Bancos en Argentina desde la dictadura: ¿parásitos o motores de desarrollo?
Escriben Alan Cibils y Cecilia Allami – especial para purochamuyo.com / Cuadernos de Crisis
¿Cuándo comenzó el desmantelamiento del sistema de protecciones, restricciones e intervención estatal en los mercados financieros locales e internacionales?
A principios de la década de 1970 el cambio en la política cambiaria de los EE.UU. decretó el fin del sistema de Bretton Woods, y comenzó un proceso de desregulación e integración global de los mercados financieros que aún se desarrolla.
La crisis de las políticas keynesianas que habían prevalecido desde el fin de Segunda Guerra Mundial, la llegada al poder de gobiernos conservadores en los EE.UU. y Gran Bretaña, la creciente difusión y aceptación en círculos académicos y de política económica del monetarismo, y la gran liquidez en los mercados financieros internacionales a causa de grandes flujos de “petrodólares”, derivaron en un cambio radical en las políticas nacionales e internacionales.
Basándose en los preceptos de la teoría económica neoclásica, se buscó liberar a los mercados de la “represión financiera”. Los organismos financieros internacionales, creados para promover el buen funcionamiento del sistema de Bretton Woods, fueron reconvertidos en organismos promotores de la nueva ideología.
Argentina no quedó al margen de estas transformaciones. El sistema financiero fue radicalmente reformado en 1977 por la dictadura cívico-militar[1] -que había tomado el poder un año antes- iniciando un proceso que, según la teoría en que se basaba, debía llevar a una mayor eficiencia en la asignación de los recursos financieros, y así promover el ahorro, canalizándolo hacia los sectores productivos. La teoría decía que esto generaría un “círculo virtuoso” de ahorro, inversión, crecimiento, empleo y desarrollo económico.
Ese círculo virtuoso nunca se materializó, pero las reformas del sistema financiero surgidas en la dictadura con José Alfredo Martínez de Hoz como ministro, se mantuvieron y profundizaron hasta la crisis del 2001-2002. Ningún gobierno desde 1977 hasta ese estallido político, social y económico aportó más que pequeñas modificaciones.
En 2003, con la llegada de Néstor Kirchner al poder, y con un discurso en materia de política económica marcadamente distinto al de sus precursores, se generaron expectativas de un cambio de modelo económico y financiero. Sin embargo, las expectativas sólo se vieron satisfechas parcialmente 9 años después, en 2012, con la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central de la República Argentina (BCRA).
A partir de la llegada de Mauricio Macri a la presidencia en diciembre de 2015, numerosas regulaciones referidas al sistema financiero local y la entrada y salida de capitales se desmantelaron.
En síntesis: a pesar de numerosas iniciativas legislativas de reforma, la Ley de entidades financieras de la dictadura aún sigue vigente.
∗La dictadura y la desregulación financiera
El programa económico de la dictadura, anunciado el 2 de abril de 1976, estableció entre sus objetivos principales la introducción de reformas profundas en el sistema financiero vigente. En este sentido, la Reforma Financiera establecida hace 40 años en junio de 1977 fue uno de los principales pilares del programa económico impulsado en 1976. En concordancia con la visión ortodoxa, para Martínez De Hoz y su equipo la regulación del mercado financiero había generado consecuencias negativas sobre la economía, tales como tasas de interés reales negativas, insuficiencia del ahorro y, por ende, del crédito bancario destinado a actividades productivas. A partir de este diagnóstico, el objetivo de la nueva gestión fue conformar un sistema financiero ‘eficiente, solvente y competitivo’ que redujera el costo de intermediación financiera y contribuyera a la movilización de recursos para el funcionamiento de la economía.[2]
De esta forma, la nueva orientación limitó los controles y la intervención estatal en la asignación de los recursos de capital, poniendo fin a los ejes fundamentales del funcionamiento del sistema financiero anteriormente señalados.[3] Asimismo, se produjeron cambios en la definición de las políticas monetarias y cambiarias que acompañaron estas transformaciones.
Martínez De Hoz planteó que era “indispensable devolver al sistema bancario y financiero su flexibilidad y eficiencia, eliminando el sistema de nacionalización de los depósitos, que resulta inoperante desde el punto de vista del control oficial del crédito, a la par que atenta contra el desarrollo y la agilidad de la actividad financiera” (Memoria del BCRA, 1977).
La Reforma Financiera se concretó a través de diversas disposiciones legales sancionadas en 1977, principalmente la Ley Nº 21.495 de descentralización de depósitos (sancionada el 17 de enero de 1977) y la Ley Nº 21.526 de entidades financieras (14 de febrero de 1977). Esta ley daba una amplia “libertad” a los bancos comerciales a realizar todo tipo de actividades.
Las principales medidas implementadas a partir de las leyes pueden resumirse así:[4]
* Atribución al BCRA de facultades exclusivas de superintendencia y de manejo de las políticas monetarias y crediticias.
* Desregulación de los criterios con que las entidades financieras podrían fijar las tasas de interés activas y pasivas.
* Derecho exclusivo de los bancos comerciales para actuar como intermediaros monetarios y como únicos autorizados a recibir depósitos a la vista.[5]
* Normas sobre nivel de capitales mínimos, que facultan al BCRA a modificarlos en función de las necesidades de política monetaria.[6]
* Extensión de las garantías del BCRA sobre todos los depósitos en moneda nacional, de todas las entidades.
* Reinstauración del papel del BCRA como prestamista de última instancia, a partir del reestablecimiento de una línea de redescuento a la que tienen acceso todas las entidades financieras.
* Desregulación de las condiciones para la apertura de entidades financieras y filiales.[7]
* Redefinición del concepto de persona física y jurídica vinculada a las actividades financieras y de los grupos económicos.
* Modificación del régimen de especialización de las entidades financieras establecido en 1968 por uno de universalidad.[8]
Este nuevo marco normativo implicó la eliminación de las preferencias territoriales concedidas por la legislación de 1967. La idea subyacente era convertir un mercado financiero fragmentado en uno único, es decir, pasar de un sistema regional a uno nacional.
Las nuevas regulaciones del sistema financiero fueron impulsadas como parte de un plan económico de liberalización (desregulación) global; en este sentido, existe un fuerte vínculo entre el nuevo marco regulatorio y el modelo macroeconómico implementado por el gobierno militar. En este marco, la inflación fue una preocupación recurrente y continua. Se ensayaron varios cambios en la política monetaria y cambiaria durante el período, pero los desajustes causados por la desregulación del mercado financiero local y la cuenta de capital por un lado, y fuertes variaciones en los flujos de capital por el otro, resultaron en un marco macroeconómico profundamente inestable, con altas tasas de interés, altos niveles de inflación, y una fuerte ciclicidad en el sector externo.
*El retorno a la democracia
Las modificaciones a la Ley de entidades financieras ensayadas a la salida de la dictadura fueron menores y mantuvieron la filosofía desreguladora.[9]
A comienzos de la década de 1980, la crisis de la deuda resultó en la desaparición de los flujos financieros hacia los países periféricos, y a esto se sumaron otras condiciones externas desfavorables (altas tasas de interés en el mercado internacional, reducción de los precios de los bienes exportables, etc.), que agravaron aún más esta situación. Ahora más que nunca se necesitaba del mercado de capitales local para hacer frente al pago de los servicios financieros de la deuda externa y al aumento del déficit fiscal.
La evolución del sistema financiero durante los ‘80 estuvo signada por los cambios originados por la Reforma Financiera de 1977 y por la nueva situación de endeudamiento externo, en un contexto de alta inflación. La tendencia general fue de elevada inflación acompañada por un alto nivel de desmonetización de la economía -la relación M3/PBI pasó de 28% en 1980 a aproximadamente 22% en 1985.[10]
En la década de los noventa y ya en un contexto internacional signado por un explosivo crecimiento del movimiento de internacional de capitales, las reformas financieras profundizaron la desregulación y apertura internacional. Durante los primeros años de la década, los principales cambios regulatorios en el sistema financiero fueron la Ley de Convertibilidad, la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, los cambios en la Ley de Entidades Financieras y la adopción de regulaciones prudenciales de acuerdo a las normas de Basilea.[11]
A partir de la Ley de Convertibilidad y la modificación de la Carta Orgánica del Central se fijó la paridad cambiaria, obligando al BCRA a respaldar la base monetaria en un 100% con reservas internacionales[12] y se establecieron severos límites en el otorgamiento de redescuentos y en las operaciones de mercado abierto. Al mismo tiempo, se limitó drásticamente la función del BCRA como prestamista de última instancia, restringiendo la función de la institución a regular la oferta monetaria. Adicionalmente, se eliminó la garantía de depósitos provista por el Estado, a partir de la eliminación del Artículo Nº 56 de la Ley de Entidades Financieras sobre «Régimen de Garantías».
Como resultado, el sistema bancario argentino se vio más expuesto a las crisis financieras internacionales, lo que motivó una serie de reformas como respuesta a las mismas.[13]
En 2002 se introdujeron modificaciones menores en la Ley de Entidades Financieras, referidas a reestructuración, disolución, intervención judicial, liquidación judicial y quiebras[14], y a la operatoria de cajas de crédito y cajas de crédito cooperativas.
Recién 10 años más tarde, se reformó la Carta Orgánica del Banco Central. Los principales ejes de la reforma fueron la ampliación de las facultades del BCRA para regular las condiciones del crédito en términos de plazos, tasas de interés, comisiones y cargos. Además, se estipuló que el Banco Central debería publicar al inicio de cada ejercicio sus objetivos y planes respecto del desarrollo de las políticas monetaria, financiera, crediticia y cambiaria, sin necesidad de aplicar un programa monetario ni de metas de inflación pre estipulado. Por último, se modificaron los límites para que el BCRA le otorgue adelantos transitorios en pesos al tesoro.[15]
*Profundización de la desregulación en la presidencia Macri
Si bien la Ley de Entidades Financieras sigue siendo la de la dictadura, desde diciembre de 2015 la dirección de la política económica hacia una mayor liberalización y desregulación de los mercados financieros y de capitales se ha profundizado de manera drástica.
Distintas circulares del BCRA han promovido la desregulación del mercado cambiario, la disminución de los controles a los bancos y la eliminación de barreras al ingreso y salida de capitales especulativos. Entre las más destacadas, están:
- la comunicación 5850 del Banco Central (del 17 de diciembre de 2015) que desarticuló los controles a la adquisición de moneda extranjera, estableciendo un mercado único y libre de cambios.
- se eliminaron las restricciones al ingreso de capitales de corto plazo: el Banco Central eliminó la permanencia obligatoria de los capitales financieros que ingresan al país (anteriormente debían permanecer 365 días).
- respecto al sistema bancario, se eliminaron los controles sobre el spread bancario (diferencia entre tasas activas y pasivas) y se flexibilizó la cantidad de activos dolarizados en su cartera.
El esquema monetario actual es de transición hacia un régimen formal de “metas de inflación”. La política de reducción de agregados monetarios implicó una colocación creciente de Letras del Banco Central (LEBAC) desde el inicio de la gestión. A julio de 2017, el stock de LEBAC sin vencer alcanzaba los 942 mil millones de dólares, y tanto el ratio LEBAC/PBI como interés pagado de las LEBAC/PBI se incrementaron de manera abrumadora entre los años 2015 y 2016.
La estrategia de mantener elevadas tasas de interés de estas Letras como mecanismo de esterilización de pesos y de contención (provisoria) de la demanda de dólares, generó una notable expansión de este tipo de endeudamiento. Esta combinación de política cambiaria y de tasas ha generado uno de los rendimientos financieros en dólares más altos del mundo, lo que ha promovido la existencia de una ¨bicicleta financiera¨ impulsada por la facilidad de entrada y salida de capitales.
*Resultados de la desregulación y apertura financiera en Argentina
Como veremos en los datos que presentamos a continuación, la reforma financiera de 1977 (y las modificaciones del sistema regulatorio y normativo que se produjeron con posteridad) no produjo un sistema financiero con mayor competencia y mejor estructurado para acompañar el proceso de desarrollo en un país periférico. Por el contrario, adoptó comportamientos de la gran banca internacional que -si bien altamente rentable-, cada vez financia menos a los sectores productivos.
Una consecuencia importante de la reforma financiera fue producir una concentración muy marcada en el sistema financiero.[16]
Cuadro 1: Evolución del número de entidades financieras 1977-2016 / Fuente: Elaboración propia en base a datos del BCRA.
Año | Bancos | Bancos Públicos | Bancos Privados | Inst. no bancarias | Bancos Extranj. | Total entidades financieras |
1977 | 119 | 34 | 85 | 604 | 17 | 723 |
1980 | 213 | 34 | 179 | 256 | 27 | 469 |
1991 | 167 | 35 | 132 | 47 | 31 | 214 |
1994 | 168 | 33 | 135 | 37 | 31 | 205 |
1995 | 135 | 33 | 102 | 31 | 31 | 166 |
2000 | 89 | 14 | 75 | 21 | 39 | 110 |
2001 | 86 | 13 | 73 | 22 | 39 | 108 |
2002 | 78 | 16 | 62 | 21 | 29 | 99 |
2003 | 75 | 15 | 60 | 21 | 27 | 96 |
2004 | 73 | 14 | 59 | 18 | 25 | 91 |
2005 | 71 | 13 | 58 | 18 | 23 | 89 |
2006 | 72 | 12 | 60 | 18 | 24 | 90 |
2007 | 67 | 12 | 55 | 18 | 21 | 85 |
2008 | 67 | 12 | 55 | 17 | 21 | 84 |
2009 | 66 | 12 | 54 | 17 | 21 | 83 |
2010 | 64 | 12 | 52 | 16 | 20 | 80 |
2011 | 64 | 12 | 52 | 16 | 21 | 80 |
2012 | 65 | 12 | 53 | 16 | 20 | 81 |
2013 | 66 | 12 | 54 | 16 | 20 | 82 |
2014 | 65 | 12 | 53 | 16 | 20 | 81 |
2015 | 62 | 13 | 49 | 16 | 17 | 78 |
2016 | 63 | 13 | 50 | 15 | 17 | 78 |
Tal como se puede ver en el cuadro 1, en los años siguientes a la reforma de 1977 se produjeron una serie de fusiones de cajas de crédito y sociedades de crédito para consumo, a la vez que otras se transformaron en compañías financieras y bancos.
Como consecuencia, entre 1977 y 1980 se generó un incremento importante de la cantidad de bancos comerciales, que pasó de 119 a 213, al mismo tiempo que se redujo notablemente el número de instituciones no bancarias (de 723 a 469 en el mismo período).
La concentración se verificó en una reducción neta del total de entidades financieras, pasando de 723 en 1977, a 78 en 2016. También se observan cambios importantes en las distintas categorías de entidades financieras.
La cantidad de bancos públicos se redujo notablemente, pasando de 34 en 1977 a 13 en el año 2016. Este proceso fue particularmente acentuado durante la década del noventa, en la cual se privatizaron numerosos bancos provinciales, fenómeno que perjudicó al interior del país y especialmente a las economías regionales.
En paralelo a la concentración del sistema financiero, hubo una fuerte extranjerización entre 1977 y la crisis del 2001, cuando la cantidad de bancos extranjeros operando en el país se había duplicado. A partir de la crisis de 2001-2002, la tendencia se revierte: muchas entidades abandonan el país y el número de entidades extranjeras se estabiliza en torno a 20 en los últimos años.
Sin embargo, esa disminución del total no debe tomarse como una reducción de la influencia de la banca internacional en el país. Como señalan Tonveronachi (2006) y Dos Santos (2009), la apertura financiera implica que la filosofía y el comportamiento de la gran banca internacional se expandieron a todos los segmentos financieros. Es decir que la banca privada de capital nacional y la banca pública reflejan conductas muy similares a la banca extranjera.
Tenemos entonces que la desregulación en Argentina no resultó en mayor competencia. ¿Cómo repercutió sobre la “profundización financiera” y expansión del crédito? Vamos a comparar la extensión del crédito en Argentina con el de otros países de América Latina y del mundo, tomando como indicador el crédito al sector privado como porcentaje del PBI.
Gráfico 1: Crédito sobre PBI 1960-2016 (en porcentaje, países seleccionados)Fuente: elaboración propia en base a datos del Banco Mundial.
En el gráfico 1 se presenta este indicador para Argentina, México, Brasil, EE.UU. y China. Se puede apreciar que Argentina tiene un desarrollo del crédito sostenido considerablemente inferior al de los países de la muestra, salvo México, país que tiene una tasa de crédito sobre PBI comparable con Argentina.
La baja tasa de crédito sobre PBI de la Argentina queda aún más expuesta cuando se la compara con EE.UU. y China. En el período 2003-2016, el promedio de crédito sobre el producto para los EE.UU. fue de 190%, y para China de 126%. Contra estos números, el promedio argentino de 13%. Realmente muy bajo. En efecto, el promedio argentino para el período de la muestra (1960-2016) es de 16%, levemente superior al de la última década, mostrando un estancamiento notable en el último medio siglo.
Ya comprobamos que históricamente la banca en Argentina presta muy poco, pero debemos analizar ahora a quiénes le presta.
Gráfico 2: Financiamientos por sector 1990-2017 (porcentaje del total de financiaciones)Fuente: Elaboración propia en base a datos del BCRA
En el gráfico 2 presentamos el crédito a los sectores primario, manufacturero, construcción, y a las personas como porcentaje del total de las financiaciones, para el período 1990-2017. Dejando el período de la crisis de 2001-2003 de lado, hay cuatro rasgos del crédito en Argentina en el último cuarto de siglo que el gráfico deja en evidencia.
1. Se puede constatar un estancamiento del crédito para la producción primaria en todo el período.
2. El crédito para la construcción, aunque representa un porcentaje bajo de las financiaciones, cae en un 50% durante el período.
3. El crédito para la industria manufacturera experimenta una caída fuerte durante la década de 1990, llegando a su punto más bajo durante la crisis. La recuperación postcrisis se estabiliza en valores que son inferiores al promedio de la década anterior.
4. Quizás lo más notable es el sostenido crecimiento del crédito a las personas desde mediados de la década de 1990 hasta la crisis, y luego se recupera a una tasa de crecimiento superior a la de la década anterior.
Entre 2008-2015 los préstamos personales se estabilizan en torno al 35% del total de las financiaciones, superando a lo otorgado a la industria manufacturera, producción primaria y construcción en conjunto. Hay que hacer notar que con las directivas del gobierno actual el crédito a individuos retoma una trayectoria levemente ascendente.
Este comportamiento del crédito es compatible con lo observado por dos Santos (2009) y Lapavitsas (2009) en sus estudios de la evolución del crédito de la gran banca internacional, en donde el crédito de corto plazo a individuos desplaza a los otros segmentos. Esto tiene una implicancia importante, según Lapavitsas: las ganancias por intereses de los bancos ahora provienen del bolsillo de los trabajadores que sacan créditos para su consumo, y no del bolsillo de los capitalistas como resultado de sus inversiones productivas. O sea, la renta de los bancos ahora sale predominantemente de la esfera de la circulación, y no ya del de la producción.
Una vez que analizamos el comportamiento de la banca extranjera y nacional, su composición y a quiénes le prestan, debemos poner la lupa sobra la rentabilidad de los bancos.
Gráfico 3: ROA total comparado 2003-2015Fuente: BCRA (para Argentina) y Banco Mundial (para el resto de los países).
En el gráfico 3 presentamos las rentabilidades sobre activos (ROA) de los sistemas bancarios de Argentina, Brasil, México, China, y EE.UU. para el período 2003-2015. Del gráfico surgen dos observaciones interesantes: entre 2005 y 2008 los sistemas bancarios de Argentina y Brasil tuvieron rentabilidades más altas que las del resto de los países de la muestra. A partir de 2008, y hasta diciembre de 2015, el sistema bancario argentino obtiene rentabilidades en un 100% y hasta 150% mayores a las de los demás países.
Las bajas tasas de crédito sobre PBI y las altísimas rentabilidades señaladas obligan a preguntarse: ¿cuál es la fuente de rentabilidad de los bancos?
Gráfico 4: Resultados anualizados por intereses, títulos y valores y servicios 2002-2016 (como porcentaje del activo neteado)Fuente: Elaboración propia en base a datos del BCRA
El gráfico 4 muestra los resultados por intereses, títulos y valores (inversiones financieras), y servicios del sistema bancario en su conjunto. El componente de los resultados más afectado por la crisis de 2001-2002 fue el de intereses debido a la fuerte contracción del crédito que resultó de la misma. Sin embargo, a partir de mediados de 2003, los resultados por intereses se recuperan y entre el 2009 y 2015 es el segmento que mejores resultados produce. Los resultados por servicios se duplican en el período y los resultados por títulos y valores, si bien tienen un desempeño más desparejo, también se duplican entre 2004 y 2014. A partir de 2015 este último muestra un fuerte crecimiento, debido a las elevadas tasas de interés instrumentadas por el gobierno de Macri. Este comportamiento sigue lo descripto por dos Santos (2009) y Lapavitsas (2009) sobre el comportamiento de la banca internacional: un creciente peso de ingresos por servicios e inversiones financieras en detrimento de la más tradicional actividad de intermediación financiera.
Resumiendo los datos presentados en este apartado, podemos decir que el desempeño del sistema bancario argentino desde la reforma de 1977 muestra las siguientes características:
*Alto grado de concentración y extranjerización.
*Baja tasa de crédito sobre PIB, comparable con México pero considerablemente por debajo de Brasil y China y significativamente por debajo de EE.UU.
*Fuerte crecimiento del crédito a individuos en detrimento del crédito a sectores productivos.
*La rentabilidad del sistema, que ha crecido sostenidamente desde la crisis, es muy alta, aún comparada con la banca de las principales plazas financieras del mundo.
*Los resultados por intereses, servicios y títulos y valores del sistema financiero han crecido sostenidamente desde la crisis. Los resultados por cada rubro son bastante similares, con lo que se evidencia una clara diversificación de la actividad bancaria.
*Conclusión
Los cambios regulatorios y normativos impulsados a partir de la Reforma Financiera de 1977 y profundizados en la década del noventa determinaron una fuerte transformación en la estructura y trama de relaciones financieras en Argentina.
Esta reforma estuvo inspirada en la teoría económica ortodoxa, que pregona las virtudes del mercado como asignador de recursos y fijador de precios y condena la regulación estatal de mercados financieros. De acuerdo a esta teoría, tras la desregulación financiera se mejoraría la competitividad del sector financiero, incrementando el ahorro y la inversión, fomentando así el desarrollo económico a través de la liberación de los recursos financieros de su estado de “represión”.
En esta nota presentamos algunos datos para evaluar si las predicciones de la ortodoxia se verificaron en el caso argentino. En base al análisis de los datos del marco regulatorio y de los datos del sistema financiero llegamos a las siguientes conclusiones.
En primer lugar, no ha habido un cambio significativo en el marco regulatorio y normativo que produjo la liberalización del sistema financiero argentino a partir del año 1977. Si bien se introdujeron algunas modificaciones en base a circulares del BCRA y la modificación de su carta orgánica, el marco regulatorio general prácticamente no se modificó.
Segundo, lejos de producirse mayor competencia se ha producido una concentración y extranjerización significativa en el sistema financiero argentino, un proceso que no se ha detenido desde 1977 a la fecha.
Tercero, contrario a la predicción de mayor profundización financiera postulada por la ortodoxia, el indicador crédito/PBI fue bajo en comparación con otros países e incluso más bajo que en décadas anteriores. La banca presta muy poco.
Cuarto, respecto a la composición del crédito es importante destacar que durante el período se ha incrementado sostenidamente la participación del crédito para el consumo sobre el crédito total, en detrimento del crédito destinado a la inversión y actividades productivas.
Quinto, a pesar de poseer una tasa de crédito sobre el PIB muy baja, el sistema financiero argentino ha tenido niveles de rentabilidad muy elevados incluso en comparación con países industrializados. Esas rentabilidades, a lo largo de décadas, no provienen de créditos para la inversión productiva sino del crédito de corto plazo para el consumo, de los servicios financieros y de las inversiones en títulos y valores.
En definitiva, la ortodoxia liberal y neoliberal no puede sostener bajo ningún aspecto que a lo largo de 4 décadas la reforma del sistema financiero haya generado un círculo virtuoso de ahorro, inversión y crecimiento económico tal como era señalado por sus impulsores.
Adicionalmente, ningún gobierno de la democracia ha introducido modificaciones que impliquen un cambio significativo en la estructura y dinámica del sistema financiero argentino que se heredó de la dictadura cívico-militar implantada en 1976, y del marco regulatorio y normativo surgido de la reforma financiera de 1977.
La dirección de la política económica del macrismo está profundizando la orientación hacia una mayor desregulación y apertura, con la consecuente inestabilidad que acarrea; por lo tanto, nuestro sistema financiero no es un complemento propicio para la actividad productiva y el desarrollo económico.
Se impone como necesaria una reforma total de la Ley Nº 21.526 de entidades financieras, para acompañar un proceso de desarrollo económico sustentable donde el sistema financiero esté al servicio de los sectores productivos.♦♦
**Alan Cibils y Cecilia Allami son Investigadores docentes del Área de Economía Política, Instituto de Industria, Universidad Nacional de General Sarmiento- República Argentina. Para más información ver http://www.ungs.edu.ar/ecopol/
**La ilustración de portada y las subsiguientes pertenecen al diseñador y arquitecto Aaashman Goghar – Providence, Rhode Island, United States // www.aashmangoghari.com
*NOTAS
[1] Ley Nº 21.526, conocida como Ley de Entidades Financieras.
[2] Martínez De Hoz planteó que era “indispensable devolver al sistema bancario y financiero su flexibilidad y eficiencia, eliminando el sistema de nacionalización de los depósitos, que resulta inoperante desde el punto de vista del control oficial del crédito, a la par que atenta contra el desarrollo
y la agilidad de la actividad financiera” (Memoria del BCRA, 1977).
[3] Ver Allami, Piqué y Cibils (2014)
[4] Véase Arnaudo (1987:109); Capese y Rodríguez (2001:7); Sourrouille, Kosacoff, y Lucangeli (1985:84); Martínez de Hoz (1981); Memorias del BCRA; Sourrouille (1983).
[5] Según Arnaudo (1987:113), “el actor principal es la figura del banco comercial, entidad omnipotente facultada para hacer todo tipo de operaciones”.
[6] Estos requisitos se establecerían en función de la clase y ubicación geográfica de la entidad .La mayor exigencia era para los bancos comerciales de Capital Federal y alrededores, y la menor para las cajas de crédito en localidades de reducida importancia relativa.
[7] Las entidades financieras calificadas como nacionales podrían abrir filiales dentro del territorio nacional sin necesidad de autorización previa. Sólo se requería que presentasen un aviso dentro de un plazo no inferior a tres meses, lapso durante el cual el BCRA podría oponerse a la instalación de la casa proyectada cuando la entidad no cumpliese las condiciones de carácter general establecidas por la reglamentación (responsabilidad patrimonial mínima, normas sobre liquidez y solvencia, etcétera).
[8] La polémica entre especialidad y universalización se centra en los plazos entre operaciones activas y pasivas. A partir de la reforma, cada entidad puede elegir cualquier plazo y tipo de operación activa cualquiera sea el plazo y tipo de depósito recogido (Arnaudo 1987:112).
[9] Ver Cibils y Allami (2010) para una descripción más detallada de las modificaciones introducidas en democracia.
[10] Streb (1998).
[11] Ley Nº 23.928 (27/03/1991), ley Nº 24.144 (22/10/1992) y ley Nº 24.144 (22/10/1992) respectivamente.
[12] El 33% de las reservas podía estar constituida en títulos públicos nacionales denominados en dólares.
[13] Ver Cibils y Allami (2010) para una descripción más detallada de estos cambios.
[14] Decreto Nº 214/2002, Ley Nº 25.562, Ley Nº 25.780, Ley Nº 25.782 y Ley 26.173.
[15] Se mantiene el actual de hasta 12% de la base monetaria más 10% de la recaudación del último año, pero se le agrega como ‘facultad excepcional otro 10% por 18 meses.
[16] Según Martínez de Hoz, “la reforma financiera originó un proceso de reestructuración del sistema que reconoce dos causas. Por un lado, el propio mercado, dentro de la mayor libertad que daban las nuevas normas, produjo un proceso de transformaciones y fusiones que resultó en un menor número de entidades financieras, que cayó de 725 en junio de 1977 a 468 a fines de 1980, o sea una reducción del 35%. Por el otro, parte de dicha reducción, se debió a decisiones de la autoridad monetaria que dispuso la liquidación o intervención de 61 entidades, o sea alrededor de un 10% de las que, en promedio, existían” (Martínez de Hoz 1981:77).
*Referencias bibliográficas
- Allami, Cecilia, Piqué, Pilar y Cibils, Alan (2014). “La regulación del sistema bancario y su vinculación con los objetivos de política económica (1945-1976)”. Revista Realidad Económica Nº 286, IADE, Buenos Aires, agosto-septiembre de 2014.
- Arnaudo, Aldo (1987). Cincuenta años de política financiera argentina (1934-1983). Editorial El Ateneo, Bs.As.
- Arnaudo, Aldo y Conejero, Rafael (1985). “Anatomía de las quiebras bancarias de 1980”. Desarrollo Económico, Nº 96, vol. 24.
- Cibils, Alan y Allami, Cecilia (2010), “El sistema financiero argentino desde la reforma de 1977 hasta la actualidad: rupturas y continuidades”, Realidad Económica 249, 107-133.
- dos Santos, Paulo (2009). “On the content of banking in contemporary capitalism”, Historical Materialism, vol. 17, núm. 2.
- Lapavitsas, Costas (2009). “Financialisation, or the search for profits in the sphere of circulation”, Ekonomiaz, vol. 72 núm. 3.
- Martínez de Hoz, José (1981). Bases para una Argentina moderna 1976-1981.
- Sourrouille, Juan V. (1983). Política Económica y procesos de desarrollo. La experiencia en Argentina entre 1976-1981. Documento de Trabajo Nº 2, CEPAL, Bs.As.
- Sourrouille, Juan V., Kosacoff, B. y Lucangeli J. (1985). Transnacionalización y política económica en la Argentina. CEAL, Bs.As.
- Streb, Jorge (1998). “Y, si no hay más remedio… Inflación, desconfianza y la desintegración del sistema financiero en la Argentina”. Desarrollo Económico, Número Especial, vol. 48.
- Tonveronachi, Mario (2006). “The role of foreign banks in emerging countries: The case of Argentina 1993-2006”. Investigación económica, vol. LXV, nro 255.