas ilegales, y los obreros que se rebelan son mandados a la cárcel, como ocurrió con 7 de ellos que aún tienen por casa la cárcel.[1]
Daniel Ortega ha sido para los Estados Unidos un socio al que de vez en cuando le gusta hacer uso de la retórica antiimperialista, pero, en la práctica, en los hechos, era un paladín de las políticas del imperio: de la desregulación comercial, de los tratados de libre comercio y fiel cumplidor de las políticas migratorias y de seguridad de Washington. En ningún otro país de Centroamérica el gobierno se ha atrevido a matar migrantes cuyo destino era esa nación del Norte, o detener sin miramientos a miles de cubanos, africanos, y sudamericanos en su frontera con Costa Rica, para congraciarse con el norte, como lo ha hecho Daniel Ortega
No les gusta a los oficiosos escritores de turno que defienden la dictadura de Ortega que en Nicaragua, en donde hicimos una revolución armada para derrocar al dictador Somoza en 1979, ahora nos levantemos en una verdadera insurrección cívica, enarbolando las mismas banderas confiscadas: libertad, justicia, derecho a la libre movilización y la protesta, derecho a tener elecciones libres y transparentes, libertad de información, y la oportunidad de construir una sociedad con nuevas reglas, sin corrupción, sin ventajas para las élites, donde tengamos derecho a rechazar concesiones extractivistas, hacer realidad derechos de las mujeres; en otras palabras, nunca más otra dictadura. Verdadera democracia y participación ciudadana.
Aquí todo el pueblo, comenzando por las propias bases del orteguismo, cientos de sandinistas que luchamos con las armas en la mano contra Somoza, comandantes de la Revolución y guerrilleros, combatientes que defendieron la revolución de los años ochenta, maestros, trabajadores, pobladores, campesinos, enfermeras, médicos, prácticamente lo más brillante de la intelectualidad de la Revolución como Ernesto Cardenal, Sergio Ramírez, Gioconda Belli, los cantautores Carlos Mejía Godoy y Luis Enrique Mejía…Todos estamos unidos para bajar cuanto antes a este dictador que además de haber destruido la poca institucionalidad democrática que se había podido construir en un país fracturado por la pobreza, por las guerras y por el atraso, ahora se ha convertido en un asesino que el pueblo repudia.
Lo que está ocurriendo en Nicaragua es una verdadera sublevación popular.
En algunos lugares la participación es tan masiva que a manos limpias han cercado y capturado a decenas de policías y antimotines, los que han sido devueltos intactos, en una expresión de humanismo, ante los organismos de DD.HH.
Estamos asistiendo a una verdadera insurrección y lo que queremos es otra REVOLUCIÓN. Cansados de las guerras queremos que ésta sea cívica. Y no sólo queremos que cambie al presidente, como lo hicieron otros pueblos en la historia de sublevaciones populares: en Perú (Fujimori), Bolivia (Sánchez de Losada), Ecuador (Bucaram), Brasil (Color de Melo), y tres en Argentina en 2001 y más reciente en Guatemala (Otto Pérez M).
Queremos una Revolución Ciudadana que barra con toda la podredumbre en todos los poderes, estercolero del orteguismo cuyo propósito era perpetuarse en el poder y amasar cuantiosas fortunas para la élite orteguista, comenzando por su familia.
Usted Sr. Rödner quizás no se da cuenta, pero usa exactamente los mismos argumentos que usara el dictador Somoza, quien culpaba a los luchadores de ser parte de una conspiración y complot internacional, para desacreditar la lucha del pueblo.
No dudo que el imperialismo norteamericano hace hoy en Nicaragua lo de siempre en todos los países del mundo: usar a sus agentes para tratar de conseguir ventajas de la situación, cuidando sus intereses y el fortalecimiento de su cuestionado poderío. Sobre todo porque su presencia en el país ha sido armoniosa con el gobierno de Ortega todos estos años, con el que ha trabajado financiando diversos programas a través de instituciones del Estado. Comenzando por el Ejecutivo y -aunque parezca asombroso -con el Ejército de Nicaragua y la Policía. Nunca antes habían recibido tantas contribuciones de los Estados Unidos para la formación de sus oficiales, buques y armamentos, con el pretexto del combate al narcotráfico.
Aquí estamos resistiendo no solo los jóvenes, sino también los adultos, los viejos, los veteranos de la Revolución Sandinista, unidos todos por ese objetivo, porque queremos un mínimo de oportunidad para salir adelante, recuperando la dignidad y la vergüenza, frente a tanta ignominia que soportamos ya más de 11 años. No dude señor, esto es la lucha por una verdadera Revolución, la revolución que Ortega y sus serviles traicionaron para construir una nueva dictadura.
Aquí estamos, todo el pueblo unido, en pie de lucha, resistiendo y sufriendo diariamente la represión, marchando, trancando, cantando, recitando poemas, haciendo revolución. Le guste o no a usted, a la USAID al NDI o la NED. El pueblo, las masas, sujetos y verdaderos protagonistas de nuestro historia, que nunca han necesitado de los talleres de liderazgo de los organismos del imperio, al igual que no los necesitó Sandino. Y una vez más triunfaremos.♦♦