Un informe del Washington Post habla de un “misterioso aumento de casos de cáncer juvenil en los estados productores de maíz, en el Corn Belt”
Alarma no solo el constante aumento de casos de cáncer en los seis estados líderes en la producción de maíz —Iowa, Nebraska, Minnesota, Indiana y Kansas—, un 5% mayor que el promedio del país, sino que los más jóvenes
“que tenían la misma frecuencia de cáncer que el resto de los adultos jóvenes y que la población general cuando se inició el seguimiento en 1999, mostró quince años después una tendencia inocultable: según datos de 2022 (los últimos publicados), en esos seis estados las personas de entre 15 y 49 años tienen una tasa de cáncer un 5% más alta, en particular de hígado y piel.
El riesgo de cáncer entre los adultos jóvenes de los estados productores de maíz es un 35% mayor en los hombres y un 66% mayor en las mujeres que entre sus homólogos de otros estados”, afirma el WP.
Las y los jóvenes enfermos muestran su realidad en las redes sociales, que el poder no puede frenar.
Aparece una joven madre atormentada porque la quimioterapia habría ya anulado la posibilidad de concebir otro hijo, otra de unos 40 años que se alimenta gracias a una sonda, y varios jóvenes que
“están planteando preguntas sobre el papel del agrobusiness, la industria agroalimentaria y el agua que corre por sus comunidades, y presionando a los políticos para que actúen, en una región donde estas cuestiones han sido durante mucho tiempo un tabú”.
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Las proyecciones y estadísticas norteamericanas abren un abanico de preguntas y posibles respuestas para todos los países con características similares, es decir, aquellos que tienen grandes superficies con explotación agroindustrial, entre ellos Argentina, Brasil, China y la India.
Un tema, de hecho, que había recibido numerosos estudios y advertencias, como el de Paula Lucero, de la Universidad Nacional de La Plata, en 2014.
Puede accederse aquí:
https://memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.4749/ev.4749.pdf
POR QUÉ MÁS CÁNCER ENTRE LOS MÁS JÓVENES
Un informe de septiembre de 2025 de los periodistas Ariana Eunjung Cha y Dan Keating, desde St. Louis, también revelado por el WP, sostiene que
“La tendencia comenzó con los miembros más jóvenes de la Generación X, pero ahora es más visible entre los millennials. Se están investigando los fármacos que se toman durante el embarazo, la proliferación de los alimentos ultraprocesados, las alteraciones de los ritmos circadianos —causadas por el trabajo nocturno, los viajes internacionales (el jet-lag) y la omnipresencia de las pantallas—, y la proliferación de productos químicos sintéticos.
Las mujeres jóvenes se ven más afectadas que los hombres. Entre los 15 y los 49 años, las mujeres tienen una tasa de cáncer 83% más alta que los hombres del mismo rango de edad”.
El aumento de cáncer en esa población joven puso la mira científica ya no en los rasgos hereditarios, que son una constante de generación en generación, sino en la modificación genética que estarían produciendo las actuales formas de vida, y en ese sentido se investiga el “exposoma”, es decir, toda la gama de exposiciones ambientales que experimenta una persona a lo largo de su vida, incluso antes de nacer, y cómo esas exposiciones interactúan con la biología.
“Muchos investigadores se centran en una ventana que se abrió en los años sesenta y setenta, y se aceleró a partir de la década del 80 con el consumo de ciertos medicamentos tomados durante el embarazo, que pueden alterar el desarrollo fetal o la programación de la actividad genética, lo que podría aumentar la susceptibilidad a padecer cánceres de aparición temprana. Asimismo, la exposición a sustancias químicas ambientales, puede aumentar el riesgo de desequilibrios hormonales, mutaciones genéticas, inflamación y otros efectos que contribuyen a la aparición temprana de cánceres.
Una dieta que contenga grandes cantidades de alimentos ultraprocesados puede influir en el riesgo de cáncer al promover la inflamación, la obesidad y los cambios metabólicos que pueden desencadenar la tumorigénesisi […] se está empezando a coincidir en torno a una hipótesis provocadora: los cambios en las exposiciones cotidianas pueden estar acelerando el envejecimiento biológico, preparando al organismo para la enfermedad antes de lo esperado.”
En 2024, la Asociación Americana de Investigación del Cáncer (AACR, por su sigla en inglés) dio a conocer un estudio trascendental, sobre 150.000 casos estudiados en Gran Bretaña.
Corroboró que entre los millennials (nacidos entre 1981 y 1996) hay un envejecimiento biológico más rápido que en las generaciones anteriores.
Basaron la estadística en biomarcadores en sangre, que indican la salud de diversos órganos. Esa aceleración del envejecimiento orgánico está asociada con un incremento exponencial de hasta el 42% en ciertos cánceres, en particular de hígado, del tracto gastrointestinal y del útero.
La versión original puede leerse aquí: https://www.aacr.org/about-the-aacr/newsroom/news-releases/accelerated-aging-may-increase-the-risk-of-early-onset-cancers-in-younger-generations/
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AGROQUÍMICOS Y GLIFOSATO, SIEMPRE EN EL CENTRO DE LA ESCENA
La película Los puentes de Madison transcurre en el pueblo de Winterset, Iowa. En esa población de escasos 5200 habitantes (de los 14 mil que tiene todo el condado de Madison) siempre se habló de cáncer. En toda la zona, desde hace más de cuatro décadas, hay 1400 kilómetros cuadrados de soja y maíz. La novedad es el cáncer juvenil.

El negacionismo es la respuesta más habitual, porque reconocer la probabilidad de la incidencia de los agroquímicos en la salud obligaría a las corporaciones (químicas, de control estatal, médicas, financieras, comunicacionales, entre otras) pero también a las propias comunidades que habitan entre los agroquímicos, a un replanteo integral de la vida.
La evaluación del suelo en el estado de Iowa muestra que presenta uno de los máximos niveles de radón natural, un gas incoloro, inodoro y radioactivo, ligado al cáncer de pulmón, y que sus aguas subterráneas presentan la mayor contaminación media por nitratos del país, debido al uso de fertilizantes durante décadas, y ligado al cáncer en la zona del estómago.
El 96% de la superficie plantada con maíz en Estados Unidos usa herbicidas.
En julio de 2024 cuatro científicos publicaron un paper, en la revista Frontiers of Cancer control and Society que puede accederse en este vínculo en el original en inglés:
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“Una de las principales preocupaciones sobre los pesticidas, y el tema central de este estudio, es la relación entre los pesticidas y la incidencia del cáncer. Los pesticidas se han relacionado con el cáncer colorrectal, de pulmón, leucemia infantil y en adultos, linfomas, y el cáncer de páncreas, entre otros. El glifosato, comercializado como Roundup® por Bayer/Monsanto, es un herbicida común que se aplica en USA en una media de 127.000 toneladas.”
El director del Centro de Investigación de la Universidad de Iowa, Hans-Joachim Lehmler, pone el foco de la atención en la exposición a los agroquímicos que afecta al conjunto de la comunidad, no solo ni necesariamente a quienes usan los productos.
Algunos estudios han demostrado una correlación entre la exposición al glifosato y un mayor riesgo de linfoma, e incluso “la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer clasificó el glifosato como probable carcinógeno en humanos en 2015, por lo cual Bayer/Monsanto ya ha pagado 11 mil millones de dólares en juicios. […] Muchos otros pesticidas, como el paratión, el malatión, el diazinón y el tetraclorvinfos, presentan indicios de carcinogenicidad, especialmente en modelos animales.
En general, se ha demostrado que 12 de los 30 pesticidas analizados están relacionados con el cáncer de próstata, pulmón, páncreas y colon, el mieloma múltiple y la leucemia.”
La polémica (¿?) en torno al glifosato pasó para 2026, cuando la Agencia de Control Ambiental – EPA emita su nuevo informe sobre la posible incidencia del glifosato como cancerígeno para los seres humanos.
Los estudios que viene realizando la comunidad científica sugieren que estas sustancias químicas pueden dañar el ADN, alterar la función hormonal, aumentar la inflamación, suprimir el sistema inmunológico y provocar estrés oxidativo, una afección que puede dañar las células con el tiempo…y producir cáncer.
¿Qué motiva el negacionismo a los estudios ya publicados?ii
¿Quiénes promueven el negacionismo?
Sostiene el Washington Post
“Miles de pacientes con cáncer han demandado a Bayer […] las recientes indemnizaciones concedidas por los jurados —por ejemplo, 2100 millones de dólares en Georgia en marzo de 2025 y 2000 millones de dólares en California en 2019— podrían dar lugar a compensaciones por miles de millones. Bayer se defiende argumentando que la Agencia de Control Ambiental no ha exigido que se etiqueten los envases del Roundup con una advertencia sobre el cáncer. La empresa eliminó el glifosato de sus productos Roundup para uso residencial en 2023 en los Estados Unidos con el fin de reducir los riesgos de litigios, pero la fórmula comercial con este producto químico sigue siendo ampliamente utilizada por los agricultores.”
El glifosato es solo una pieza de un rompecabezas más grande. Los tests evaluatorios de los productos químicos se hacen de forma aislada, pero las personas que trabajan y viven en el marco de la agricultura industrial están expuestas a lo largo del tiempo a mezclas complejas, a través del suelo, el agua, el aire y los alimentos.
Brasil aplicó más de 720 mil toneladas de agroquímicos en sus alimentos, el equivalente a lo que usan, sumados, EE. UU y China cada año, aunque el 30% de esos pesticidas están prohibidos en los campos de la Unión Europea.iii
Argentina y China, junto con Brasil, encabezan el podio de los mayores usuarios de plaguicidas del mundo, y en la India, que es uno de los principales productores —104 agroquímicos, según la FAO— el uso es proporcionalmente menor. En abril de 2022, la India había prohibido cuarenta y seis plaguicidas y cuatro formulaciones plaguicidas.
Frente a un mercado de agroquímicos (y de los commodities alimenticios conexos, que alimentan la rueda financiera) que podría llegar a los 280 mil millones de dólares en menos de 4 años, el silencio frente al cáncer y el negacionismo de los estudios científicos encuentra una explicación.
Desde 2018 hay cuatro corporaciones que controlan dos tercios del mercado: Bayer/Monsanto (Alemania), Syngenta (de Suiza, que fue adquirida por la Corporación Nacional Química de China), Corteva (de Estados Unidos) y BASF (Alemania).
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Argentina, por su parte, enfrenta un nuevo desafío, porque a las reglamentaciones vigentes (limitadas pero vigentes en múltiples localidades), le aparecen poderosos intentos de avanzar con la aplicación de agroquímicos directamente sobre los hogares.
La Agencia Tierra Vivaiv publicó en octubre el artículo del especialista Darío Ávila respecto del proyecto de ley que pretende regular las fumigaciones con agrotóxicos en todo el país, bajo el título “Fumigarte con agrotóxicos a diez metros de tu casa: un proyecto de ley a pedir del agronegocio”.
Fue presentado por el titular de la Comisión de Agricultura y Ganadería, diputado Atilio Benedetti (UCR – Entre Ríos) y por Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica – CABA). Benedetti fue quien presidió en abril de este año la segunda “Cumbre Sudamericana Agroglobal”, con legisladores de Paraguay, Uruguay, Chile, Perú, Colombia y Brasil —país que cuenta con un bloque determinante en Brasilia. Representantes directos de la agroindustria dentro de los parlamentos, para defender los intereses del sector.
En la ocasión, en el Congreso de la Nación, la apertura estuvo a cargo del diputado radical, quien dijo que la agenda agroglobal sudamericana se basa en “enfrentar los desafíos comunes vinculados en el cuidado del ambiente”.
¿Qué pasará en 2026?
Los juicios ya obligaron a Bayer a pagar más de 5.000 millones de dólares porque sus productos pueden provocar cáncer, y el salto exponencial de cáncer juvenil en seis estados de EE.UU donde se usa el glifosato (y otros agroquímicos), está comprobado y publicado en el Washington Post.
Si la Agencia de Control Ambiental -EPA norteamericana confirma que es un cancerígeno ¿seguirá el lobby del negacionismo o los estudios científicos serán debidamente divulgados y utilizados para las políticas públicas?
Edición: Darío Bursztyn
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Citas del texto
i El estudio realizado sobre más de 625.000 participantes que corrobora el vínculo entre la comida “chatarra” y los alimentos ultraprocesados con diversos tipos de cáncer intestinal, colorrectal, de mama y de próstata puede accederse en el siguiente vínculo: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/37360305/
ii https://agenciatierraviva.com.ar/mas-pruebas-y-juicios-contra-bayer-monsanto-por-el-glifosato/
iii Perobelli JE. Pesticides and public health: discussing risks in Brazilian agro-industrial growth. Front Toxicol. 2025 Mar 13;7:1442801. doi: 10.3389/ftox.2025.1442801. PMID: 40151620; PMCID: PMC11947944.
iv https://agenciatierraviva.com.ar/fumigarte-con-agrotoxicos-a-diez-metros-de-tu-casa-un-proyecto-de-ley-a-pedir-del-agronegocio/
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