EL PATRIOTA IMPRESCINDIBLE: FLOREAL FERRARA

Al llegar la década de los ’90, el doctor Floreal Ferrara ya había propuesto y puesto en marcha los ATAMDOS. También se los habían dinamitado.

Durante el gobierno de Antonio Cafiero al frente de la provincia de Buenos Aires, Ferrara, el máximo discípulo de Ramón Carrillo, construyó la experiencia mas auténtica y potente de poder popular desde la salud. Pero su mítica batalla por una verdadera salud no comenzó ahí, ni concluyó cuando el propio poder provincial lo expulsó del cargo.

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Los ATAMDOS, sigla de Atención Ambulatoria y Domiciliaria de la Salud, estaban compuestos por un médico, una enfermera, un psicólogo, una trabajadora social, un bioquímico y por un odontólogo cada 2 (dos) centros ATAMDOS. Ese equipo atendía 300 familias, en una área delimitada por ellos, y se ocupaba de todas las situaciones que debían atenderse en salud.

De manera absolutamente novedosa, su característica sobresaliente y fundante era un modo de funcionamiento asambleario con participación directa del pueblo. Los profesionales que formaban parte de los ATAMDOS ganaban exactamente lo mismo que Floreal como Ministro de Salud, y el presupuesto era manejado por las familias que lo componían.

La efectividad en salud primaria y la confianza popular en el proyecto hirió a las corporaciones médicas y a las estructuras que ya -hace 45 años- estaban mercantilizadas, algo que los proyectos del Banco Mundial y el Consenso de Washington lograron que se instale en el más alto pedestal durante el gobierno neo-conservador e indultador de genocidas encabezado por Carlos Menem.

Pero el recuerdo de los ATAMDOS no pudo ser borrado por los canallas de siempre, porque palpita en los corazones de quienes los conocimos. ¡No más de 4 meses fue el período durante el cual Floreal Ferrara fue ministro hasta que Cafiero le preguntara si había instalado los soviets en la Provincia, y lo invitara a renunciar! Sin embargo no hay lugar del país donde no se recuerde lo que significó el ATAMDOS: un equipo interdisciplinario, auténticamente interdisciplinario.

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En un país que hoy gasta el 9,5% de su PBI en Salud,

>y que dispendia -sin contar infraestructura y aparatología- en los insumos médicos (imágenes, reactivos de laboratorio y medicamentos) 22,7 % del PBI dedicado a salud,

>y en los insumos no médicos (alimentación, lavandería, oxigeno líquido) 10,6 %,

>y que tiene el 2,8 % de su presupuesto en salud en manos de las empresas de medicina privada,

>y en el que alrededor de 17 millones de habitantes carecen de cualquier cobertura,

el fantasma de un médico y gestor de la salud como Floreal Ferrara no solo se agiganta por su ausencia, sino que apunta con su dedo invisible a quienes viven de congreso en congreso, gracias a dudosas visitas de y a los laboratorios.

No es de extrañar que muchos médicos sanitaristas y de hospitales públicos nos preguntemos “qué pensaría Floreal sobre esto…”.

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RELATO EN PRIMERA PERSONA

“Conocí a Floreal durante la primavera democrática del 73. Era una adolescente que ante el impacto de la Masacre de Trelew y con el perfume revolucionario de esa época, se acercaba a la Juventud Guevarista y los Grupos de Base del PRT. En ese marco me invitaron a una jornada política en Ensenada, cerca de La Plata. En ese encuentro de militantes de diversas agrupaciones, un titán trepado arriba de una mesa arengaba a los jóvenes de la JP a construir ‘la revolución imprescindible’.

Ese hombre, encendido de pasión, era el doctor Floreal Ferrara. Yo no sabía quién era, ni tampoco integraba la JP, pero nunca olvidaré -ni creo que nadie de los que quedaron vivos después de la noche más negra de la dictadura haya olvidado-, el impacto, la vibración, el llamado a hacer. Porque Floreal allí mismo, en 1973, también habló de entender la construcción de la Salud como la lucha por un mundo mejor. Seguramente fue determinante para la adolescente que era, que eligiera ser médica.

Durante los años siguientes lo seguí con atención, hasta que el Golpe genocida de 1976 arrasó el país, y nos envió al exilio interno y externo. Durante aquellos años de silencio obligado no dejé de pensar en sus palabras y sus enseñanzas, y me sumergí en las pocas publicaciones que quedaron.

Con la vuelta de la democracia al país, también reapareció Floreal y desde ese momento ya no lo perdí de vista. Floreal fue eyectado por las corporaciones del cargo, los ATAMDOS fueron descuartizados hasta convertirse en centros precarios de atención en los barrios más pobres, y él volvió al trabajo en diferentes sindicatos y organizaciones populares.

Pero pasarían años hasta que pudiera encontrarme definitivamente con el Maestro y tejer una relación muy próxima que nos mantuvo unidos cotidianamente atravesando las vicisitudes nacionales que no nos dieron tregua.

Allá por los noventa, todos boquiabiertos por la sorpresa cotidiana del despilfarro, la entrega, las relaciones carnales y el desguace de lo público, finalmente pude trabajar con él mientras estuvo entre nosotros. Las lecturas de Spinoza, Deleuze, Negri, Bifo Berardi, entre tantos pensadores de la autonomía y el post- marxismos entraron en mi vida de su mano y nuevamente otra mirada dio vuelta mi mundo.

El Colectivo “El Bondi” era el lugar de encuentro y de discusión de filosofía y política, que semanalmente y con algarabía interrumpía nuestras reuniones y conversaciones diarias sobre política nacional y, obviamente, sobre salud.

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Como trabajadora de la salud, de hospital público, de obra social y en tanto docente en la Universidad de Buenos Aires, aprendí a su lado lo que sé de Salud Pública. Y para lograrlo muchos de los que habían sido mis libros de cabecera, fueron a parar al desván.

Floreal Ferrara me enseñó a mí y a tantos compañeros, que las palabras bienestar y adaptación como sinónimo de salud, son del enemigo, y que el marco conceptual de Naciones Unidas, y de la OMS con relación a salud, es parte del mandato colonialista, que como tal exige adaptarse a lo que el régimen imperial imponga.

¡Qué colosal trampa del Imperio! ¡Nada tiene de saludable adaptarse:

la salud es conflicto y lucha!

Tempranamente desde el pensamiento complejo y abierto que lo caracterizaba a Floreal operó la deconstrucción del concepto sobre causa / efecto, ese pilar de nuestra formación determinista como médicos.

El nos ayudó a quebrar el mandato e impulsó a leer y analizar más a Marx, Castoriadis, Spinoza o Foucault que a Testut o Cecil para entender los dolores y las enfermedades de nuestro pueblo.

Con el maestro Ferrara aprendimos que con la separación artificial del campo de la salud en medicina ‘preventiva’ y ‘curativa’, o en Primaria, Secundaria y Terciaria, el sistema nos tiende su trampa fraccionadora, con nuevos simulacros.

También de su mano entendimos que salud Primaria no es precaria, y que allá en los márgenes, en los barrios humildes y pobres de toda pobreza, nuestro pueblo tiene las preguntas y las respuestas correctas para sus problemas.

Por eso los centros ATAMDOS de Atención Ambulatoria y Domiciliaria de la Salud, les resultaban insoportables.

Floreal también supo enseñarnos, finalmente, que la salud se encuentra inmersa dentro de cada una de las cosas del mundo y de los hombres, dentro de cada una de los hechos sustanciales en los que hombres, mujeres y el amor se juegan.

Éste es el concepto de lo nuevo que hay que construir y entonces resulta imprescindible tener claro que la participación directa del pueblo es el hecho sustancial.

El médico, al igual que los otros componentes de la atención de la salud, es nada más que un agente de la propia comunidad. La heterogeneidad en la que se mueve la asistencia, está directamente relacionada con la perspectiva que tiene la comunidad de romper todo sentido de explotación.

Los que conocimos a Floreal sabemos cuántos y cuán profundos son los dolores que habitaron su lucha.

Por otra parte también hubo quejas de los médicos por las observaciones y críticas de Floreal en relación a la práctica de las cesáreas.

Ya en ese entonces estábamos en presencia de una serie interminable de cesáreas, las cuales estaban directamente conectadas con la situación económica.

Esto, que nunca se detuvo sino que cada vez crece en frecuencia, es una magnífico indicador de la mutación de la función médica y el abandono de la ética en la práctica en pos de la ganancia.

Floreal con su ejemplo de militancia (en realidad así le gustaba definirse, como un militante) y de lucha por la vida y el amor, es decir por la Revolución, nos demostró que es posible no ceder a falsos simulacros; que no darse por vencido es seguir vivos; que los sueños de juventud no se entierran; que no importa cuánto dudemos y cuánto duela resistir.

La honestidad y el compromiso con la construcción de otro mundo, y con la Patria, nos ata a la mejor vida que podemos vivir y honra la memoria de tantos compañeros entrañables, caídos en la lucha, que hoy no están pero que nos acompañan, más presentes cada día.

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Cansados como estamos de tanta banalidad, tanto discurso vacío y tanta excusa autocomplaciente para justificar lo que a todas luces no puede justificarse, su vida y su militancia nos reconcilian con el camino que muchas veces nos parece oscuro y agobiante, haciéndonos sentir al final del día que siempre vale la pena.

Los elegidos de los dioses, como nos dice Roque Dalton (muchos de sus discípulos, creemos que Floreal fue uno de ellos), siguen estando a la izquierda del corazón. Debidamente condenados como herejes.

Como discípula, compañera, honrada por su amistad, agradezco que este patriota haya sido parte de mi vida, pero sobre todo estoy agradecida por permitirme ser parte de la suya.

No hay consuelo para su ausencia, nos ha dejado huérfanos pero vive y late en nosotros un sueño, una ética; una convicción que sembró en nosotros sus discípulos y que nunca abandonaremos».

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Autora: Susana Etchegoyen

Hace 10 años es la Coordinadora de la Unidad Farmacoterapéutica del hospital Posadas, para el cual produjo el Vademécum que también usa el Hospital de Morón y hospitales en Barcelona.

Es Docente de la Facultad de Medicina de la UBA, ex Auditora médica de OSECAC, UATRE, y Auditora de Tratamientos complejos y oncológicos de la Obra Social del sindicato de Camioneros.

Es Directora del Centro de Investigación en Nanotecnología y Nanomedicina de la Facultad de Medicina de la UBA, y Directora del “Laboratorio Público de elaboración de nanopartículas y activos vegetales” de la Facultad de Medicina (UBA). Es la Representante de la Facultad de Medicina de la UBA, ante ANLAP, Agencia Nacional de Laboratorios Públicos.

Todas las fotos son patrimonio y fueron cedidas por la nieta y el nieto del Doctor Floreal Ferrara, María Florencia Rojas y Mauro A. Rojas. Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción sin expreso consentimiento.


El material que publica la revista web www.purochamuyo.com / Cuadernos de Crisis pertenece al Colectivo Editorial Crisis Asociación Civil. Los contenidos solo pueden reproducirse, sin edición ni modificación, y citando la fecha de publicación y la fuente.

REGISTRO ISSN 2953-3945

4 comentarios

  1. Necesarias VISIBILIZACIONES …
    Material ÚTIL … sobre todo para militantes “del palo” a veces sumidos en la vorágine diaria q consume y … a la vez … iguala … como diría Ferrara… a lo q se quiere combatir …

  2. El Dr. Ferrara no fue expulsado por el gobierno provincial, sino por una intervención «quirúrgica», con guantes y barbijos esterilizados, instrumentando «causas judiciales» contra su esposa.

    1. Fue víctima del Lawfare, ya por aquéllos años?. Nada fue probado en las causas judiciales contra su esposa?

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