Yanis Varoufakis, el exministro de Finanzas griego presentó el 9 de febrero de 2016 en el teatro Volksbühne de Berlin su nuevo movimiento político, que quiere expandir por toda Europa. ¿Por qué en Berlín? Porque es la capital de Europa, el comando económico y político de lo que sucede en el continente. El corazón de donde partió el aplastamiento al referendum griego.
“Si no logramos democratizar Europa, se desintegrará”, dijo el ex miembro de Syriza.
En un contexto donde las deudas de los países periféricos siguen en pie, donde la fragmentación estatal crece, donde la reducción de los beneficios sociales avanza inexorablemente, y donde la marea de refugiados le para los pelos a los peores prejuicios y odios de los blancos, Varoufakis lanzó la construcción de una Europa que tenga como características la “transparencia, democracia, solidaridad y tolerancia”. ¿Tiene fuerza este profesor de economía para convertirse en el eje de una suerte de para-gobierno europeo alternativo?
Repasemos la lista de apoyos que recibió: el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, la socióloga neerlandesa Saskia Sassen, el economista estadounidense James Galbraith, el exparlamentario laborista Stuart Holland, el filósofo eslovaco Slavoj Žižek, Ada Colau, Mónica Oltra, Noam Chomsky, Alberto Garzón, David Fernández, Teresa Rodríguez, los eurodiputados de Podemos Miguel Urbán y Lola Sánchez; los de Izquierda Unida de España Javier Couso y Marina Albiol, el cineasta británico Ken Loach, el músico y productor Brian Eno, el economista político húngaro Zoltán Pogátsa, el politólogo italiano de la Universidad de Bologna Sandro Mezzadra, la dramaturga alemana Angela Richter, el vocero del Partido Verde francés Julien Bayou, el economista austríaco Walter Baier, la abogada defensora de los DD.HH. guatemalteca Renata Avila, la directora de cine bosnia Jasmila Zbanic, el director del Instituto de Ecología Política de Croacia Tomislav Tomasevic, el filósofo italiano Franco ‘Bifo’ Berardi, el profesor del Centro de estudios Matemáticos de Cambridge Arthur Gibson, entre otros 17 mil miembros que han adherido al DiEm25
Este 23 de marzo, inmerso el continente europeo en el acuerdo que da fondos a Turquía para deportar a miles de inmigrantes, en medio de otro atentado terrorista en Bélgica repitiendo la barbarie de 2015 en Francia, el DiEm25 lanza en Roma su campaña por una Europa transparente, para instalar la idea de revitalizar Europa hacia la democracia y que «ponga fin a la actual deriva hacia la desesperanza”.
El DiEm25, antes de la apertura de los debates en la capital italiana, expresó su rechazo absoluto al atentado en Bruselas: Europa debe plantar cara al terrorismo. Que ninguna piedra quede sin remover hasta que los culpables de estos crímenes sean atrapados y conducidos ante la justicia. Hoy es el momento de velar a nuestros muertos, cuidar a nuestros heridos y detener a los culpables.
Mañana será el momento para repensar nuestra unión, nuestra democracia europea, nuestra respuesta común a los desafíos comunes, nuestra lucha conjunta contra cualquier forma de fanatismo, misantropía y miedo.
MANIFIESTO POR LA DEMOCRATIZACIÓN DE EUROPA
Un fantasma recorre Europa y obsesiona a las potencias europeas; una fuerza a la que siempre han temido y a la que han pretendido eludir, cooptar, corromper, confundir y en definitiva suprimir: la visión de la democracia.
El gobierno de los pueblos de Europa, el gobierno por el demos, es la pesadilla compartida por:
▪ La totalidad de los burócratas de Bruselas (y sus 6.000 lobbystas)
▪ El escuadrón de choque del cuerpo de inspectores de la Troika y el conjunto de “tecnócratas” no electos de otras instituciones internacionales y europeas.
▪ El poderoso Eurogrupo, cuyo poder no se fundamenta en ninguna ley o tratado.
▪ Los banqueros (a menudo en bancarrota), los gestores de fondos de inversión y las oligarquías resurgentes.
▪ Los partidos políticos que proclaman el liberalismo, la democracia, la libertad y la solidaridad, y niegan la sustancia de los mismos cuando están en el gobierno.
▪ Los gobiernos que alimentan una cruel desigualdad imponiendo una austeridad contraproducente.
▪ Los magnates de los medios de comunicación, que han convertido la provocación del miedo en una forma de arte y en una magnífica fuente de poder y de beneficios.
▪ Las organizaciones empresariales confabuladas con los organismos públicos de seguridad que utilizan este mismo miedo para fomentar el hermetismo y una cultura de la vigilancia pensada para doblegar a la opinión pública a su voluntad.
La Unión Europea fue un logro excepcional, y consiguió unir de forma pacífica a pueblos que hablan diferentes lenguas y que están inmersos en diferentes culturas, demostrando que era posible crear un marco compartido de derechos humanos en un continente que, no mucho antes, estaba dominado por un chovinismo homicida, el racismo y la barbarie.
Por desgracia, una burocracia común y una moneda común dividen a Europa. Una confederación de funcionarios económicamente ingenuos y de “expertos” financieramente incompetentes está desacreditando a Europa y provocando una peligrosa reacción antieuropea. El nacionalismo, el extremismo y el racismo se están despertando de nuevo.
Las economías de la Eurozona están siendo llevadas una tras otra hacia el precipicio de la austeridad. El resultado es el estancamiento y la recesión en los países más débiles, una baja inversión en los países centrales, una desigualdad inenarrable
Una “Europa” ineficiente, autoritaria e ilegítima se está fragmentando. Los europeos se debaten entre dos falsas opciones: replegarse en la burbuja de su nación-Estado o rendirse a la zona libre de democracia de Bruselas. Tiene que haber otro camino. ¡Y lo hay! Es la Europa oficial la que se resiste con toda la fuerza y los procedimientos de su mentalidad de cártel. El antídoto al autoritarismo que corrompe a la Unión Europea y a sus instituciones es una OLEADA DE DEMOCRACIA.
Nuestro movimiento, DiEM-25, pretende propiciar esta oleada. La democratización de la UE tiene que empezar inmediatamente para que sea posible ir minando la resistencia institucionalizada, que tiene que ser vencida antes de que Europa vaya más allá del punto de no retorno.
Le damos una década, hasta el año 2025.
Si fracasamos, la UE se desmoronará a causa de su soberbia, se fragmentará y su caída provocará incalculables dificultades en todas partes, no solo en Europa. Y si Bruselas consigue impedir su democratización, necesitará ser derrotado como un enemigo de la dignidad humana, del futuro de Europa, de la prosperidad compartida y de la libertad política.
No tiene nada de sorprendente que las instituciones políticas y económicas de Europa hayan llevado a unas circunstancias económicas desastrosas y a unas dificultades evitables.
▪ Las normas tienen que estar al servicio de los europeos y no al revés.
▪ Las divisas tienen que ser instrumentos, no un fin en sí mismo.
▪ Un mercado único es consistente con la democracia solo si incluye mecanismos de defensa de los europeos más débiles y del entorno, mecanismos que tienen que ser democráticamente elegidos y gestionados.
▪ La democracia es esencial para mantener bajo control las endémicas tendencias autodestructivas del capitalismo.
Si se nos pregunta qué queremos en la práctica y cuándo lo queremos, nuestra respuesta es:
En el muy corto plazo: Transparencia absoluta en la toma de decisiones.
A corto plazo (en un plazo de doce meses). Abordar la crisis económica en curso utilizando las instituciones existentes y en el marco de los Tratados en vigor de la UE.
A medio plazo (en un plazo de dos años): Asamblea Constituyente, porque los pueblos de Europa tienen el derecho y el deber de considerar el futuro de Europa. Para ello ha de convocarse una Asamblea de sus representantes.
A largo plazo (antes de 2025): Promulgación de las decisiones de la Asamblea Constitucional.
Cuatro son nuestros principios:
▪ Ninguna nación europea será libre en tanto en cuanto la democracia en otra sea profanada.
▪ Ninguna nación europea podrá vivir en dignidad mientras a otra le sea denegada.
▪ Ninguna nación europea podrá aspirar a la prosperidad si otra se ve forzada a la insolvencia y a una depresión permanentes.
▪ La prosperidad requiere un crecimiento consistente con el desarrollo humano y el equilibrio ecológico.
Formamos parte de una magnífica tradición de conciudadanos europeos que han luchado durante siglos contra el concepto de que la democracia es un lujo y que los débiles han de sufrir porque es lo que se merecen.