Bahía Blanca: la basura nao tem fin

A 12 kilómetros de Bahía Blanca, 40 hombres se ganan la vida entre toneladas de basura

Un grupo de 40 personas, de distintas edades, viven de las sobras. Trabajan desde hace 17 años en el relleno sanitario y son los únicos que reciclan en ese lugar una parte de la basura que generan los bahienses: entran por mes más de 10 mil toneladas. Si no estuvieran ellos para recuperar una parte, se enterraría todo.

Serie de notas publicadas por Mauro Decker Díaz y Belén Uriarte en La Nueva Provincia de Bahía Blanca – Fotos: Pablo Presti y Facundo Morales.

La historia de Prieto y Vogel

Carlos Enrique Prieto carga o intenta cargar una gran bolsa negra en una pala mecánica. Empuja y empuja, pero el peso parece superarlo. Sólo él conoce el contenido. Intenta una vez más y logra subirla. La máquina se retira despacio. Prieto respira agitado. El aire combina los aromas de alimentos podridos, animales en descomposición, tierra y gaviotas.

Hay muchas gaviotas cangrejeras, cientos de ellas. Prieto las ignora, pero cada tanto sus desechos caen del cielo como gotas de una lluvia desagradable.

Tiene 59 años y hace 17 que trabaja en el relleno sanitario cercano a la ciudad,  por la ruta vieja a Punta Alta (Nº 229). Nació en Bariloche, estudió algunos años -no recuerda cuántos- y trabajó mucho tiempo en el tambo ordeñando vacas. También crió animales y fue ayudante en obras de construcción.

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«Tengo 8 hijos, 4 mujeres y 4 varones; en ese tiempo no tenía televisión», dice entre carcajadas. Hoy está separado y vive sólo, a unas pocas cuadras del relleno sanitario, sin gas ni agua potable.

Está en Bahía desde los ‘80. Un tiempo se ganó la vida «cirujeando» por el centro. Tenía su carro y los negocios lo conocían: le daban hasta mercadería. Pero cuando prohibieron los carros, tuvo que buscar otra salida. Y apareció el relleno.

Prieto es uno de los 40 recolectores que con permiso de Desarrollo Humano trabajan en el relleno y se distribuyen en dos turnos de 20: unos a la mañana, otros a la noche. Juntan plásticos, cartones, nylon, vidrio, alambres y hasta trapos. En la entrada, los recicladores se identifican con sus carnets municipales. Prieto los tiene todos. Los colecciona, como las anécdotas.

-Todo es plata. Acá no hay patrón, no hay sueldo, el sueldo lo hacemos nosotros mismos- explica Prieto.

Y agrega: «todo lo vendemos a los mayoristas, un montón de sinvergüenzas. Ellos ganan plata y el frío o calor lo pasamos nosotros».

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También en el relleno trabaja  Néstor Fabián «El Ruso» Vogel, un bahiense de 50 años.

Él pasó una década en la Junta Nacional de Granos hasta que en 1993  el gobierno menemista la disolvió.

Desde entonces hizo lo que pudo y hace más de 15 años vive de la crianza de animales en el campo y de la basura: a veces selecciona material arriba y otras tantas baja para enfardar en el galpón que funciona desde hace casi 6 años.

Vogel, padre de 11 chicos, admite que la economía cambió: «Antes el material se mandaba a Buenos Aires pero ahora no se puede, no dan los números: tenés que mandar un camión, hay muchos riesgos y es mucho el flete. Así que se entrega acá en Bahía nomás». Y apunta contra EVA S.A, concesionaria del relleno desde finales de 2008: «Es un desastre, se están robando toda la plata, las máquinas viven rotas».

Las montañas de toneladas de basura parecen no terminar. Las gaviotas revolotean permanentemente graznando sin parar. El olor es intenso. Hay baños, pero no agua potable. Sin embargo, los recolectores no se espantan. Es la costumbre.

Prieto cuenta que en el lugar no dejan entrar ni mujeres ni menores ‘por la peste’, aunque ellos nunca se enferman, incluso comiendo en el lugar. “La comida la compramos nosotros y si no comemos de acá, de las bolsas, ¡qué tanto!, si vienen cosas buenas».

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Gracias a Dios estamos bien, qué más podemos pedir en la vida, trabajo tenemos, dice.

Son vacunados todos los años y tienen un botiquín para cualquier emergencia, aunque carecen de botines y guantes. No tienen seguro. Varias veces se juntaron para hacer un monotributo, un seguro y hasta una cooperativa, pero no hubo acuerdo.

Para ellos la preocupación mayor pasa por el transporte. Algunos viven a pocas cuadras del relleno. Otros en Loma Paraguaya, Villa Rosario y Villa Delfina. Todos usan autos para trasladar sus materiales, aunque la mayoría no tiene habilitación para circular por la ruta. “Queremos que nos den un permiso para ir del relleno a la fábrica a entregar las cosas, ¡no vamos a tener un 0 km para eso! No andamos mamados ni vamos a 100 kilómetros por hora», explica Prieto.56b6792b6b199_large

Llega un camión de Sapem Ambiental y deja una pila de bolsas sobre la tierra. Aunque no es solo tierra, también son toneladas de basura que se acumulan desde 1992, cuando se habilitó el relleno.

El camión municipal se va y los recolectores se abalanzan sobre la pila de desechos. Los recolectores hallaron de todo en estos años: bombas, granadas, agujas de hospitales y hasta fetos de varios meses de gestación.

En condiciones óptimas, si las máquinas de EVA S.A. funcionan, esa pila se desparrama y las bolsas se revisan en su totalidad. Cuando no, la “inspección” es superficial.

De una u otra forma, los recolectores van. Trabajan de lunes a sábado, haga calor o frío.

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Prieto dice que cuando llegó, en 1999, el relleno tenía otros cuidados: «Metían mallas abajo, chimeneas plásticas, y hacían las piletas para que vaya el desagüe de la mugre. Ahora, no ponen ni una chimenea».

Y eso no es todo. Prieto cuenta que algunos días de septiembre de 2015 no han podido trabajar por cortes de luz y que las autoridades nunca cumplieron con la garita de seguridad que iban a poner. Es más, recuerda que hace más de 10 años ellos mismos les pagaban 300 pesos a los policías para que vayan a cuidarlos. Aún conserva los papeles, muy manchados, con los nombres de los que abonaron.

El negocio del relleno sanitario

Cada bolsa con basura que llega al relleno sanitario de Bahía Blanca deja un rastro que va más allá del olor.

Según el sitio oficial del Municipio desde noviembre de 2008 a agosto de 2015 durante la gestión EVA S.A ingresaron 920.330 toneladas de basura. El 8% del material que ingresaba al relleno en 2015 se recuperaba. En condiciones óptimas se estima una recuperación del 20%.

Desde enero de 2009 a enero de 2016 el Municipio le pagó a esa empresa 91 millones de pesos.

Con lo que reciclan, a 1 peso el kilo que es lo que logran sacar en los mayoristas, los 40 recolectores obtienen un promedio de 4 mil pesos mensuales cada uno, unos 250 dólares. Si las máquinas funcionaran podrían lograr hasta 12 mil pesos al mes. A la empresa la municipalidad de Bahía Blanca le paga $ 191,25 por tonelada de basura que ingresa al relleno.

Julio Coronel, un recolector de 44 años que tiene 6 hijos contó que están trabajando con una retroexcavadora y con esa máquina no se puede trabajar. “Es para hacer un pozo, no para desparramar y compactar la basura. Falta la máquina para compactar, para topar, para limpiar las calles y arreglar todo el frente de descargas de camiones».

También indicó que esta empresa no les da ningún tipo de explicación por la ausencia de máquinas. Y el Municipio no multa a la empresa por los montones de basura sin tapar, ni tampoco por los contenedores que ingresan con escombros o porque las chimeneas no funcionan bien como para evacuar los gases que generan los residuos. «No hay cañerías de gases y eso es un peligro porque el relleno ya se prendió fuego«, indicó Coronel.

«No es fácil estar entre la basura, separar y vender. Cuando hace 38 o 40 grados en Bahía, en el relleno hace 50, porque fermenta la basura. Tenés que llevar sombrilla, agua, conservadora, de todo, ni que estuviéramos en la playa».

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